Cáritas y la Federación de Asociaciones de Centros para Integración y Ayuda a Marginados (Fatiam) han reclamado la creación de centros de acogida a tiempo completo para personas que viven en la calle, coincidiendo con la celebración del Día de los Sin Techo. Bajo el lema «Necesito un techo y respeto, afecto, formación, seguridad, autonomía y derechos humanos a tiempo completo», estas organizaciones pretenden hacerse eco de este problema de exclusión social que afecta a cerca de 30.000 personas en España.
Aunque los sin techo en España no son un grupo muy numeroso, en los estudios más recientes de Cáritas y del Instituto Nacional de Estadística, INE, se habla de entre 27.000 y 30.000 personas, advierten de que si se incluyeran también, como hacen otros países europeos, a quienes viven en chabolas o infraviviendas, el número podría elevarse a los 3 millones.
Cobertura de necesidades básicas
Según estas asociaciones, el perfil de la mayoría de las personas sin hogar sigue siendo el de un varón solo en torno a los 40 años, aunque cada vez es más frecuente la presencia en los centros de acogida de otras personas, como trabajadores inmigrantes más jóvenes , cercanos a los 30 años, cuya presencia en los centros de primera acogida y de cobertura de necesidades básicas como comedor, duchas, pernoctar, sobrepasa en ocasiones el 70%.
Las mujeres pueden representar entre un 15% y un 20%. Predominan las personas solteras, aunque aumenta el número de separados y de divorciados.
Por otra parte, la mayoría de ellos están en el paro y nunca han cotizado, por lo que carecen de derecho al desempleo. También hay algunos casos que reciben pensiones asistenciales o no contributivas, de baja cuantía (menos de 300 euros al mes).
Cáritas y Fatiam destacan el «precario estado de salud» que presentan más de una cuarta parte de estas personas: la mitad de ellos tienen problemas de depresión; el 43% bebe o ha bebido en exceso en algún momento de su vida y casi el 50% pone en relación el alcohol con el hecho de estar en la calle. Asimismo, se dan casos de consumo de drogas, problemas de salud mental graves, violencia de género y agresiones sexuales.
Estas asociaciones entienden que la inserción social de estas personas debe pasar por facilitar el acceso a los derechos cívicos y sociales (respeto a la dignidad, vivienda, cuidados de la salud), ampliar y mejorar el mundo de las relaciones (compañeros, amigos, vecinos, familia) y ayudar a reencontrar sentido a la vida.
