El seguimiento de 47.000 profesionales varones de la sanidad durante doce años ha confirmado una evidencia: que el consumo de alcohol eleva el riesgo de sufrir ataques de gota, enfermedad que generalmente tiene que ser tratada durante toda la vida. Una investigación de la Universidad de Harvard y del Hospital General de Massachusetts, publicada en «The Lancet», delimita la responsabilidad del alcohol, centrándola en la cerveza y los licores. Consumir más de 50 g de alcohol a diario (el equivalente a cuatro o cinco bebidas) se asocia con un aumento del riesgo de 2,5 veces, mientras que ingerir de 10 a 15 g diarios (una bebida) lo incrementa un 30%.
El director de la investigación, Hyon Choi, descarga de toda responsabilidad al consumo moderado de vino, pero carga contra los licores y la cerveza. Así, asegura que «dos cervezas o más por día aumentaban 2,5 veces el riesgo, en comparación con ningún consumo de cerveza», mientras el mismo número de medidas de aguardiente lo incrementaba 1,6 veces. La explicación a la alta capacidad de la cerveza para inducir el riesgo de gota reside en la purina, una sustancia presente en gran cantidad en la cerveza que provoca en el organismo una elevación en la producción de ácido úrico que, a su vez, es estimulada por el alcohol.
La causa que provoca la aparición de los ataques de gota es un aumento de los valores de ácido úrico en sangre, sin que esto signifique que todas las personas que tienen el ácido úrico elevado padezcan la enfermedad. La gota está causada por la acumulación de depósitos de ácido úrico en el tejido conectivo, a menudo en las articulaciones en pies o tobillos, que deriva en artritis inflamatoria. Los síntomas típicos son hinchazones, enrojecimiento de la piel, rigidez y dolores graves. Su tratamiento combina el control de los síntomas con la reducción de los valores de ácido úrico y es efectivo para aliviar los dolores y evitar otras complicaciones.
