Fomentar la lectura desde casa

La familia desempeña un papel fundamental en el fomento del hábito lector de los menores
Por Marta Vázquez-Reina 21 de noviembre de 2008
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Imagen: Rob

¿Por qué algunos niños leen mucho y otros tan poco? La respuesta a esta pregunta no está siempre entre las cuatro paredes del aula escolar. Aunque dentro de ellas se aprende la técnica, el hábito -que es lo importante- se adquiere en el hogar. Los padres, con su actitud y motivación, pueden lograr que los hijos aprendan a amar la lectura y a incluirla dentro de sus actividades preferidas de ocio.

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Desde que el pasado año 2007 el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros, publicado trimestralmente por la Federación de Gremios de Editores de España, incluyera a los menores entre 10 y 13 en la población objeto de estudio, un dato significativo resalta entre todos los demás: este grupo de edad es el más lector de España. Los datos son contundentes: mientras que entre la población mayor de 14 años tan sólo un 53,9% se puede considerar como lectora, ya sea habitual u ocasional, entre los niños de 10 a 13 años este porcentaje se eleva al 81,9%, de ellos, el 65,5% son lectores frecuentes, es decir, que leen libros diaria o semanalmente.

Casi el 60% de los niños entre 10 y 13 años que leen, lo hacen porque les gusta

Se puede pensar que estas cifras están definidas por la obligatoriedad de lectura impuesta generalmente en las escuelas a los niños de esta edad; sin embargo, tal como refleja el Barómetro, casi el 60% de estos niños afirma leer porque les gusta, un 30,4% porque se lo han recomendado y tan sólo un 10,6% lee por obligación. Asimismo, el perfil de estos niños lectores que ofrece el Barómetro nos proporciona una de las pistas principales para adivinar los factores que propician este alto nivel de lectura: el 74,5% asegura que sus padres leen frecuentemente, un 84,3% recuerda que sus progenitores les leían de pequeños y en sus hogares hay una media de cerca de 33 libros infantiles y juveniles. La conclusión es evidente, las familias, al igual que el profesorado y la escuela, tienen un papel determinante en el fomento del hábito lector entre los más pequeños.

¿Cómo estimular la lectura en los niños?

«Si tu lees, ellos leen», así rezaba la conocida campaña lanzada por el Ministerio de Cultura, enmarcada dentro del Plan de Fomento de la Lectura, con el objetivo de incidir sobre el papel decisivo de las familias en el incremento de los índices de lectura de niños y jóvenes. Efectivamente, por mimetismo los hijos tienden a copiar las actividades realizadas por los padres y es mucho más probable que un niño criado en un hogar donde la lectura sea una actividad cotidiana adquiera más fácilmente el hábito de lectura que otro criado en un hogar donde no se lea con demasiada frecuencia. Tal como afirman Gretel García y Eduardo Torrijos en su libro ‘Juegos para fomentar la lectura infantil’, «el niño que ve a sus padres leer, cuidar sus libros o interesarse por la lectura sobre sus temas favoritos sentirá la tentación de mirar, tocar y leer algún libro».

No todos los progenitores son unos ávidos lectores y esto no significa que tengan la batalla perdida

Pero, lógicamente, no todos los progenitores son unos ávidos lectores y esto no significa que tengan la batalla perdida, ni mucho menos: siempre que exista interés y disposición por fomentar que sus hijos lean y comprendan la importancia que esta actividad tendrá en su futuro, podrán lograr con muchas de sus acciones diarias que los menores incluyan la lectura dentro de sus actividades favoritas.

