El sarampión reaparece

Los expertos alertan a quienes deciden no vacunar a sus hijos que si enfermedades como el sarampión casi se habían erradicado, se debe a las inmunizaciones
Por Núria Llavina Rubio 18 de julio de 2011
Img sarampion
Imagen: Dave Haygarth

Hace justo siete años el sarampión parecía casi erradicado en España, con solo dos casos detectados. No obstante, en todo este año se han contabilizado más de 1.300 y, en algunas zonas de Europa, como Francia, se han registrado incluso muertes por la enfermedad. Otros afectados han desarrollado graves complicaciones asociadas. La alerta es patente, dado que se achaca esta reincidencia a la falta de vacunación de una gran cantidad de niños, motivada por ideologías en contra de las inmunizaciones, no solo por parte de las personas que carecen de recursos.

En 2011, España lleva contabilizados casi cinco veces más casos de sarampión que durante el año anterior. En algunas comunidades autónomas, como Cataluña o Andalucía, la mayoría son adultos jóvenes que no se habían vacunado. El aumento, en muchos de estos casos, se atribuye a la movilidad geográfica de la población de esta edad: según la Sociedad Española de Vacunología, el 80% de los viajeros españoles a países de riesgo no se vacuna. Una situación parecida ocurre en otros países de Europa, como Francia, donde se han registrado incluso algunos fallecimientos provocados por la enfermedad. Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) había fijado el año 2010 como plazo final para erradicar la enfermedad, ante este escenario se ha aplazado hasta 2015.

Debido a esta situación, las autoridades sanitarias de las diferentes comunidades recomiendan cumplir con el calendario vacunal y administrar las dos dosis de la triple vírica (sarampión, parotiditis y rubeola) a los 15 meses y a los 3 años (cada vez más comunidades autónomas administran la primera dosis a los 12 meses). También aconsejan que lo hagan los adultos de entre 20 y 45 años que no se hayan vacunado y no hayan sufrido la enfermedad.

También se han diagnosticado casos de otras enfermedades casi erradicadas, como la tos ferina, la parotiditis, la rubeola o la polio

Esta alerta adquiere mayor importancia ante los posibles motivos que, según los expertos, han favorecido el rebrote: la falta de inmunización infantil tanto por ideología paterna como por falta de recursos. Otro gran grupo de afectados lo forman personas de 25 a 40 años que crecieron cuando no se disponía de vacunación universal y no enfermaron de pequeños. Tal es la preocupación por las autoridades que algunas, como la Generalitat de Catalunya, han tomado la decisión de que los padres que no vacunen a sus hijos en Cataluña firmen un documento en el que conste que se les ha informado de los riesgos que puede comportar para la salud de sus descendientes. Los profesionales recordarán a los padres los problemas que puede ocasionar su decisión, no solo para sus hijos, sino para el conjunto de la comunidad donde viven.

Respecto a esta cuestión, los expertos estiman que para frenar la transmisión del sarampión es necesaria una cobertura de vacunas infantil superior al 95%. En España se cuenta con una de las cifras mundiales más altas de inmunización en la población infantil. La primera dosis en 2007 alcanzó el 97,2%. Además del sarampión, también se han diagnosticado nuevos casos de enfermedades casi erradicadas, como la tos ferina, la parotiditis, la rubeola o la polio, también, según los expertos, por la negativa de los progenitores.

Riesgo de complicaciones

El sarampión se contagia por vía respiratoria y es una de las enfermedades más infecciosas (en todo el mundo es una de las principales causas de fallecimiento en niños). Después de un período de 7 a 14 días desde el contagio, se padece fiebre, congestión nasal, irritación de la garganta, tos seca y conjuntivitis, acompañado de malestar general. Tras cuatro días, se forman manchas detrás de las orejas, que pueden extenderse a las extremidades, incluso a las palmas de las manos y los pies. La recuperación completa se registra entre 7 y 10 días después del exantema.

Aunque no es una enfermedad grave, en ocasiones, se desarrollan complicaciones en bebés y adultos, como infecciones del oído, diarrea, neumonías y, en los casos más graves, encefalitis, a las semanas siguientes de diagnosticarse sarampión. A largo plazo, puede desarrollarse una enfermedad rara en los países occidentales, la panencefalitis esclerosante subaguda, un trastorno cerebral progresivo, debilitante y mortal.

¿Vacunar o no vacunar?

Mientras los expertos reclaman la inmunización infantil para que no repunten enfermedades que se creían erradicadas, en España se vive un rebrote del sarampión y de otras patologías infecciosas por el descenso en la tasa de vacunación. Los expertos insisten en recordar que si algunas son ahora muy poco frecuentes es, precisamente, debido a los programas sistemáticos en toda la población. No obstante, en los últimos años se han alzado voces en contra respecto a los posibles intereses económicos de las farmacéuticas, a los efectos secundarios escondidos o al hecho de que contraer ciertas enfermedades refuerza el sistema inmunitario.

Respecto a este último punto, los especialistas consideran que, por el contrario, no vacunar en los primeros meses es dejar el organismo del bebé, aún inmaduro, desprotegido por completo y en peligro. Otra de las acusaciones es la posibilidad de que estas fallen, a lo cual los expertos responden que, en ocasiones, la producción de anticuerpos precisa de dosis dobles, como la administrada del sarampión.

EL RECHAZO A VACUNAR

Los grupos de progenitores reacios a vacunar a sus hijos son, hoy en día, más frecuentes en EE.UU. (uno de los primeros movimientos se formó en Boston hace más de un siglo) y países europeos, pero no tanto en España. Las razones son varias. En 2007, la revista “Vacinne” publicó un metaanálisis titulado “A taxonomy of reasoning flaws in the anti-vaccine movement”, con el estudio de 40 trabajos originales que trataban de identificar las creencias de los padres acerca de este aspecto.

Según esta investigación, cinco son los puntos principales por los cuales los progenitores las niegan a sus hijos: la presencia de asociaciones causales entre ciertas muertes y la inmunización, como la muerte súbita entre el primer mes de vida y el sexto, y las vacunaciones que se aplican en este periodo; la idea de que las enfermedades contra las cuales se lucha ya están en remisión y no suponen un riesgo del que haya que protegerse; y la interpretación de que muchas no funcionan y la gente contrae las enfermedades igual (no son efectivas al 100%).

También ha tenido cierto peso el daño generado por interpretaciones erróneas en los medios de comunicación acerca de ciertas vacunaciones o estudios que han publicado resultados equivocados, como un estudio publicado en “The Lancet” en 1998, que relacionaba autismo con la triple vírica y del cual la propia revista se retractó recientemente; la posibilidad de toxicidades y de efectos secundarios muy graves; y el hecho en sí de que muchos progenitores no opten por la vacunación de sus descendientes.

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