Basura espacial

El aumento de la contaminación alrededor de la Tierra pone en peligro las misiones espaciales y el funcionamiento de los satélites
Por Alex Fernández Muerza 3 de septiembre de 2008
Img basura espacial listado
Imagen: NASA

Millones de desechos de satélites y cohetes fuera de uso y hasta cámaras o cepillos de dientes perdidos por los astronautas orbitan sin control alrededor de la Tierra. Esta basura espacial aumenta cada año, y supone un peligro creciente para las misiones de astronautas y los sistemas de satélites. De seguir este contaminante ritmo, en las próximas décadas será misión imposible transitar estas zonas, avisan los expertos. Por ello, las principales agencias espaciales desarrollan programas específicos para combatir y controlar este problema.

Un vertedero que orbita sobre nuestras cabezas

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La Estación Espacial Internacional (ISS) se desplaza ahora kilómetros más cerca de la superficie terrestre, en concreto a 353,7 kilómetros de altura. No es la primera vez que sus responsables corrigen su órbita, para tratar de evitar una posible colisión con los restos acumulados tras décadas de lanzamientos de cohetes y satélites.

Se estima que cada año el número de estos residuos aumenta en un 5%

Y es que estos desechos están transformando el espacio cercano a la Tierra en un auténtico vertedero. La Agencia Espacial Norteamericana (NASA) cuenta con una base de datos que reúne unos 10.500 objetos inservibles mayores de 10 centímetros (cm.); unos 110.000 de entre uno y diez cm.; y unos 35 millones menores de un cm. No obstante, la mayor parte de la basura espacial no estaría censada: la Agencia Espacial Europea (ESA) cree por ejemplo que hay más de 600.000 objetos superiores a 1cm.

Asimismo, se estima que cada año el número de estos residuos aumenta en un 5% en las distintas órbitas que suelen utilizarse para posicionar estos ingenios, entre 850 y 36.000 kilómetros de altitud.

La mayoría de esta basura procede de explosiones, como las ocurridas el año pasado, consideradas las más importantes hasta el momento. El 11 de enero de 2007, el Gobierno chino mandaba un cohete para destruir un viejo satélite meteorológico, cuyos restos aumentaban en un 15% la cantidad de chatarra en el espacio. La misión formaba parte de un sistema anti-satélites que Estados Unidos y Rusia dejaron de utilizar en los años 80 precisamente para evitar este problema.

Por su parte, un suceso de consecuencias similares se producía el 19 de febrero: una parte de un cohete ruso, del tipo Briz-M, explotaba por causas que se desconocen al tratar de poner en órbita un satélite Arabsat de comunicaciones.

Posibles consecuencias

El impacto de uno de estos objetos podría poner en peligro la vida de los astronautas. De hecho, la misión STS-48 del transbordador Discovery efectuó oficialmente en 1991 la primera maniobra específica para evitar una colisión con los restos del satélite soviético Cosmos 955.

/imgs/2008/09/impacto-resto-espacial01.jpgPor otra parte, las explosiones y colisiones de estos restos podrían dejar inutilizables los miles de satélites que hoy en día resultan imprescindibles. Por ejemplo, Heiner Klinkrad, director de la Oficina de Residuos Espaciales de la ESA, asegura que el aumento de esta contaminación espacial está poniendo el peligro misiones de observación de la Tierra, como los satélites que vigilan el medio ambiente y el clima ERS o Envisat.

Y por pequeño que parezca alguno de estos fragmentos, la enorme velocidad relativa a la que viajan puede provocar secuelas considerables, como muestran por ejemplo las imágenes de un estudio realizado por la ESA. Jesús Marcos, director del Área de Espacio de Inasmet-Tecnalia, afirma que pequeñas partículas de unos tres centímetros de acero o aluminio pueden tener el efecto de una bala de metralleta al impactar en un equipo.

La chatarra espacial podría volver intransitable la órbita terrestre dentro de medio siglo

Los expertos recuerdan también el aumento del “síndrome Kessler“, en honor a Donald J. Kessler. Este consultor de la NASA ha destacado que a medida que haya cada vez más chatarra espacial flotando, las posibilidades de que colisionen entre sí o con artefactos en funcionamiento crecen, lo que supondrá a su vez la generación de mayor basura, y así sucesivamente.

En este sentido, según un estudio publicado en la revista Science, la acumulación de restos de naves, cohetes, satélites y hasta objetos perdidos por los astronautas en sus misiones extravehiculares podría volver intransitable la órbita terrestre dentro de medio siglo.

Medidas para combatir la basura espacial

Las principales agencias espaciales del mundo tienen ya en cuenta este problema para el diseño de sus ingenios. Por ejemplo, se desarrollan corazas o capas externas más resistentes, como por ejemplo la que lleva ahora la ISS, y sistemas que permiten una mayor capacidad de maniobra para esquivar los fragmentos mayores. Asimismo, algunos diseños están pensados para evitar la fragmentación del artilugio tras su vida útil.

/imgs/2008/09/resto-espacial03.jpgPor otra parte, para mitigar la generación de más escombros espaciales, se han propuesto también diversas medidas. La pasivación de las fases superiores de un artilugio mediante la liberación de combustible residual podría disminuir el riesgo de explosiones orbitales. Otros expertos plantean colocar a los satélites tras su vida operativa en “órbitas cementerio“, sin la presencia de satélites operativos, como en 2003 en el caso del francés Spot-1.

Asimismo, otras propuestas incluyen sistemas de “barrido”, como remolcadores automáticos o “escobas” láser que conduzcan los escombros a la atmósfera hasta que se desintegren; o sustancias conocidas como “aerogeles” capaces de absorber y atrapar en su interior estos desechos.

La NASA cuenta con una docena de estaciones de seguimiento, tanto en tierra como en órbita, y diversos instrumentos de vigilancia

No obstante, la mayor parte de los esfuerzos se centran actualmente en evitar la producción de más desechos y en la vigilancia de los que ya se encuentran en el espacio. La NASA cuenta con una docena de estaciones de seguimiento, tanto en tierra como en órbita, y diversos instrumentos de vigilancia, como el LDEF (Long Duration Exposure Facility), para el control de pequeñas partículas. Asimismo, su Oficina del Programa de Desechos Espaciales se centra en el seguimiento de estos objetos y en proponer medidas para reducirlos.

Por su parte, el Comando Estratégico de EE.UU., una institución dependiente del Ministerio de Defensa, utiliza diversos telescopios y rádares y cuenta con un catálogo de 13.000 objetos, en parte para evitar confundirlos con posibles ataques de misiles.

En Europa, la ESA dispone también de una Oficina de Residuos Espaciales y de diversos telescopios y rádares para el estudio y vigilancia de la chatarra espacial. España colabora con una estación de seguimiento ubicada en el Observatorio del Teide, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).

Asimismo, la ESA ofrece interesantes webs con información al respecto, como una evolución en imágenes donde se puede observar el problema, o una animación que muestra la acumulación y distribución de los objetos catalogados desde 1957 hasta 2000.

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