Consejos que invitan a leer

Empezar desde pequeño: no es necesario esperar a que el niño aprenda a leer para fomentar en él el amor por la lectura; el periodo anterior a los seis años, edad madurativa en la que los niños empiezan a leer, es fundamental para potenciar sus hábitos posteriores. Leer con ellos es la principal actividad que los padres deben realizar en estas edades, crear un momento especial de lectura al día, en un lugar tranquilo, ayudará a que el niño asocie el hecho de leer a un acto placentero, en el que su padre o madre está por completo dedicado a él; asimismo, el niño, gracias a estas lecturas, comenzará a asociar los sonidos con las palabras, ampliará su vocabulario, en definitiva, adquirirá unas habilidades previas que hará que el posterior proceso de aprendizaje de la lectura sea más fácil.

Regalar libros ayudará a que los pequeños los identifiquen como algo valioso e importante

Regalar libros: regalar un libro a un niño, de la misma manera que se regala cualquier otro juego o juguete, incluso darle la categoría de regalo especial, por ejemplo haciendo que regale él libros a sus amigos en sus cumpleaños, ayudará a que los pequeños identifiquen los libros como algo valioso e importante; asimismo, es conveniente llevarlo con frecuencia a una librería, para que elija los que más le gustan, para que vea como se renuevan los títulos y pueda esperar con ansía el momento de recibirlos.

Enseñarle la utilidad de la lectura: además de ser una actividad placentera y de ocio, los niños deben conocer que la lectura es también una fuente de conocimiento; una de las mejores ocasiones para demostrárselo es buscando en los libros las respuestas a muchas de las múltiples dudas y preguntas que diariamente plantean a sus padres; leerle el significado de una palabra en un diccionario o enseñarle una fotografía en un libro de aquello que desconoce hará comprender al niño la utilidad de los libros. Por otra parte, cuando el niño muestre un interés significativo por un tema concreto, los padres también pueden buscar en la biblioteca o comprar un libro relacionado con ese tema, de modo que el pequeño sepa que gracias a los libros puede ampliar sus conocimientos sobre aquello que le interesa.

Es importante concederle un sitio para que pueda colocarlos ordenadamente y acceder a ellos con facilidad

Crear su propia biblioteca: además de que el niño comience su propia colección de libros desde pequeño, es importante concederle un sitio para que pueda colocarlos ordenadamente y acceder a ellos con facilidad, para que cuando sienta el deseo de leer pueda hacerlo y elegir el libro que quiera sin dificultad. Podrá servir de ayuda el enseñarle a clasificarlos por temas, por autores, por colecciones, etc., fomentando de esta manera también el hábito del orden en él; una idea original puede ser catalogarlos con gomets de colores, marcando por ejemplo los que ya se ha leído, o los preferidos, así podrá encontrarlos siempre fácilmente.

No obligarle a leer: tal como afirma Daniel Pennac, en su ensayo ‘Como una novela’, donde aborda la problemática de la falta de lectura en los adolescentes, «el verbo leer no tolera el imperativo», es decir, el obligar a leer no lleva a ningún resultado positivo al igual que cualquier cosa impuesta por los adultos. Lo importante no es conseguir que el niño lea, el logro es que quiera leer y para eso hay que darle la libertad de elegir hacerlo o no; el papel de los padres en este sentido debe ser fomentar el interés hacia la lectura con pasos y actividades como los que se han mencionado anteriormente. Sólo de este modo se logrará que el día de mañana cuando la lectura de una obra se acerque al final, el niño en vez de alegrarse por terminar el libro se lamente de que la diversión se acaba.

La lectura en los actos cotidianos

La palabra leer no tiene por qué estar asociada necesariamente a un libro. Si nos paramos a pensar, leer es un acto cotidiano que realizamos cientos de veces al día, incluso sin darnos cuenta; leemos los rótulos de las tiendas, las etiquetas de los productos en el supermercado, un mail, una carta del banco o una simple placa en la calle; ¿por qué no aprovechar estos pequeños actos de lectura para habituar a los niños a ella?, así podrán alcanzar a comprender de la manera más práctica posible la utilidad que tiene la lectura en la vida cotidiana y la importancia de ésta en el transcurso del día a día.

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