Los médicos aconsejan planificar el embarazo para prevenir la espina bífida en los bebés

Hoy se celebra el Día Internacional de este mal que afecta a uno de cada mil españoles
Por EROSKI Consumer 21 de noviembre de 2002

Uno de cada mil niños nace en España con espina bífida, un problema congénito que condiciona por completo la vida de quien lo padece. El origen de esta dolencia se encuentra en el tubo neural, que es la estructura embrionaria que da lugar al cerebro y la médula espinal. Su formación se produce en torno al día 28 de embarazo, pero a veces ocurre que ese proceso falla.

El tubo neural no se cierra por completo y el bebé sufre por ello malformaciones de distinto grado en la médula espinal y las vértebras. Las consecuencias de una complicación así son para toda la vida. «Comienzan al nacer y terminan el día en que se entrega el alma», explica José María Prats, jefe de la sección de Neurología Infantil del hospital vizcaíno de Cruces.

Hoy se celebra el Día Internacional de la Espina Bífida, un mal que afecta a uno de cada mil ciudadanos en España. Desde la Asociación de Espina Bífida e Hidrocefalia (ASEBI), su presidente, Alberto Barco, advierte de que «siguen naciendo bebés con este problema» y las ayudas para la atención de las personas que lo padecen «resultan aún insuficientes».

Según Prats, no existe una malformación congénita que genere mayor desgaste del organismo que la espina bífida. Sus efectos dependen del punto exacto de la columna en que se ubique la lesión y son mayores cuanto más cerca se encuentre ésta de la cabeza.

A la pérdida de sensibilidad por debajo del nivel de la lesión se suman debilidad muscular, dificultad para el control de los músculos de la vejiga y los esfínteres e hidrocefalia, un mal que castiga al 70% de los afectados y que se genera por la dificultad del organismo para drenar el fluido que protege al cerebro. La relación completa de secuelas incluye también testículos mal descendidos en los varones, pubertad precoz en las niñas y tendencia a la obesidad en ambos sexos.

El 95% de los bebés que nacen con espina bífida son hijos de padres sin antecedentes familiares. Aún así, los científicos creen que en su desarrollo intervienen factores genéticos, aunque también «ambientales». Las mujeres con problemas de alcoholismo, drogas, malnutrición, sometidas a ciertos tratamientos farmacológicos o que han seguido una prolongada anticoncepción hormonal son más propensas a engendrar un bebé con este problema.

La prevención pasa, en cualquier caso, por la planificación previa del embarazo. Cuando una mujer sabe que está embarazada, a la cuarta o quinta semana de gestación, «ya es demasiado tarde» para evitar una espina bífida. El tubo neural ya se ha formado.

Un consumo de ácido fólico desde, al menos, tres meses antes de la gestación contribuye a impedir la aparición de esta dolencia. Contienen este compuesto alimentos como el zumo de naranja y de otros cítricos, las verduras, las legumbres y los cereales del desayuno.

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