Osteopatía

Esta terapia no se limita a tratar la lesión: busca su origen y va más allá de los síntomas antes de tratarlos
Por María Landa 10 de mayo de 2004

La osteopatía es una ciencia de la salud con gran prestigio y reconocimiento en Europa y Estados Unidos, donde ir al osteópata es tan común como ir al dentista. Sin embargo, en España está aún en sus albores, porque todavía no está reconocida como una profesión independiente. La clave de esta terapia es que no se limita sólo a tratar la lesión, sino que busca su origen y va más allá de los síntomas antes de tratarlos. Así por ejemplo, se descubre que una tendinitis en el hombro puede tener su origen en una mala alineación dental o en una disfunción digestiva. Los osteópatas se valen de sus manos para realizar diferentes manipulaciones en el cuerpo que devuelvan la movilidad a las estructuras con movimiento restringido.

Su origen

La osteopatía nació a finales del siglo XIX en Estados Unidos gracias al trabajo del doctor Andrew Still, que sentó las bases de esta terapia y creó la primera escuela de Osteopatía. Observando un esqueleto, este médico llegó a la conclusión de que una de las claves del buen funcionamiento de un órgano dependía de que tuviese relaciones mecánicas equilibradas con las estructuras que lo rodean (huesos, músculos, tendones, vísceras, etc.), y que éstas estuviesen en armonía entre ellas. Es decir que para que una articulación o víscera pueda funcionar de forma correcta, no debe haber nada que la perturbe. Y, precisamente, esto es lo que tratan de conseguir los osteópatas en la actualidad: buscan en el cuerpo restricciones de movimiento que alteran el conjunto del organismo.

Una de las características principales de la osteopatía es que es holística, es decir, trata al cuerpo como un todo, tal y como explica Mario Luis González, fisioterapeuta y osteópata. “La osteopatía examina al individuo en su conjunto y busca siempre la causa del trastorno o de la disfunción a través de una aproximación holística y no sintomática. Se tiene en cuenta que cada pérdida de movilidad de las articulaciones, de los músculos, ligamentos o vísceras puede alterar la armonía, el equilibrio y el buen funcionamiento del cuerpo”.

Esto explica, por ejemplo, que el paciente sienta dolor en un codo, pero que el origen de ese dolor esté en las cervicales o en una víscera, o que le duela el hombro derecho por un problema de hígado. La fisioterapeuta y osteópata Sandra López intenta aclarar las diferencias entre la labor que realizan el traumatólogo, el fisioterapeuta o el osteópata. “Si una persona acude con un síntoma al traumatólogo es muy posible que le recomiende tomar algún medicamento, o bien que vaya al fisioterapeuta u otro especialista. El fisioterapeuta tratará el síntoma mediante ultrasonidos, calor, movimiento de la articulación que sufre el problema, etc. Por último, el osteópata intentará averiguar la causa del dolor. Después podrá o no tratar el síntoma, pero ante todo busca saber cuál es la estructura que provoca ese dolor”.

Por eso una de las claves de este método es hacer un buen diagnóstico. En opinión de Julio Bustos, presidente del Registro de los Osteópatas de España, ROE, “el diagnóstico funcional es la fase más importante y siempre se realiza con la mano experta del osteópata, que explora al paciente y que se sirve, además de otras pruebas que nos ofrece la tecnología, como Rayos x, Tac, resonancias magnéticas, etc., en los casos en que es necesario”.

Para hacer el diagnóstico, el especialista explora articulación por articulación los distintos movimientos, hasta encontrar dónde no se mueve. “Así, mediante tests manuales y una palpación muy fina se identifican los posibles motivos articulares, miofasciales, vasculares o neurovegetativos que están alterando la buena función de algún tejido corporal”, aclara Mario Luis González.

La primera vez que el paciente acude a la consulta se le hace también un interrogatorio muy completo, según comenta Sandra López. “El paciente se sorprende cuando va a tratarse una migraña y se le pregunta si ha tenido un esguince de tobillo. Pero después de venir a nuestra consulta, el paciente cambia la visión de su cuerpo y toma más conciencia”.

¿Para qué tipo de dolencias se recomienda?

En principio, la osteopatía contribuye a mejorar cualquier patología en la que existe un trastorno de movilidad, elasticidad y función de alguna de las estructuras del cuerpo humano. Por lo tanto existen muchas dolencias para las que es recomendable:

Patologías del aparato locomotor:

  • Lumbalgias
  • Dorsalgias
  • Cevicalgias
  • Latigazo cervical
  • Hernias discales
  • Ciáticas
  • Desequilibrios posturales
  • Esguince de tobillo

Patologías viscerales:

  • Estreñimiento
  • Digestión difícil
  • Hernia hiatal
  • Ciertos trastornos ginecológicos
  • Adherencias post quirúrgicas

Patología craneal:

  • Migrañas, cefaleas
  • Acufenos
  • Alteraciones neurovegetativas
  • Síndromes postraumáticos
  • Bruxismo
  • Disfunciones de la articulación temporo mandibular
  • Vértigos, mareos
  • Ciertos trastornos oftalmológicos
  • Trastornos del recién nacido
  • Sinusitis

Estas son sólo algunas de las dolencias más comunes que puede tratar la osteopatía, una terapia que también tiene sus límites y contraindicaciones. “No se debe hacer en personas con un estado debilitado de la estructura por alguna patología tumoral, reumatológica, vascular, ósea, etc. Tampoco se puede usar en patologías degenerativas neurológicas, inflamatorias en general ni en trastornos psiquiátricos”, apunta el osteópata González. Por lo demás, es recomendable para personas de todas las edades; desde recién nacidos hasta personas muy mayores.

