Accesibilidad en las calles, principales obstáculos

Barandillas, rampas estrechas o papeleras son algunas dificultades que deben sortear las personas con discapacidad en sus trayectos
Por Azucena García 19 de octubre de 2011
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Imagen: xornalcerto

Más que un paseo, en ocasiones, las calles se convierten en una carrera de obstáculos para las personas con discapacidad. Deben sortear barandillas, bancos mal ubicados, papeleras, bolardos inoportunos… Eroski Consumer ya analizó la accesibilidad en 18 ciudades y detectó las carencias de las urbes, pero un reciente estudio del Observatorio de la Accesibilidad Universal en los Municipios Españoles resalta de nuevo las faltas detectadas en las calles. Mientras, la organización FAMMA Cocemfe Madrid ha renovado su lista negra de municipios, donde incluye a las localidades que considera que carecen de un compromiso con las personas con discapacidad, y Fundación ONCE ha editado un libro que recopila de manera amplia los principios que los profesionales deben tener en cuenta al diseñar las urbes.

Tras analizar 70 municipios, el citado estudio es minucioso en las carencias. Evalúa las vías a partir de la definición recogida en la Convención de Derechos Humanos para las Personas con Discapacidad, en referencia a personas con deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. En total, se han analizado más de 254 kilómetros de calles y la conclusión ha sido tajante: la normativa en materia de accesibilidad se incumple con frecuencia. Y no solo en zonas del casco antiguo, señala el CERMI, sino también en zonas rehabilitadas o de reciente construcción.

Se prestó atención a 117 indicadores, de acuerdo a los principios DALCO (deambulación, aprehensión, localización y comunicación). El estudio se basó en el concepto «cadena de accesibilidad», de manera que la ruptura de uno solo de los eslabones puede impedir su uso a parte de los vecinos de una localidad. De acuerdo a este concepto, se estima que esta cadena se rompe en los siguientes casos:

  • 90,6% Escaleras que no cumplen los requisitos.
  • 69,7% Alcorques mal cubiertos o sin cubrir.
  • 68,4% Locales comerciales sin acceso a nivel.
  • 67,6% Semáforos sin avisador. Tal como resaltó la investigación de Eroski Consumer, algunos semáforos carecen de aviso acústico y, si lo emiten, este no siempre se escucha de modo correcto.
  • 64,7% Pasos no operativos.
  • 55,3% Bancos no accesibles por diseño.

Otras deficiencias detectadas son la falta de placas señalizadoras de calle (39,6%), la ausencia o un incorrecto pavimento señalizador (35,7%), así como escaleras sin señalización de embarque y/o sin barandillas o pasamanos accesible (26,5%) y papeleras que impiden su uso por motivos de su diseño (24,7%). A estas carencias se unen: estrechamiento de la acera por vehículos mal aparcados (14,9%), rebaje inadecuado entre acera y paso (12%) o ausencia de este (9,7%), bolardos de diseño incorrecto (9,2%), sin contraste (9%) y con altura incorrecta (6,9%) y pavimento deslizante (4,8%) o con piezas sueltas, resaltes o huecos (0,7%).

Inclumplimiento de las normas de accesibilidad

El estudio ha sido desarrollado por Vía Libre y Technosite, en colaboración con el Imserso, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y el CERMI. Es una iniciativa del Observatorio de la Accesibilidad Universal en los Municipios Españoles, impulsado por Fundación ONCE que, a su vez, acaba de publicar el libro «Accesibilidad Universal y Diseño para Todos. Arquitectura y Urbanismo», junto con la Fundación del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM).

La inaccesibilidad de las ciudades impide la participación plena y efectiva de las personas en la sociedad

En él se recogen los obstáculos que entorpecen el tránsito por las vías de las personas con discapacidad.

  • Los escalones son frecuentes en las calles. Sin embargo, requieren un gasto mayor que desplazarse en un plano inclinado, si bien en este último el equilibrio no está asegurado. Por este motivo, es aconsejable que se eviten rampas y escalones en los desplazamientos y, en caso de ser necesarios, que se apliquen criterios de accesibilidad.

  • Respecto a la señalización, la complejidad de algunos diseños dificulta la visibilidad de ciertos elementos.

  • No siempre se cuenta con un itinerario peatonal accesible: continuo, sin escalones sueltos y con pendientes transversal y longitudinal, además de una referencia tangible en todo el recorrido para guiar a los peatones ciegos usuarios de bastón blanco.

  • Incluso en los itinerarios de evacuación de algunos centros se detectan, en ocasiones, elementos «que dificultan la deambulación y su uso previsto». Es el caso de carros.

  • El personal de atención en edificios desconoce, en general, cómo atender a las personas con discapacidad o dispone en sus mesas de elementos que dificultan la comunicación.

  • Los aseos adaptados no permanecen siempre abiertos para que puedan utilizarse y, en ocasiones, algunas auditorías han detectado que cuando se mantienen abiertos se emplean como almacenes de productos y herramientas de limpieza.

Un aspecto destacado de este libro es que servirá de material didáctico para arquitectos, estudiantes u otros profesionales relacionados con el diseño, destaca la Fundación ONCE. Esto será así porque en su elaboración se han tomado como referencia los contenidos del Curso de Accesibilidad Universal y Diseño para Todos, impartido por la Fundación ONCE y la Fundación del COAM. Se espera que el contenido de la publicación se tome en cuenta a partir de ahora para lograr la accesibilidad universal, entendida como fundamental para que el entorno sea comprensible, utilizable y practicable por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad, de la forma más autónoma y natural posible.

En el libro, Jesús Hernández Galán, director de Accesibilidad Universal de Fundación ONCE, considera que es responsabilidad de la sociedad en su conjunto y de los poderes públicos «modificar el entorno de modo que pueda ser utilizado en igualdad de condiciones por todos y cada uno de los ciudadanos». Pero sobre todo, cree que es responsabilidad de los profesionales «cuyo desempeño está directamente involucrado en los procesos de diseño, desarrollo e implantación de entornos, productos y servicios».

Lista negra de municipios

El estado de algunas vías, así como el incumplimiento de la puesta en marcha de planes de accesibilidad o empleo, ha llevado a la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid a elaborar una lista negra de municipios para llamar la atención de sus responsables. FAMMA-Cocemfe Madrid ha renovado el listado de ciudades de la Comunidad de Madrid que incumplen los requisitos de accesibilidad oportunos o que no han facilitado la información que la Federación les ha solicitado.

Un buen número de localidades carecen todavía de planes de accesibilidad o empleo para personas con discapacidad

La lista responde a los datos de la entidad, según los cuales, menos del 15% de los 179 municipios de la región se han acogido a la directiva europea «publicada hace ya trece años» que recomienda contar con una tarjeta europea de estacionamiento. También asegura que más del 80% de las localidades madrileñas inclumplen la obligatoriedad de contar con un Plan de Accesibilidad y que no todas disponen de planes o programas de empleo, e incluso, no cuentan con asociaciones para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad, «que constituyen un elemento indispensable para su normalización dentro de la sociedad».

Beneficiarios de un entorno accesible

Aunque se tiende a pensar que los beneficiarios de unas condiciones óptimas de accesibilidad son solo las personas con discapacidad, la realidad es que estos son muchos más:

  • Personas con discapacidad permanente por deficiencia física, sensorial o mental, entre otras. Suponen 3,5 millones de personas, el 8,8% de la población española.
  • Personas de edad avanzada sin discapacidad (65 años o más). Son 4,4 millones de personas, el 10,9% de la población.
  • Personas en circunstancias transitorias derivadas de actividades o situaciones coyunturales que resultan discapacitantes.
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