Los efectos físicos del aborto

Tras la interrupción de un embarazo, la recuperación física de la mujer tarda entre varias semanas y poco más de un mes
Por Clara Bassi 25 de octubre de 2011
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Imagen: Vanina W.

Después de sufrir un aborto, la recuperación física de la mujer oscila entre varias semanas y poco más de un mes, según el tiempo que haya estado embarazada. Algunas hormonas propias de la gestación permanecen en la sangre durante uno o dos meses después de una pérdida espontánea, pero los efectos físicos suelen desaparecer con rapidez.

Según afirma Enrique Kupman, ginecólogo de la Policlínica Miramar, de Palma de Mallorca, en el plano físico, la recuperación de la mujer es rápida; la menstruación reaparece entre cuatro y seis semanas más tarde y, en ausencia de otros problemas, puede quedarse de nuevo embarazada al poco tiempo.

El tiempo de ingreso en el hospital depende de cada paciente y de las normas de cada institución pero, en general, en 24 horas se les da el alta. La hemorragia cesa entre siete y diez días después. En algunos casos, se puede producir una infección que prolonga la hemorragia o causa una secreción de aspecto desagradable, aunque con antibióticos se puede resolver el problema, explica Kupman.

Síntomas a tener en cuenta

La mujer que acaba de sufrir un aborto puede tener distintos síntomas, desde dolor lumbar hasta molestias abdominales agudas o de tipo cólico, con o sin sangrado vaginal, así como pérdidas de restos de tejido o coágulos. Una vez en casa, debe prestar atención a ciertos signos indicativos de complicación, como fiebre, secreción vaginal purulenta o con mal olor, hemorragias o aumento del dolor. En todos estos casos, hay que consultar al médico.

No obstante, aunque los efectos físicos se superen pronto, puede no suceder lo mismo en el aspecto emocional. El dolor psíquico puede ser tan intenso como el que se experimenta tras la pérdida de un ser querido. Muchas mujeres lo describen como una gran sensación de vacío.

Últimas cifras en España

A las interrupciones espontáneas hay que sumar los abortos voluntarios y las muertes perinatales, es decir, aquellos bebés que nacen sin vida y quienes fallecen al poco de nacer. Estos últimos comprenden las defunciones fetales tardías. Según los últimos datos registrados en España, en 2009 la tasa de mortalidad fetal fue de 3,12 por cada 1.000 nacidos vivos que se registraron; en menores de una semana, de 1,44 fallecimientos por cada 1.000 nacidos vivos en el mismo periodo; y en menores de 28 días, que fueron de 2,12 muertes por cada 1.000.

Las interrupciones voluntarias del embarazo fueron 111.482 (total nacional). La franja de edad con más casos es la que abarca de los 25 a los 29 años (27.747) seguida del de los 20 a los 24, con 26.275; luego están de los 40 a los 44 años (22.747); las mayores de 44 (15.318), según informa Kupman.

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