📌 Ya estamos en WhatsApp y Telegram. ¡Entra y síguenos!
Qué es la epilepsia
La epilepsia no es una enfermedad contagiosa, sino un trastorno neurológico crónico cuya causa se desconoce en gran parte de los casos. Esta patología, que puede afectar a personas de todas las edades, está marcada por las convulsiones. Las crisis epilépticas van desde breves episodios de desconexión o movimientos involuntarios hasta convulsiones generalizadas con pérdida de conciencia.
Las personas con epilepsia suelen tener más problemas físicos —como fracturas y hematomas a causa de las caídas relacionadas con las convulsiones— y tasas más altas de trastornos psicosociales —como ansiedad y depresión—, ya que la enfermedad está rodeada de desconocimiento, malentendidos, estigma social y discriminación. Además, el riesgo de muerte prematura en las personas epilépticas es hasta tres veces mayor que en la población general.
A cuántas personas afecta
La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos más comunes a nivel global: afecta a alrededor de 50 millones de personas en todo el mundo. También es una enfermedad muy prevalente en España, donde hay casi 500.000 pacientes con esta patología.
Cada año se diagnostican unos 20.000 casos nuevos, sobre todo en niños y en personas mayores de 65 años. Ya en 2011, la Fundación Española de Enfermedades Neurológicas (FEEN) apuntaba que entre el 5 y el 10 % de la población experimentará una crisis a lo largo de su vida, y hasta un 20 % de estas personas tendrán crisis recurrentes.
De hecho, estas crisis son un motivo frecuente de ingreso en los servicios de urgencias. Según apunta la Sociedad Española de Neurología (SEN), representan hasta el 20 % de todas las atenciones neurológicas urgentes. En paralelo, la SEN estima que hasta el 30 % de los casos de epilepsia se podrían evitar con un control adecuado de los factores de riesgo modificables de esta enfermedad.

Causas de la epilepsia y factores de riesgo
La edad es un factor de riesgo para desarrollar la enfermedad. Sin embargo, entre el 25 % y el 40 % de los casos de epilepsia son de origen desconocido. Con todo, sí se han identificado diversos factores de riesgo, algunos de los cuales son modificables.
- Daño cerebral por causas prenatales o perinatales (como hipoxia, traumatismos durante el parto o bajo peso al nacer).
- Malformaciones congénitas o trastornos genéticos con malformaciones cerebrales asociadas.
- Traumatismos craneoencefálicos graves.
- Accidentes cerebrovasculares (ictus) que limitan la llegada de oxígeno al cerebro.
- Infecciones cerebrales, como meningitis, encefalitis o neurocisticercosis.
- Ciertos síndromes genéticos.
- Tumores cerebrales.
Una cuarta parte de los casos de epilepsia, aproximadamente, se podrían prevenir. Por ejemplo, reducir las caídas, los accidentes de tráfico y las lesiones derivadas de la práctica del deporte es la forma más eficaz de evitar la epilepsia postraumática. Del mismo modo, una atención perinatal adecuada puede reducir los nuevos casos de epilepsia causados por lesiones durante el parto.
A su vez, la prevención y el control de la hipertensión arterial, la diabetes y la obesidad, así como evitar el tabaco y el alcohol, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Con ello también disminuye el de la epilepsia asociada al ictus.
¿Se puede tratar la epilepsia?
Sí. En la actualidad, es posible diagnosticar y tratar a la mayoría de las personas con epilepsia sin necesidad de medios sofisticados. Muchas veces basta con una historia clínica detallada y un electroencefalograma.
Los medicamentos anticonvulsivos permiten controlar los episodios. De hecho, se estima que, con una adecuada medicación, hasta un 70 % de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones. Además, la cirugía puede ser beneficiosa en los pacientes que no responden bien a los tratamientos farmacológicos.
¿Cómo actuar ante una convulsión epiléptica?
Si presenciamos una convulsión epiléptica, lo más importante es proteger a la persona evitando lesiones, sin interferir con la crisis en sí (que durará entre uno y tres minutos).

✅ Qué hacer
- Controla el tiempo que dura la crisis.
- Coloca a la persona en el suelo, con cuidado, para evitar caídas.
- Protege su cabeza con algo blando (una chaqueta, tu mano), pero no intentes sujetar ni inmovilizar a la persona.
- Gírala de lado (posición lateral de seguridad) para facilitar la respiración y evitar que se ahogue con saliva o vómito. En cambio, no le pongas nada en la boca (ni dedos, ni objetos): no se traga la lengua.
- Afloja la ropa apretada del cuello, como corbatas o bufandas.
- Retira los objetos peligrosos que pueda haber alrededor (muebles, cristales, etc.).
- Permanece con la persona durante toda la crisis y hasta que se recupere por completo.