En muchos casos la osteopatía consigue retrasar y a menudo evitar la intervención quirúrgica. “Cuando hay hernias discales, cervicales y lumbares, o en patologías de rodilla, se suele conseguir desplazar la propuesta quirúrgica. Aunque no hay que descartarla para los casos más extremos. De todas formas en muchos países de Europa es habitual que los médicos propongan la osteopatía antes que la cirugía”, reconoce Mario Luis González.

Tipos de tratamiento y duración

Una vez realizado el diagnóstico funcional, el osteópata trata al paciente con las técnicas que se ajustan más a sus características o a las de su problema. Existen tres tipos de técnicas osteopáticas, aunque en opinión de Julio Bustos, presidente del ROE, “no se puede sustituir una parte por el todo. Hay una sola osteopatía, y en cada caso se usarán las herramientas más idóneas para cada paciente”.

Técnicas estructurales osteo-articulares: se actúa directamente sobre la estructura con maniobras directas, a menudo veloces, pero que no son demasiado molestas para el paciente

Técnicas de tejidos blandos, orgánicos o viscerales: se trabaja con movilizaciones locales sobre músculos, tendones, vísceras, fascias, etc.

Técnicas craneales o cráneo-sacrales: se realiza un trabajo más específico en el cráneo con micro movimientos y elasticidad ósea.

La duración del tratamiento depende de cada problema, pero Sandra López afirma por su experiencia la existencia de casos, sobre todo en patología aguda en los deportistas, que se solucionan con una sola sesión. “En otras patologías, como hernia de disco, se requieren tratamientos más prolongados y revisiones frecuentes. Lo que no es habitual es ver al paciente más de una vez por semana, porque se hacen cambios en la estructura y tiene que reorganizarse de nuevo. Por esta razón hay que dejar que pasen a menos 7 días” explica.

En cuanto al precio, esta fisioterapeuta y osteópata cree que es asequible para cualquier persona y más barato que otros tratamientos, aunque en un principio parezca más caro. “Con un tratamiento privado de fisioterapia se hace un mínimo de 20 sesiones a unos 18 euros la sesión. El osteópata cobra unos 60 euros de media, pero quizá sirva con muy pocas sesiones”, apunta. “También hay gente que viene sin tener una lesión concreta, sólo para hacer una especie de ITV, una revisión de estructura general, que es totalmente recomendable porque siempre se encuentra alguna anomalía”, concluye.

Profesión y estudios sin regular

Uno de los problemas a los que se enfrentan los osteópatas en España es la falta de regulación legal de la profesión, lo que provoca un gran intrusismo de personas que practican esta terapia sin tener suficiente preparación ni titulación. Esto, a juicio de Mario Luis González, puede provocar un riesgo para el paciente. “El desconocimiento de algunas materias básicas hace que no se establezca un diagnóstico diferencial elemental. Esto implica el riesgo de no tratar al paciente con la técnica adecuada, algo que ocurre a menudo en España, pero que en otros países de Europa está mucho más controlado”.

En 1997 el Parlamento Europeo aprobó la ley de normalización de las medicinas no convencionales (entre las que se incluye la osteopatía), en la que se recomendaba a todos los países miembros su regulación, tal y como establece la Organización Mundial de la Salud. Pero en la actualidad sólo Gran Bretaña tiene la osteopatía totalmente reglamentada como profesión sanitaria independiente. Este mismo año Francia y Bélgica también lo regularán, pero en España de momento no está reconocido y la seguridad social no lo cubre, aunque sí lo hacen algunas mutuas privadas.

Julio Bustos, presidente del Registro de Osteópatas, reconoce que al ser una profesión no reglada, “cualquiera puede llamarse osteópata aunque no tenga la formación académica recomendada por la Federación Europea de Osteópatas (FEO). Ahora existen numerosas escuelas que imparten “formación en osteopatía”, incluso en 3 meses y por correspondencia, pero no tienen ningún reconocimiento ni aquí ni en Europa. No pongo en duda el buen hacer de algunos profesionales, que aunque no tengan una formación adecuada, tienen el instinto natural para este tipo de terapias. Pero sí lamento que se esté dando una formación inadecuada e insuficiente a alumnos que no tienen la información correcta”, denuncia.

El registro sólo reconoce 5 escuelas en España, 3 en Barcelona y 2 en Madrid, y sólo se ofrece la formación a tiempo parcial a los profesionales de la salud (médicos, fisioterapeutas o enfermeros). Según explica Bustos, para el resto de personas la recomendación de la FEO es que “la formación sea a tiempo completo de 5.000 horas lectivas para licenciatura y 7.000 para doctorado, o una formación de 2.200 horas a tiempo completo en tres años a partir de una profesión sanitaria”.

Ante esta falta de control y el intrusismo existente, recomiendan a los pacientes tener muy claro en qué manos se ponen. “Deben asegurarse que son titulados y que han estudiado medicina o fisioterapia, porque los que estudian en academias sin tener más formación podrían hacer mucho daño”, insiste Sandra López. En el Registro de Osteópatas de España constan en la actualidad 70 profesionales, según datos de su presidente, quien reconoce que hay muchos más que no se han registrado. “Por otro lado, están los que se dicen osteópatas, que pueden ser unos 5.000. El Ministerio de Sanidad tendrá que enfrentarse a este problema cuando por fin regulen la profesión, ya que muchos no podrán ejercer y serán perseguidos legalmente”, comenta Bustos. En caso de duda recomienda acudir a los colegios profesionales de la salud de cada comunidad o consultar en la página web del ROE: www.osteopatas.org.

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