Hierba de San Juan en la hiperactividad

La Agencia Española del Medicamento advierte del uso concomitante de esta planta medicinal con otros fármacos por el riesgo de que interfiera en su acción
Por Teresa Romanillos 4 de julio de 2008
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Imagen: isaleal

A pesar de Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) tiene una terapia bien establecida, algunos padres que temen someter a sus hijos a tratamientos con fármacos recurren a terapias con plantas medicinales con la creencia de que, al tratarse de productos naturales, no tienen efectos secundarios. Ahora, expertos estadounidenses aportan más información al respecto.

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El «Hypericum perforatum», popularmente conocida como hipérico o hierba de San Juan, es una planta que se ha venido utilizando sin prescripción facultativa en el tratamiento de niños con TDAH, problema poco diagnosticado que padece el niño y que repercute en su familia y su entorno escolar. Por este motivo, investigadores de la Universidad de Bastyr, en Kenmore (Washington, EE.UU.), liderados por Wendy Weber, decidieron efectuar un trabajo con 54 niños y adolescentes diagnosticados de TDAH de edades comprendidas entre los 6 y los 17 años.

Los pacientes se distribuyeron en dos grupos que fueron tratados con cápsulas de hipérico o placebo y fueron seguidos durante ocho semanas durante las cuales se valoraron los síntomas al comienzo del estudio y en otras cuatro ocasiones.

Hierba de San Juan

Durante el seguimiento del estudio, publicado en «The Journal of the American Medical Association», JAMA, no se detectaron diferencias entre los dos grupos por lo que los autores concluyen que la planta no es eficaz en el tratamiento de estos pacientes. A pesar de que no existe suficiente evidencia científica se utiliza en el tratamiento de muchas patologías. Así, en los últimos años se ha popularizado como tratamiento antidepresivo, aunque algunos estudios han mostrado efectos favorables sólo en síndromes depresivos leves o moderados.

En contra de la opinión más extendida, las plantas medicinales no siempre resultan inocuas y su origen «natural» no es garantía de seguridad. El hecho de que tengan una eficacia demostrada en el tratamiento de algunas patologías significa que poseen principios activos que, de la de la misma manera que pueden resultar beneficiosos, también pueden ser perjudiciales, bien por efectos tóxicos directos o por interacciones con medicamentos.

La Agencia Española del Medicamento ha alertado del uso concomitante de hipérico con otros fármacos por el riesgo de que interfiera en su acción. Concretamente advierte de interacciones con ciclosporina, digoxina, anticonceptivos orales, teofilina , warfarina y fármacos antiretrovirales.

Trastorno poco conocido

Las plantas medicinales no siempre resultan inocuas y su origen «natural» no es garantía de seguridad

El TDHA es un problema todavía poco conocido, por lo que menos de la mitad de los pacientes afectados son diagnosticados y tratados adecuadamente. A menudo los padres piensan que simplemente se trata de un niño movido y, en cierta forma, se culpabilizan pensando que no lo saben educar correctamente. Los hiperactivos son niños muy espabilados que, desde el nacimiento, no duermen bien o lloran y no paran quietos ni un minuto.

Tanto es así que agotan a todo el mundo y a menudo son causa de discusiones familiares. Cuando empiezan la escuela los problemas son más manifiestos y empiezan los fracasos por que no pueden poner atención en sus tareas. No es infrecuente que los maestros sean los primeros en dar la alarma de que aquel niño, «un poco movido» según los padres, puede padecer un TDAH. ¿Por qué un niño es hiperactivo? Los expertos barajan varias hipótesis pero lo que es cierto es que la culpa no es haberlo malcriado.

El TDAH es un trastorno en el que probablemente se encuentran implicadas varias causas, entre ellas se considera la confluencia de factores genéticos, funcionamiento anómalo de neurotransmisores y disfunciones psicosociales. Afecta entre un 3% y un 5% de niños (es muy probable que en cada aula escolar haya alguno), con una proporción de cuatro niños frente a una niña. No diagnosticar un TDHA determina un impacto negativo muy importante tanto para el bienestar del niño como para su familia, ya que tiene consecuencias no sólo en su rendimiento escolar, sino también en sus relaciones familiares y sociales.

¿Niño «movido» o «hiperactivo»?

No siempre resulta fácil la distinción ya que la mayoría de los niños son inquietos y cierto grado de hiperactividad se considera normal cuando se produce alrededor de los dos o tres años. También hay que tener en cuenta que ser inquieto no significa padecer TDAH. El trastorno suele diagnosticarse en los primeros años de la enseñanza primaria, aunque algunos síntomas están ya presentes antes. A menudo han sido inquietos desde que eran bebés e, incluso, hay madres que los recuerdan como muy movidos durante el embarazo.

Los niños con TDAH tienen grandes dificultades para controlarse. A menudo parecen estar «en otro mundo» y no responden cuando se reclama su atención (a diferencia de los niños que «se portan mal», que suelen estar pendientes de las reacciones de los adultos). Si un niño presenta estos problemas en un determinado entorno -por ejemplo, sólo en casa o en el colegio-, probablemente no padece un TDAH. A pesar de que los síntomas se agravan en ciertas situaciones, como lugares ruidosos o con mucha gente, están presentes, en mayor o menor medida, en casi todas las situaciones de la vida del niño.

DESATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD

El Trastorno de Desatención e Hiperactividad todavía es poco conocido por lo que en muchos casos se diagnostica tardíamente con el consiguiente impacto negativo, tanto para el niño como para la familia. En este trastorno pueden predominar síntomas de desatención, de hiperactividad o bien de ambos: tiene predominio de hiperactividad cuando se detectan seis o más items de ésta y menos de seis de inatención; por el contrario, prima la inatención cuando se detectan seis o más síntomas de inatención y menos de seis de hiperactividad. Cuando se detectan seis o más ítems de ambos se considera un trastorno combinado.

Síntomas de hiperactividad:

  • El niño no para quieto ni un minuto. Suele moverse en exceso, incluso sentado.
  • Es incapaz de permanecer sentado durante mucho tiempo y a menudo abandona su asiento en clase.
  • Corre o salta en momentos inapropiados.
  • Tiene dificultades para jugar tranquilamente; le gustan los juegos movidos y ruidosos.
  • Esta siempre muy activo, como si tuviera un “motor”.
  • Suele hablar excesivamente.
  • Da respuestas precipitadas, incluso antes de que acaben de formular la pregunta.
  • Es incapaz de guardar turno en las colas o en actividades.
  • Interrumpe a los demás; toca cosas que no debe o hace tonterías.

Síntomas de desatención:

  • No presta atención a los detalles; es descuidado y el trabajo escolar suele ser sucio y desordenado.
  • Tiene dificultades para estar atento incluso en los juegos.
  • Parece no escuchar cuando se le habla, como si no oyera o como si tuviera la mente en otro lugar.
  • Le cuesta seguir instrucciones y órdenes.
  • Le resulta difícil organizar sus actividades y a menudo pasa de una a otra.
  • Evita situaciones que necesitan concentración, como dibujar.
  • Acostumbra a perder cosas importantes para casa o el colegio (ejercicios escolares, juguetes, libros…), que trata sin cuidado.
  • Se distrae fácilmente con cosas triviales que pasan desapercibidas para los demás
  • Es muy despistado: olvida los deberes, el bocadillo…
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