Alcohol y neuronas

El 8% de los españoles abusa del consumo de bebidas alcohólicas
Por César Martín 11 de noviembre de 2004

Numerosos estudios demuestran que beber en exceso y de manera continuada provoca irreversibles alteraciones cerebrales, además de hepáticas, entre muchas otras. Sin embargo, existen otros bebedores, los recién bautizados por los sociólogos como ‘bebedores sociales’, que concentran la ingesta de alcohol únicamente los fines de semana. En estos casos, los expertos advierten de que el abuso del alcohol en pequeñas cantidades, pero prolongadas en el tiempo, provoca la muerte inmediata de las neuronas en las personas que están desarrollándose, además de graves anomalías en el sistema nervioso y dificultades en el aprendizaje.

Muerte de neuronas

Un estudio desarrollado por la Fundación Valenciana de Investigaciones Biomédicas (FVIB) explica que el consumo de alcohol en exceso provoca alteraciones cerebrales irreversibles, que pueden afectar con mayor virulencia a consumidores adolescentes. Ello se debe, según Consuelo Guerri, una de las autoras del estudio, a que “el alcohol ingerido en pequeñas cantidades provoca alteraciones en las células cerebrales, mientras que la intoxicación prolongada en el tiempo causa irremediablemente la muerte de una gran cantidad de neuronas y de astrositos”. Todo ello, en casos extremos, podría derivar en una parada cardio-respiratoria y en la posterior muerte del individuo.

La referida investigación destaca que las dificultades de aprendizaje, pérdida de memoria, hiperactividad y problemas para relacionarse con los demás son algunos de los síntomas del daño causado por el alcohol en el cerebro de personas que se encuentran en proceso de crecimiento debido a la pérdida de neuronas. Un daño que es irreversible ya que estas células no se regeneran.

Desde el Servicio de Alcoholismo de Osakidetza, Servicio Vasco de Salud, matizan las citadas conclusiones. Entienden que la pérdida de neuronas se da en los casos de alcoholismo crónico, tras muchos años de enfermedad, y en pacientes de edad avanzada. Víctor Puente, psiquiatra adjunto de la citada institución médica, remarca que los procesos degenerativos suelen derivar en demencias de carácter alcohólico, manifestadas en enfermedades como el Síndrome de Korsakoff, sobre todo en individuos que presentan episodios de falta de la vitamina B-1.

En otros casos, como en la ingesta compulsiva de alcohol durante los fines de semana, la situación es diferente, analiza este doctor. De hecho, asegura que en estos casos no se da “una muerte de millones de neuronas. Eso es usar términos exagerados. Ahora bien, una borrachera sí que provoca trastornos neuronales por los efectos del etanol sobre el sistema nervioso que derivan en la disminución de la consciencia y demás síntomas”.

Las neuronas más sensibles: en chicos de entre 13 y 15 años

Los daños que produce el abuso desmesurado de alcohol son mucho más graves en el caso de los adolescentes, ya que el cerebro no se desarrolla completamente hasta los 18 ó 20 años, por lo que un daño en un cerebro que se encuentra en fase de crecimiento supone que éste se desarrolle, a partir de ese momento, con una malformación. La franja de edad en la que los perjuicios cerebrales causados por el alcohol pueden ser más serios es la comprendida entre los 13 y los 15 años, según analiza Víctor Puente. Por su parte, Consuelo Guerri indica que el consumo de alcohol es perjudicial durante el embarazo y la lactancia ya que puede incidir sobre el feto o el bebé hasta en pequeñas dosis.

De hecho, parece ser que durante la gestación, un consumo moderado puede ocasionar al feto pequeños déficit en la formación del cerebro, que se manifestarán en la edad escolar del niño en forma de problemas de atención, aprendizaje y comportamiento. Por el contrario, una ingesta crónica de bebidas espiritosas podrá causar malformaciones más serias, como taras físicas o retrasos mentales en el crecimiento. Estos síntomas podrían ser el primer aviso de que la criatura sufre ‘Síndrome alcohólico fetal’.

Beber en exceso

El Plan Nacional sobre Drogas indica que la ingesta de alcohol se ha estandarizado entre la juventud, que tiende a concentrar su consumo a lo largo de los fines de semana. Es entonces cuando, en muchos casos, lo ingiere en cantidades exageradas que poco o nada tienen que ver con las dosis recomendadas para beneficiarse de las propiedades oxidantes de los derivados del etanol.

