Hoy comienza el I Congreso Madrileño de Economía Social y Solidaria que organiza la Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria, REAS, como momento de encuentro, reflexión y consolidación de proyectos socioeconómicos basados en otras relaciones de producción y consumo. “La acumulación de capital del sistema bajo el que vivimos lleva irremediablemente a un reparto desigual de los recursos”, reconoce Blanca Crespo, responsable de Comunicación de REAS. Crespo, vinculada a esta red desde 2008, cuenta que “la economía solidaria frente al capitalismo promueve relaciones económicas respetuosas con las personas y el medio ambiente”, un modelo que “aglutina a cooperativas, asociaciones, empresas de inserción y fundaciones y genera el 10% del PIB y el 12,5% del empleo”, es decir, 379 millones de euros de ingresos anuales, la participación de más de 38.000 personas y 8.500 contratadas.
“La economía social o solidaria entiende el mundo como el hogar común”
Es una forma de entender la economía que remite a su sentido primigenio: la gestión del hogar. Desde ahí, entendiendo el mundo como el hogar común, la economía social y solidaria promueve relaciones económicas de una forma justa para con las necesidades de toda la población y respetuosa y responsable con el medio ambiente.
Una de las principales diferencias es el objetivo final de la actividad económica. Frente al capitalismo que persigue la obtención del lucro y la acumulación del capital, la economía solidaria pone en el centro de su actividad a las personas y la vida. Sus principios fundamentales son la equidad, el trabajo, la sostenibilidad ambiental, la cooperación, la ausencia de lucro y el compromiso con el entorno, principios que vienen recogidos y desarrollados en la Carta de Principios de la Economía Solidaria.
“Las figuras jurídicas que incluyen la economía solidaria son cooperativas, asociaciones, empresas de inserción, fundaciones…”
Querría matizar que la economía solidaria no es un sector, sino un modelo económico en sí mismo que plantea una interpretación diferente de lo que debería ser la economía y que acompaña a dicha interpretación con un corpus teórico y múltiples buenas prácticas que lo respaldan. Las figuras jurídicas que incluyen son múltiples: cooperativas, asociaciones, empresas de inserción, fundaciones… Todas ellas son empresas que incorporan los principios del cooperativismo (la primera de estas alternativas que surgió): primacía de la persona por encima del capital, adhesión voluntaria y abierta, control democrático, conjunción entre los intereses de las personas integrantes y la sociedad, aplicación de criterios de corresponsabilidad y subsidiariedad, autonomía frente a otros agentes y poderes públicos y privados y el destino de los excedentes al desarrollo de servicios para sus miembros y para el interés general.
No todo lo que sería deseable, desde luego. Sin embargo, en los últimos años la economía social y solidaria ha conseguido abrirse un hueco y reclamar su lugar, y las administraciones -sobre todo algunas más recientes y receptivas- están comenzando a responder, pero aún de manera insuficiente. Por ello y por la cuestión de independencia de los poderes que subyace a este modelo, es tan importante la solidaridad y el apoyo también financiero tanto de la propia economía solidaria como de la ciudadanía en general.
Un ejemplo muy claro lo tenemos en la campaña de crowdfunding que está llevando a cabo ahora REAS para el desarrollo de una plataforma web potente que sea capaz de dar respuesta a las necesidades y propuestas de un modelo y movimiento en alza. Esta nueva herramienta contará con tres grandes espacios: el portal temático de economía solidaria, con noticias, documentos y recursos a nivel nacional e internacional y que aspira a convertirse en el principal portal de la economía solidaria de habla hispana; el espacio de REAS con sus 18 redes territoriales y sectoriales, lugar para la visibilización y divulgación de este sujeto político; y el portal del Mercado Social, que incluye un catálogo sin precedentes para proporcionar alternativas de consumo responsable y sostenible.
“La economía social llega a alcanzar un 10% del PIB y el 12,5% del empleo”
Por supuesto. Desde hace años se están multiplicando sus impactos hasta el punto de que se estima que la economía social llega a alcanzar un 10% del PIB y el 12,5% del empleo. Sin embargo, más allá de índices como el PIB, que es muy cuestionado como indicador válido de calidad real de vida para la mayoría de la población, creo que es aún más interesante de la economía social y solidaria no solo lo cuantitativo sino la dimensión cualitativa de esos empleos o de las políticas y prácticas que lleva a cabo. Dentro de REAS, que es la principal red a nivel estatal de economía solidaria (con implantación en 14 territorios, cuatro redes sectoriales y más de 500 empresas), esta dimensión la podemos conocer anualmente en la auditoría social que hacen las entidades, donde se revelan esos “cómos” que son tan importantes para la economía solidaria, en cuestiones como: igualdad de oportunidades, transparencia, actuación en gestión ambiental, cooperación con el entorno, etc.
