Médicos Sin Fronteras asiste a refugiados malienses en situación vulnerable

Dependen de la ayuda humanitaria para cubrir sus necesidades más esenciales, sobre todo de las distribuciones de alimentos
Por EROSKI Consumer 28 de junio de 2012

El miedo a los combates, la inseguridad y la crisis alimentaria son algunas de las razones que han empujado a más de 300.000 habitantes de varias regiones del norte de Malí a huir a otras zonas del país y a Burkina Faso, Níger o Mauritania, donde la inseguridad alimentaria amenaza tanto a los refugiados como a la población local. Para responder a las necesidades de estas poblaciones vulnerables, Médicos Sin Fronteras (MSF) ofrece apoyo a centros de salud en Burkina Faso (Gandafabou, Férrerio), Mauritania (Fassala, Mbéra, Bassikounou) y Níger (Chinagodar, Bani Bangou, Yassan), y despliega clínicas móviles semanales en distintos campos de Burkina Faso (Dibissi, Ngatoutou-Niénié, Déou) y de Níger (Ayorou, Maigaïzé, Bani Bangou, Abala, Gaoudel, Nbeidou), ha informado la ONG.

Desde febrero, los equipos sanitarios de MSF han realizado más de 23.000 consultas médicas en las regiones fronterizas de Malí. «Tratamos principalmente infecciones respiratorias, casos de paludismo y diarreas. Estas patologías a menudo se deben a las condiciones extremadamente precarias en las que viven los refugiados», explicó la coordinadora de emergencias de MSF en la región, Marie-Christine Férir.

La ONG alerta de que los refugiados carecen de acceso a agua potable en cantidades suficientes, sobre todo en las zonas desérticas, «y es esencial para prevenir patologías ligadas a la higiene». En el campo de Bani Bangou (Níger), los camiones de MSF suministran cerca de 200 metros cúbicos de agua clorada a la semana. «Con temperaturas que alcanzan casi los 50 grados, hay que velar para que los refugiados, sobre todo los niños y los ancianos, puedan hidratarse regularmente», señaló Férir.

Además, los refugiados dependen por completo de la ayuda humanitaria para cubrir sus necesidades más esenciales, sobre todo de las distribuciones de alimentos. Muchas madres de familia no han recibido ni leche ni alimentos adaptados a los niños. «El arroz sacia el hambre pero en ningún caso puede reemplazar los nutrientes que los niños necesitan. La distribución de alimentos que contengan proteínas, materias grasas, vitaminas, hidratos de carbono y minerales son indispensables para el crecimiento y el desarrollo de los niños», dijo Férir. Desde el inicio de la respuesta de emergencia, MSF ha tratado a unos 1.000 niños con desnutrición severa en Mauritania, Burkina Faso y Níger.

La vulnerabilidad de las poblaciones refugiadas y la llegada de la estación de lluvias aumentan el riesgo de epidemias de enfermedades como la malaria y el cólera. Además, el periodo de escasez de alimentos entre cosechas empieza en julio y siempre comporta un aumento de la desnutrición aguda. «En los próximos meses, los refugiados tendrán por tanto que hacer frente a una doble amenaza: la desnutrición y el paludismo», alerta Médicos Sin Fronteras.

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