Las cumbres nevadas del planeta en peligro por los graves efectos del deshielo y la deforestación

El Año Internacional de las Montañas trata de concienciar sobre los problemas que sufren los grandes sistemas alpinos
Por EROSKI Consumer 7 de mayo de 2002

Las montañas son un barómetro de la salud del planeta y los efectos del cambio climático. Los casi nueve kilómetros de altura máxima de la cordillera del Himalaya establecen los márgenes de vida natural. Y, según los climatólogos, el barómetro está recogiendo peligrosos datos que ofrecen un panorama anticipado de lo que podría ocurrir laderas abajo. Durante muchos siglos, las montañas fueron áreas inaccesibles, protegidas por su propio aislamiento. Ahora, con el planeta convertido en una autopista por sus cuatro costados, ni la montaña más alta (Everest, 8.846 metros) puede evitar ser la «gran vía del alpinismo». Las vemos lejos, pero uno de cada dos humanos sacia su sed cada día con agua llegada de alguna montaña, el 10% de la población (600 millones) vive en zonas montañosas y otro 40% relativamente cerca.

Esta realidad llevó a Naciones Unidas (ONU) a declarar 2002 como Año Internacional de las Montañas. Con evidente retraso pero con cierto consenso, el Comité Español (en el que están representados administraciones, ONG´s y organismos de la montaña) acaba de constituirse en el país que es el segundo más montañoso de Europa, con un 20% de su territorio por encima de los mil metros de altitud y otro tanto en zonas asimilables a economías de altura. Durante los próximos meses se multiplicarán por España y el mundo las conferencias, ciclos, exposiciones o charlas de destacados expertos y alpinistas para sensibilizar sobre la necesidad de cuidar el monte. La primera cita reúne en Turín desde ayer a representantes de las cinco mayores cumbres de cada continente.

El futuro de los ecosistemas de montaña está en peligro. «Los hallazgos sobre el Himalaya revelan la gravedad de una nueva y alarmante amenaza», dijo hace unas semanas el director del Programa de la ONU sobre el Medio Ambiente (UNEP), Klaus Toepher. Fue su resumen del estudio realizado por los científicos del UNEP en el que se avisa del peligro de desbordamiento de al menos 44 lagos del Himalaya, debido al calentamiento planetario.

Hielo en retirada

«Los glaciares de las montañas están derritiéndose a una velocidad nunca vista. De seguir estas tendencias, a finales de siglo habrán desaparecido por completo muchos», advierte la ONU. Los expertos calculan que el planeta se calentará entre uno y 3,5 grados antes de 2100. Sus consecuencias las notarán primero tanto los vecinos de la montaña como los que sobreviven al nivel de los océanos.

«A nadie le es ajeno el papel clave de las montañas, por eso los programas de biodiversidad surgidos de la Cumbre de Río (1992) convirtieron a las áreas de altura en una de sus zonas básicas de conservación», recuerda el portavoz de Ecologistas en Acción en el Comité Español, Theo Oberhuber.

Mientras la secretaria general de Medio Ambiente y presidenta del Comité, Carmen Martorell, afirma que «lo que ocurra después del 2002 ya lo decidiremos», hay en el seno del organismo recién creado una voluntad de ir más allá. «No queremos que pase como otro año internacional de esos que tanto abundan. Aspiramos a que se amplíe y quede un comité permanente», insiste Oberhuber, recogiendo el sentir de gran parte del sector «no oficial» del Comité español.

Ciudad y montaña

Después de siglos de crecimiento demográfico y explotación intensiva de la tierra, los bosques se han reducido a parcelas verdes. En este caso, las personas de las montañas huyen laderas abajo. Es sintomático que los grandes «mantos verdes» se retiran a medida que las grandes urbes crecen. Desde 1950 hasta ahora, las ciudades con más de un millón de habitantes en el mundo han pasado de 79 a 290. Cuando los bosques de las montañas se talan de forma insostenible o cuando se desboscan demasiadas tierras para cultivarlas, criar ganado o explotar la minería, el agua que suele llegar a las cuencas hidrográficas se escurre por laderas desnudas. La erosión transforma así la promesa de vida en un una nueva amenaza en forma de avalanchas mortales. Las prácticas forestales y agrícolas insostenibles (la roturación de montes que se abandonan en cuanto dan un par de cosechas y la esquilmación de maderas tropicales son las más graves) hacen el resto.

Frente a otras ciencias, nunca se han estudiado de forma científica y coordinada las decisivas relaciones entre las cuencas hidrográficas, los bosques de las montañas y los pastizales de montaña, los pueblos de las montañas y la población urbana de las tierras bajas. Si existe la vulcanología o la biología marina, ¿por qué no la montañología?, se pregunta sus defensores.

De ahí el objetivo de parte de estos Comités del Año Internacional de las Montañas de crear Seminarios sobre el desarrollo sostenible para lograr que el interés por las cumbres sean tan duradero como sus imponentes perfiles.

Plan Rector de Picos

Con cinco parques nacionales y alto interés como ecosistemas de montaña (Aigüestortes, Caldera de Taburiente, Ordesa y Monte Perdido, Sierra Nevada, Teide y Picos Europa), España presume de una bien ganada fama de proteger sus zonas altas. Un esfuerzo que no es de hoy ya que Picos de Europa y Ordesa están protegidos como parque desde 1918.

Picos de Europa, cuna de los últimos osos españoles, tiene desde hace una semana Plan Rector de Uso y Gestión, un polémico documento contestado por todas partes. El proyecto, para el que se han evaluado 67 millones de euros (once mil millones de pesetas) para los próximos seis años, contempla, entre otras polémicas decisiones, el mantenimiento de la caza y la pesca. Los lugareños quieren algo más que parques temáticos de la naturaleza. El alcalde de Posada de Valdeón, capital de los Picos leoneses, Luis Angel Alonso, anunció que «impugnaremos el proyecto si no contempla las alegaciones presentadas por consenso de todos los grupos políticos».

Los debates en estas zonas son casi siempre los mismos. Mientras los vecinos reclaman infraestructuras (desde estaciones de esquí a parques de montaña y accesos para los turistas), los conservacionistas claman contra «programas de desarrollo insostenibles», explica Oberhuber.

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