“Euskadi, Navarra y Cataluña son los territorios donde más organizaciones se han sumado a las redes de economía solidaria”
Euskadi, Navarra, Cataluña, Aragón y Madrid son los territorios donde más organizaciones se han sumado a las redes de economía solidaria y tienen más longevidad y más base social. Son territorios, en general, con más población y más tradición de cooperativismo y asociacionismo. Sin embargo, también están evolucionando con mucha fuerza en otros territorios iniciativas cooperativas en sectores de las finanzas éticas, la energía renovable, los seguros éticos y solidarios, la comunicación, el comercio justo o la recuperación, por lo que podemos hablar de un desarrollo y una expansión significativa en múltiples territorios.
“Vivimos en un sistema capitalista que promueve la acumulación de capital y lleva al reparto desigual de los recursos”
Es una cuestión de modelo económico. Vivimos bajo un sistema, el capitalista, que promueve la acumulación de capital, lo que nos lleva irremediablemente a un reparto desigual de los recursos. Para que unas pocas personas –el clásico 1% del que se habla frente al 99%– tengan el patrimonio que poseen es necesario que muchas otras, la mayoría, tengan poco o nada. En el caso de las grandes empresas o multinacionales se ve claro: los dueños o principales accionistas tienen los dividendos que poseen porque, entre otros, obtienen la plusvalía de las personas trabajadoras, a las que pagan salarios míseros y a las que tienen en muchos casos bajo pésimas condiciones laborales. Son conocidas estas condiciones sobre todo de empresas que deslocalizan su producción al sudeste asiático u otros países donde la regulación laboral y medioambiental son más “flexibles”, tendencia que cada día está también más presente en nuestro país.
¿Queremos salvar el estado de bienestar? Esa sería para mí la primera pregunta, aunque nos ocuparía toda la entrevista. En términos generales, si pregunta por el aporte de la economía social y solidaria al bienestar de los estados y las sociedades en los que se inserta, creo que la respuesta se puede extraer de cada una de las preguntas anteriores y que podríamos resumir en que nuestro principal valor son precisamente nuestros valores. Partiendo de ahí, de unos fines y objetivos más justos y respetuosos con la vida, creo que hay multitud de buenas prácticas que dan buena cabida de estos beneficios. En la web de nuestra red recogemos muchas de ellas. Por comentar alguna puedo hablar del Mercado Social, que es una red de producción, distribución y consumo con criterios éticos, democráticos, ecológicos y solidarios y que está posibilitando no solo una producción sostenible y respetuosa con el medio y las personas que participan de ella, sino que está permitiendo a miles de personas satisfacer sus necesidades de manera responsable y desde un consumo consciente y transformador.
I Congreso Madrileño de Economía Social y Solidaria que organiza REAS Madrid el 24 y 25 de marzo persigue consolidar proyectos socioeconómicos en los que se plantean otras relaciones de producción y consumo basadas en valores como la cooperación, la reciprocidad y la equidad al servicio del bienestar de las personas y de la reproducción de la vida en el planeta.
El encuentro se inicia hoy viernes con una mesa redonda y un debate sobre los diferentes retos que las otras economías, la social, la solidaria y la feminista enfrentan en una coyuntura de crisis económica, de cuidados y de modelo productivo como la actual.
La sesión del sábado contará con varias mesas de trabajo que tratarán de profundizar en aspectos tales como: el fortalecimiento de la economía social y solidaria madrileña, cuál es modelo de cooperativismo que necesitamos actualmente, el proceso de revalorización y visibilización del trabajo doméstico y de cuidados y su importante papel para la reproducción y sostenibilidad de la vida y las nuevas formas de consumo, desarrollando para ello líneas de trabajo y alternativas que existen para un consumo sostenible y ético.
En definitiva, como en la línea de otros congresos y foros que organizan desde REAS, se espera que sea un espacio de encuentro entre agentes de la economía social y solidaria, donde poder trabajar de manera colectiva y seguir avanzando en la construcción de un modelo económico más justo y solidario.
