Síndrome de las piernas inquietas

El desconocimiento que existe sobre esta enfermedad genera diagnósticos erróneos
Por Tatiana Escárraga 24 de mayo de 2004

Sensaciones anormales, molestas y dolorosas que se manifiestan en las piernas durante el sueño o el descanso. Esta es, en términos generales, la definición de la acromelalgia, también conocida como el síndrome de las piernas inquietas, un mal que según los expertos, padece entre un 5% y un 10% de la población española y que es el causante de muchos casos de insomnio. Aunque en algunas bases de datos aparece como una enfermedad rara, los médicos aseguran que es más frecuente de lo que parece y que su desconocimiento provoca diagnósticos erróneos.

Mover las piernas, el único alivio

El cuadro característico de las piernas inquietas es una sensación molesta en la parte más baja de las piernas y que los pacientes describen como calor, dolor, pinchazo, hormigueo o inquietud. En términos médicos se habla de parestesias (sensaciones anormales) y disestesias (sensaciones molestas o dolorosas) que ocurren, por lo general, cuando las extremidades se hallan en reposo, es decir, en las horas de sueño o de descanso.

El único alivio que los individuos encuentran ante este padecimiento neurológico es mover las piernas, provocando así alteraciones del sueño que normalmente derivan en insomnio. Además, el movimiento sólo alivia las molestias, pero no las elimina del todo. En algunos casos, inclusive, las sensaciones suelen aparecer cuando ya se está en un estado profundo de somnolencia. Y en ocasiones también se pueden desarrollar en periodos de inactividad, como por ejemplo mientras se está en el teatro, en el cine o viajando en coche.

El síndrome de las piernas inquietas, según explica el doctor Diego García-Borreguero, especialista de la Unidad del Sueño de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, se sigue considerando como una enfermedad rara pese a que tal valoración es errónea. De hecho, en algunas bases de datos este trastorno figura entre el grupo de las enfermedades menos frecuentes, si bien entre un 5% y un 10% de la población de los países occidentales la padece. Un 2%, dice el doctor García-Borreguero, presenta un cuadro severo.

Desde la Federación Española de Asociaciones de Enfermedades Raras (FEDER), una portavoz incide también en el hecho de que esta enfermedad se considera rara por el gran desconocimiento que de ella existe. En esta organización, sólo seis personas están registradas con este trastorno. Ello se debe, dice la portavoz, a que en ocasiones el síndrome no altera demasiado la vida de los pacientes y a que estos acaban acostumbrándose a vivir con el dolor y las molestias.

Desconocimiento de la enfermedad

“Estamos ante un trastorno común. El síndrome de las piernas inquietas no debería estar en ninguna lista de enfermedades raras porque no lo es. Lo digo categóricamente”, afirma el especialista de la Fundación Jiménez Díaz. En su concepto, existe todavía un gran desconocimiento de esta enfermedad tanto en médicos como en pacientes. Con frecuencia, dice, se producen diagnósticos equivocados y el síndrome, también conocido como RLS (por sus siglas en inglés, Restless Legs Syndrome), se confunde con otras afecciones como depresión, estrés y problemas cardiovasculares. Otros expertos incluyen en los diagnósticos equivocados los calambres musculares, la artritis, el nerviosismo o, inclusive, el envejecimiento.

La doctora Maravillas Izquierdo, del Instituto de Investigación de Enfermedades Raras, un organismo adscrito al Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, reconoce que si bien el síndrome de piernas inquietas aparece en el listado de enfermedades raras, “es más frecuente de lo que parece”. Según la doctora Izquierdo, las sensaciones molestas que caracterizan la acromelalgia pueden aparecer también en otras zonas del cuerpo como los brazos, pero en casos menos probables. La consecuencia principal del síndrome de las piernas inquietas, señala la doctora Izquierdo, es una profunda fatiga diurna. Desde el National Institute of Neurological Disorders and Stroke, en Estados Unidos, se explica que muchas personas con este síndrome se ven afectados en sus relaciones personales y en las actividades laborales por culpa del cansancio que generan las piernas inquietas. En Estados Unidos, dice este instituto, existen 12 millones de pacientes con el síndrome, aunque esta cifra puede aumentar porque algunas personas no van al médico creyendo que no se les va a tomar en serio ante un problema como este.

