Personas sin hogar: así las excluye el mobiliario urbano

Algunas estructuras instaladas en las ciudades impiden el descanso de las personas sin hogar y las obligan a refugiarse en lugares escondidos
Por Azucena García 14 de octubre de 2014
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Imagen: BryonLippincott

En apariencia, el mobiliario urbano de muchas ciudades se ha modernizado para ofrecer una imagen de vanguardia y arquitectura actual. Pero en realidad, ha puesto nuevas barreras a las personas sin hogar para evitar que duerman en las calles, descansen durante el día e, incluso, se resguarden del sol. En este artículo se destacan distintos mobiliarios urbanos que, lejos de facilitar la vida a quienes se ven obligados a habitar a la intemperie, cumplen un efecto disuasorio.

Bancos antimendigo

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Imagen: lennox_mcdough

Los bancos son habituales en las ciudades. Quién no los ha utilizado alguna vez para sentarse, descansar tras una larga caminata, tomar un tentempié, vigilar a los hijos mientras juegan, mantener una conversación o un agradable rato de lectura… Incluso, hay quien se ve obligado a dormir o pasar en ellos buena parte del día. Sin embargo, los bancos han cambiado y su función, también.

La arquitectura urbana ha implementado modificaciones y, de manera especial, se ha fijado en los bancos. Estos han dejado de tener un tamaño suficiente para acoger a varias personas, en beneficio de pretendidos modernos asientos en los que apenas hay espacio para un individuo, el respaldo desaparece y se integran separadores o formas sinuosas y otras que evitan que alguien pueda tumbarse sobre ellos. Otras veces son los bancos de las marquesinas de autobuses los que se cambian para evitar la tentación de recostarse o bien se sustituyen por barandillas y elementos en los que resulta imposible sentarse o improvisar un espacio donde comer.

Estas variaciones han llevado a que cada vez más personas sin hogar ocupen el suelo para sentarse, dormir o pasar las horas, con el riesgo que supone para su estado físico y mental.

Verjas y pinchos metálicos en el suelo

El alcalde de Londres pidió a una comunidad de vecinos que retirase los pinchos que había colocado a la entrada del portal

No son muy habituales, pero se detectan en la calle con más frecuencia de la imaginada. Los pinchos en el suelo se ponen en portales donde los vecinos quieren evitar que se sienten personas sin hogar, en acceso a jardineras o en espacios hasta entonces limpios de objetos, en los que alguien podría sentarse o tumbarse.

Su colocación se justifica bajo argumentos de seguridad, pero su efecto disuasorio no hace sino dificultar el acomodo o refugio en días de lluvia o frío, entre otros. Junto con esto, es posible otra consecuencia no esperada: la posibilidad de que otra persona, adulta o niña, se caiga o tropiece y resulte herida. Una comunidad de vecinos londinense ha sido un caso reciente en esta práctica, con la consiguiente polémica. El propio alcalde de Londres pidió que se retirasen los pinchos.

Del mismo modo, las verjas que rodean las jardineras impiden que cualquier persona pueda encontrar sitio, además de impedir disfrutar de la ciudad. Jardines hasta ahora accesibles se protegen con vallas para obstaculizar el acceso o bien que alguien se siente en el perímetro que los rodea. En ocasiones son pequeñas estructuras metálicas y otras veces implican formas puntiagudas que provocan lesiones a personas y animales, como perros o gatos, que se acercan a estos espacios.

La última acción dada a conocer por RAIS Fundación es la instalación de «jaulas antipersonas sin hogar». Se localizan en la Cardiff University (Gales, Reino Unido) y su fin es evitar que las personas sin hogar duerman junto a las salidas de aire caliente de los edificios. RAIS Fundación ha mostrado su preocupación por estas actuaciones y ha pedido el fin de las mismas para salvaguardar la dignidad e integridad de todas las personas.

Criminalización de las personas sin hogar

El acoso a las personas sin hogar es cada vez mayor. Noruega ha llegado incluso a prohibir la mendicidad, bajo amenaza de cárcel para quien ose pedir en la calle. Human Rights Watch ha mencionado la criminalización del sinhogarismo, a propósito de la decisión del Gobierno húngaro de prohibir a las personas sin hogar habitar en espacios públicos o rebuscar en la basura.

En nuestro país, RAIS Fundación ha mostrado su preocupación ante los cambios experimentados en la arquitectura urbana y ha calificado también de “criminalización” las acciones llevadas a cabo para marginar a las personas sin hogar. “Abordemos la raíz del problema y exijamos que se salvaguarden los derechos de los más vulnerables”, ha exigido. A su favor, propuestas como la de Vancouver (Canadá), que ha puesto en marcha una iniciativa para proveer refugio de emergencia a personas sin hogar.

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