¿Por qué sonríen los bebés?

Las primeras sonrisas son un acto reflejo, pero a medida que el niño crece las convierte en una forma de relacionarse con el mundo
Por Cristian Vázquez 2 de abril de 2014
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Imagen: FennecCooper

Pocos gestos son tan universales como una sonrisa. Sin importar la cultura o la condición, todos sonreímos. Y como demuestran distintas observaciones del interior del vientre materno a través de ultrasonidos, sonreímos incluso desde antes de nacer. Sin embargo, la sonrisa del bebé tiene distintas causas y significados en los primeros momentos de la vida, como se explica a continuación: desde un acto reflejo del niño en las primeras semanas hasta convertirse en un gesto social, intencional y empático, con el paso del tiempo.

¿Por qué sonríe el bebé?

Los recién nacidos sonríen cuando duermen, durante la fase de sueño REM

La sonrisa es uno de los gestos y comportamientos más característicos del ser humano. Todos sonreímos, en general, ante situaciones de placer o entretenimiento. Pero en ocasiones, también lo hacemos a causa de los nervios, la ansiedad u otras emociones. Hasta los bebés sonríen en el vientre materno.

En efecto, la sonrisa de los niños pequeños atraviesa varias etapas, cada una con distintas características y motivaciones. Se describen a continuación.

1. La sonrisa del bebé: refleja y espontánea

La primera sonrisa del bebé se produce desde los últimos meses de la gestación y hasta el primer mes de vida. Es un acto reflejo, no motivado por acontecimientos externos al propio niño. Es decir, responde a situaciones internas, como la satisfacción después de comer o a la actividad del sistema nervioso central. Por eso, con frecuencia aparece durante la fase de sueño REM. Así lo demostraron algunos estudios hace ya más de tres décadas.

Desarrollos posteriores han permitido analizar las sonrisas incluso desde antes del nacimiento. Investigadores japoneses observaron varios bebés en el vientre materno y seleccionaron 31 en los que detectaron sonrisas. Luego los grabaron durante dos minutos a cada uno, y en esos 62 minutos registraron 51 sonrisas, con una duración media de 3,21 segundos cada una. Este trabajo, considerado el primer estudio intensivo de sonrisas de niños aún en el vientre materno, fue publicado en 2012.

2. La sonrisa del bebé social o activa

La risa del bebé se retroalimenta: cuando el niño sonríe, sus padres también lo hacen, lo que le induce sonreír más

La sonrisa social aparece hacia el final del primer mes de vida, cuando el pequeño empieza a manifestar respuestas a estímulos externos que le llaman la atención, como objetos brillantes y en movimiento. También surge al reconocer expresiones o movimientos en las caras de otras personas o sonidos agradables, como una voz suave. Para propiciar que el bebé sonría, se puede jugar con él, abrazarlo y hacerle cosquillas.

Además, a partir de los dos meses, el niño desarrolla una «reacción circular primaria», una conducta sobre su propio cuerpo realizada al azar y sin ningún propósito y que «produce un resultado tan placentero que motiva al pequeño a repetir la sonrisa hasta conseguir el mismo efecto«, según explica el manual ‘El juego infantil y su metodología’ (McGraw-Hill Interamericana de España, 2010). Las sonrisas son, junto con los balbuceos y los movimientos de cabeza y de manos, algunos de esos gestos que el niño repite.

3. La sonrisa del niño diferencial

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Imagen: tiarescott

Esta tercera etapa de la sonrisa del bebé se extiende entre los cuatro y los ocho meses. El niño ya sonríe de modo abierto y aparece la risa infantil, sobre todo, cuando se estimula con cosquillas u otra acción externa.

Esta se denomina sonrisa diferencial, porque el pequeño ya reconoce rostros y empieza a decidir ante cuáles sonreír y ante cuáles no. A veces permanecerá indiferente y, en otros casos, hasta puede que llore. Los descubrimientos placenteros del bebé, que le motivan a repetirlos, no se relacionan con su propio cuerpo sino con el entorno físico y social, como juguetes y otros objetos.

Por otro lado, en este periodo el niño comienza a reconocer el significado de las sonrisas y demás expresiones de las otras personas. Y se produce una retroalimentación: cuando el bebé sonríe, nota que también lo hacen sus padres, lo cual refuerza su conducta y lo lleva a seguir sonriendo. En esto influye también el hecho de que la sonrisa es contagiosa, tal como demostró un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Uppsala (Suecia).

4. La risa del niño con intención

Desde los ocho meses y hasta que cumplen un año de edad, los niños desarrollan la sonrisa intencional. Se llama así porque el pequeño ya es capaz de utilizar la sonrisa -y también la risa- para lograr metas y objetivos. Así es como comienzan a hacer cosas para llamar la atención o para ver cómo reaccionan los demás. Además, se afina su capacidad de entender las expresiones del resto. Si ante una situación desconocida su madre o padre sonríen, el niño se tranquilizará.

Vale recordar, en este sentido, la experiencia realizada por científicos estadounidenses en 1957: en circunstancias normales, los bebés de un año de edad gateaban para acercarse a sus madres, sin importar la expresión que esta tuviera. Pero colocados sobre un acantilado visual (es decir, una superficie de cristal sobre la que el pequeño puede gatear, pero puesta a una cierta altura), los bebés solo se acercaban a sus madres si estas sonreían. Si, en cambio, ellas mostraban gestos de enfado o miedo, los pequeños se quedaban donde estaban. En este vídeo se observa una reproducción de aquella experiencia.

5. La sonrisa del niño empática

A partir del año de vida, la sonrisa es consciente y empática. El niño expresa con ella alegría y bienestar, reconoce esas sensaciones en los demás y las comparte, la sigue usando para obtener algo a cambio, etc.

Desde luego, conviene estimular las sonrisas en todas las etapas del desarrollo. La experiencia ha demostrado que la risa y la sonrisa nos hacen bien, tanto las propias como las de quienes nos rodean. E incluso hay estudios que sugieren que las personas que más sonríen son más atractivas, más competentes a nivel profesional y tienen una mayor expectativa de vida.

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