Algo similar ocurre en España, donde los pacientes no sólo sufren por los problemas derivados del síndrome, sino que también padecen las consecuencias de un mal diagnóstico. “Lo que hemos notado es que esta enfermedad no se sabe identificar. Pero lo cierto es que en nuestra unidad tenemos una lista de entre 600 y 800 pacientes que padecen el trastorno”, explica el doctor García-Borreguero.

Causas hereditarias

Las estadísticas indican que en el 50% – 60% de los pacientes con este mal existen familiares que padecen el mismo trastorno, aunque éstos no lo sepan. En realidad, se trata de una enfermedad genética en la que hay varios cromosomas relacionados. Tan sólo en un 20% de los casos la acromelalgia está relacionada con otras enfermedades como la falta de hierro (una causa muy común), insuficiencia renal, artritis reumatoide o problemas neurológicos. También es común a partir del tercer trimestre de embarazo.

Aunque en la mayoría de los casos se desconoce la causa de las piernas inquietas, los científicos saben que existe un déficit de dopamina, un neurotransmisor cerebral que interviene en la regulación del movimiento y de la sensibilidad. Este mismo neurotransmisor es el que se relaciona con la enfermedad de Parkinson, si bien no se da ninguna relación entre ambos trastornos.

Según el National Institute of Neurological Disorders and Stroke, los investigadores han descubierto que la cafeína, el alcohol y el tabaco pueden agravar o provocar los síntomas en pacientes con predisposición a desarrollar el síndrome de las piernas inquietas. Algunos estudios señalan que la reducción o eliminación de estas sustancias pueden aliviar los síntomas, aunque no está claro hasta qué punto.

El síndrome de las piernas inquietas, según explica el doctor García-Borreguero, puede aparecer en la infancia, pero el diagnóstico se puede alargar muchos años después. En la veintena o inclusive en la treintena. A partir de los 40 ó 45 años es bastante probable que se incrementen los efectos del mal. Este trastorno no difiere entre hombres y mujeres, aunque la proporción suele ser de seis mujeres y cuatro hombres por cada diez pacientes. En el caso de las embarazadas, añade la doctora Izquierdo, se intenta evitar la medicación, pues la causa más común suele ser la falta de hierro. Además, se da la circunstancia de que durante el embarazo la acromelalgia es transitoria.

Para el resto de pacientes, en cambio, la medicación incluye dopaminérgicos (depresores del sistema nervioso central). El proceso, dicen los médicos consultados, es crónico en la mayor parte de los casos, por tanto la medicación es indefinida. Por lo general, la acromelalgia es una enfermedad que no tiene cura y que dura toda la vida. Según el National Institute of Neurological Disorders and Stroke, no existe una sola droga que sea eficaz para todas las personas con piernas inquietas. Lo que puede ayudar a una persona, señalan, puede empeorar los síntomas de otra. Sin embargo, existen terapias que permiten controlar el trastorno y aumentar los períodos de sueño reparador.

Pese a la dificultad que en la mayoría de los casos supone diagnosticar el síndrome de las piernas inquietas, el doctor García-Borreguero cree que es posible identificarlo en la propia consulta. De todas formas, en los casos muy dudosos las unidades del sueño realizan un concienzudo estudio tras la observación del paciente toda una noche. “Pero es un proceso laborioso. Y si se hace en centros privados no es barato”, señala la doctora Izquierdo. Por su parte, sugiere a los pacientes que puedan sentirse afectados por este trastorno acudir a un neurólogo.

En Internet también existen algunas páginas que brindan información sobre el síndrome de las piernas inquietas. Además de la web del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Raras (http://iier.isciii.es/er/

), existen otras direcciones de interés como las siguientes: www.rarediseases.org

y www.rls.org

También se puede obtener información en la Fundación Jiménez Díaz, en los teléfonos 915504927 y 915431423.

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