Muere siete horas después de la operación la niña dominicana nacida con dos cabezas

Tras una intervención aparentemente satisfactoria, la pequeña sufrió hemorragias y un paro cardiorespiratorio
Por EROSKI Consumer 8 de febrero de 2004

Después de una operación extremadamente complicada pero que se había desarrollado durante diez horas sin complicaciones, la pequeña dominicana de dos meses que nació con dos cabezas no pudo sobrevivir más de siete horas. Tras comunicar a los padres de Rebeca el «éxito» de la intervención ante la presencia de las cámaras de televisión, el equipo médico encontró un obstáculo insalvable. Problemas de coagulación y hemorragias masivas derivaron en un shock con paro cardiorespiratorio, afirmó Jorge Lazareff, jefe de Cirugía Pediátrica de la Universidad de California que dirigió la operación en la Fundación Cure Internacional en Santo Domingo.

«Aparentemente hubo una disfunción en su presión arterial y eso provocó las hemorragias», mantuvo Lazareff. «Hicimos todo lo que era posible», dijo en presencia de los padres, que además de perder a su hija tuvieron que atender a los periodistas junto a los médicos.

Los cirujanos sólo esperaban algún pequeño problema en el postoperatorio derivado de algunas de las suturas que se habían coagulado en el transcurso de la intervención, bien un edema cerebral por la duración del proceso o una hemorragia postoperatoria. «Dudamos mucho» que ocurra, habían aseverado, aunque sí que habían mostrado su inquietud por la aparición posterior de secuelas, pero nunca la muerte.

La explicación se basa en que la operación tenía el mayor punto de riesgo en el hecho de que las dos cabezas compartían riego sanguíneo. Para separar a Rebeca de la cabeza de la que tendría que haber sido su hermana siamesa sin secuelas, los cirujanos tenían que cortar venas y arterias comunes, lo que provocó sobre la mesa del quirófano la realización de varias suturas que llegaron a coagularse. Este hecho no pudo evitarse durante las siete horas siguientes, pese a la medicación, y finalmente se desencadenó la muerte.

La historia de Rebeca recuerda, aunque no sea igual, al de las siamesas iraníes Laleh y Ladan Bijani que no fueron separadas por los cráneos tras morir en plena operación. Pero también al de dos niños egipcios que compartían una vena cerebral y sí vivieron.

Este caso hacía el número ocho en la historia de la medicina y era el primero en ser operado. Su afección se denomina «Craniopagus parasiticus», lo que supone la existencia de una cabeza «parásita» que presenta un cerebro no funcional. En el caso de esta niña, la segunda cabeza de la que tendría que haber sido su hermana siamesa tenía ojos atróficos y una boca con labio leporino que hacía movimiento de chupar.

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