Dice un estudio sobre adicciones de la Consejería de Sanidad de la Comunidad Valenciana que una persona abusa de la bebida cuando bebe más de ocho cervezas, vinos o similares al día y de continuo, es decir, más de 240 g de alcohol a la semana, aunque testo también depende de la constitución física del bebedor, entre otras consideraciones. Este régimen, según el Plan Nacional sobre Drogas, se da en alrededor del 8% de los adultos españoles. Además, el 60% de la población adulta española consume habitualmente alcohol, lo que sitúa a España en la séptima posición del consumo mundial. Respecto a los jóvenes, los datos revelan que hasta el 20% de las personas entre 20 y 24 años bebe en abundancia, porcentaje que se reitera entre los adolescentes españoles de entre 14 y 18 años. En este sentido, los sociólogos señalan que muchos jóvenes- bautizado como bebedores sociales- beben en abundancia los viernes y sábados, principalmente.

Al respecto, se ha documentado que el abuso continuado de las bebidas con graduación está directamente relacionado con el desarrollo de patologías que pueden ir desde la cirrosis alcohólica, hasta en casos extremos, el coma etílico e incluso la muerte. Los hepatólogos reconocen que dosis mínimas de alcohol son capaces de dañar los hepatocitos, es decir, las células del hígado. Además, el etanol actúa como depresor del sistema nervioso central, con efectos perniciosos para la memoria, la capacidad de concentración e introspección. Incluso, en estadios de alcoholismo crónico se puede provocar la pérdida de millones de neuronas, que mueren víctimas de los continuos efectos de los componentes etílicos.

En este sentido, se puede afirmar que los efectos del alcoholismo crónico sobre el sistema nervioso central son múltiples. En estos episodios, los enfermos adictos al alcohol pueden sufrir:

  • Carencias nutricionales
  • Menor resistencia a infecciones
  • Cirrosis hepática
  • Mayor incidencia de traumatismos craneales y hemorragias

Todo ello puede derivar en la aparición de enfermedades degenerativas que afectan, principalmente, al sistema neurológico, como el Síndrome de Korsakoff, el ‘Mal de la rosa’ o pelegra, esclerosis de Morel, degeneración alcohólica, Enfermedad de Marchiafava-Bignami o la Mielinolisis pontina, entre otras.

El 40% de los menores bebe alcohol los fines de semana

El alcohol es una de las drogas más utilizadas por la juventud, gracias a su fácil accesibilidad y precio asequible. Cabe reseñar que el consumo de licores, vinos, cervezas y similares ha ido creciendo paulatinamente desde la década de los años 80. Un reciente estudio elaborado por el Instituto Deusto de Drogodependencias sobre la incidencia de las drogas en la juventud de una ciudad tipo, como Vitoria, apuntaba que casi el 80% de los estudiantes mayores de 12 años había probado el alcohol alguna vez en su vida. Además, también señala que ese consumo se torna cotidiano, ya que el 75% de los jóvenes en edad escolar declara haberlo probado durante el último año y, casi el 60%, durante el último mes. En este sentido, María Teresa Laespada, socióloga de la citada institución, explica que «resulta llamativo la enorme disponibilidad que los adolescentes tienen de bebidas alcohólicas, algo que también ocurre en el resto de España».

El citado análisis concluye que el 40% de los adolescentes beben alcohol casi todos los fines de semana, que son los días que concentran mayoritariamente el consumo de esta sustancia. De hecho, parece ser que el 90% de los escolares son abstemios durante el periodo de clases -sólo el 9,1% bebe en días laborables-, aunque seis de cada 10 se transforman en consumidores de alcohol (en diversos grados) en cuanto llega el viernes por la tarde-noche.

La ingesta de bebidas espiritosas deja entonces de ser moderada para convertirse en excesiva, con consumos abusivos en el 40% de los escolares. Éstos pueden dar cuenta en sus juergas entre una y dos botellas de 750 mililitros de alcohol puro, frente al 20% de los chavales que asegura beber moderadamente los viernes y sábados, principalmente.

Laespada certifica que el consumo de alcohol se ha atemperado paulatinamente en los días laborables para aumentar progresivamente los fines de semana, concretamente los sábados, día en el que concentra la ingesta. Todo ello no quiere decir que se beba ahora más que hace unos años, sino que las costumbres han cambiado. De hecho, en el ejercicio 90/91, había un 88% de escolares abstemios en días de clase. En 2002/2003, ese porcentaje llegaba al 91%. Sin embargo, en fines de semana, los chicos y chicas que no prueban alcohol han pasado del 44,8% en el año 1990 al 31,7% del pasado ejercicio.

Indicios de alcoholismo

El Instituto Deusto llama la atención en que la mitad de los escolares de entre 12 y 13 años ya ha probado el alcohol. De hecho, uno de cada cuatro de esos adolescentes bebe y no sólo para experimentar. Además, ésos lo hacen en exceso. La citada institución también señala que es a partir de los 14 años cuando el consumo se dispara y los escolares experimentan un primer contacto con al alcohol. En este sentido, el 85% de los escolares de esa edad ya sabe lo que es beber.

Además, Laespada advierte que a partir de los 16 años, los consumos de alcohol se tornan «excesivos», con el 62,7% de la población bebiendo en exceso o con indicios de alcoholismo.

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