La falta de accesibilidad deja a muchos turistas en casa

Más de la mitad de los viajeros con movilidad reducida o algún tipo de discapacidad opta por quedarse en casa debido a la falta de recursos adaptados a sus necesidades
Por Nacho Meneses 21 de agosto de 2019
Senior blind gentleman sitting on a bench with his dog, in a par
Imagen: ljsphotography

Hace unos días, Jesús se disponía a viajar a San Francisco. Como otras veces, esto le generó un cierto grado de ansiedad, ya que no sabía si, esta vez, su silla de ruedas llegaría a destino sin contratiempos. No sería la primera vez que se rompe o que, aterrizando en Boston, descubre que su silla se ha quedado en Londres. Una vez allí, comenzó la incertidumbre sobre si encontraría un transporte accesible que le resultara útil, o si el hotel estaría realmente adaptado. Las barreras a las que se enfrentan en España las personas con movilidad reducida y otras discapacidades son tales que más de la mitad de ellos, un 56 %, decide muchas veces no viajar, según un estudio de la Fundación Adecco. De los casi seis millones de usuarios potenciales de turismo accesible, 3,3 millones optan por quedarse en casa.

Jesús es Jesús Hernández-Galán, director de Accesibilidad Universal de la Fundación ONCE. En conversación con Consumer, reflexiona acerca de estas y otras dificultades que deben superar los viajeros con algún tipo de limitación física o sensorial: “Si tienes ceguera, tu mayor problema será de orientación y comunicación, ya que en muchos casos la información se ofrece por escrito; si eres sordo, lo difícil es comunicarse oralmente, y si sufres de discapacidad intelectual, el problema puede ser de comprensión”. En muchos de estos casos, la tecnología puede ser de gran utilidad a la hora de transmitir esa información y fomentar la autonomía personal y la independencia de las personas con discapacidad. “Por ejemplo, ahora estamos trabajando en un proyecto que hará completamente accesible el Camino de Santiago; y la aplicación AMUSE”, una audioguía que pretende convertir los museos y salas de exposición en entornos inclusivos para personas con discapacidad.

Es importante recordar que la accesibilidad no se limita exclusivamente a disponer de un hotel o una playa adaptada a ciertas necesidades. Empieza con misma planificación del viaje, y puede dejar fuera a muchos usuarios si, por ejemplo, la página web no es accesible. Pero también incluye restaurantes, aseos y atracciones sin barreras, que permitan su uso y disfrute a todas las personas por igual (con o sin discapacidad); transporte adaptado; museos y espacios públicos diseñados con las necesidades de todos en la mente… Las agencias de viaje especializadas en turismo accesible cuentan con personal cualificado que informa de los hoteles, cruceros, circuitos y viajes en general adaptados para las personas con discapacidad y sus acompañantes, y organizan viajes a medida según cada circunstancia: movilidad reducida, sordos o ciegos, por ejemplo.

No hablamos únicamente de una obligación moral. Se trata, además, de una oportunidad de negocio, ya que “cada vez va a haber más gente con necesidades especiales, tanto mayores como personas con limitaciones sensoriales”, argumenta Pablo Díaz, profesor de Turismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). El gasto medio del turista accesible es alrededor de un 30 % superior al del viajero sin discapacidades (813 euros frente a 637), según el Observatorio de Accesibilidad Universal del Turismo en España de la Fundación ONCE; un efecto económico que puede verse potenciado ya que, si viaja una persona con discapacidad, probablemente lo haga acompañado de su familia o de otras personas. Además, puede tener un efecto diferenciador sobre otros destinos turísticos fuertes “como Turquía, Egipto o Túnez, que están ofreciendo productos muy baratos. Se puede competir con ellos ofreciendo un valor añadido: que haya accesibilidad universal, sostenibilidad, etcétera”, sostiene Díaz.

Silla ruedas playa vacaciones

Imagen: Wavebreakmedia

Sin embargo, no todos lo ven igual de claro. Más de la mitad de los empresarios considera alto o muy alto el coste económico de mejorar la accesibilidad, y aunque un 56 % afirma haber incorporado alguna medida en este sentido, solo uno de cada diez cuenta con un certificado de accesibilidad. No obstante, “si se implementa desde el inicio, no es más caro construir con accesibilidad que sin ella, y el empresario podría llegar a más clientes”, puntualiza Hernández-Galán.

Las barreras, casi omnipresentes

Se han conseguido avances, pero sigue existiendo un amplio margen de mejora para que empresarios y administraciones públicas se esfuercen conjuntamente en mejorar esa accesibilidad. La Fundación ONCE, por su parte, ha trabajado con la Organización Mundial del Turismo para elaborar un estándar de turismo sostenible a nivel internacional, una norma ISO que estará lista a finales de este año o principios del que viene, y celebrará, entre el 23 y el 25 de octubre, el III Congreso de Tecnología y Turismo para la Diversidad en la ciudad de Málaga.

Hoteles, restaurantes, playas, rutas turísticas e incluso oficinas de turismo presentan importantes carencias en términos de accesibilidad, según los datos que se desprenden del ya citado Observatorio de Accesibilidad Universal de la ONCE, de 2017. De los casi 4.000 hoteles analizados en 57 destinos turísticos diferentes, solo 1.497 declaraban “ser aptos para sillas de ruedas”. Y de ellos, el 40 % carecía de habitaciones adaptadas. Eso sí, el 70 % presentaba accesos correctos, y un 60 % disponía de aseos adaptados de uso público. En esos mismos destinos, solo uno de cada cuatro restaurantes declaraba ser apto para sillas de ruedas, y de esos, casi la mitad no tenían accesos adecuados ni aseos adaptados.

La situación no mejora respecto a las playas o las rutas turísticas. El observatorio analizó 286 playas en 28 destinos; de las 137 que afirmaban ser accesibles, el 50 % contaba con personal formado en accesibilidad, pero más del 70 % de los aseos carecían de espacio suficiente para maniobrar y la mitad debía mejorar el acceso a nivel. Siete de cada diez rutas turísticas, por su parte, carecían de plazas de aparcamiento reservadas en la proximidad, y seis de cada diez presentaba irregularidades en el pavimento.

Los mayores, más viajeros

Hoy en día los mayores llegan a edades avanzadas en mejores condiciones físicas, y eso se traduce en una vida más activa que también hace que viajen más, y no necesariamente en verano (muchos jubilados viajan fuera de temporada). Eso “no solo supone unos ingresos extra para el sector, sino que posibilita la permanencia de puestos de trabajo, el mantenimiento de las cotizaciones salariales y el ahorro de subsidios de desempleo”, según Francisco Mesonero, presidente de la Fundación Adecco. Pero eso no significa que no tengan unas necesidades especiales.

“A medida que aumentan los años, las posibles dificultades de movilidad también crecen. Y, en ese sentido, cada vez hay más recursos que antes no existían, y que facilitan la movilidad de las personas mayores”, afirma Montserrat Lacalle, profesora de Psicología de la UOC. Se trata de viajeros que planifican los viajes de manera diferente a como lo haría una persona joven, y que pueden llegar a descartar un destino si prevén que vayan a tener problemas de accesibilidad: “Buscan más la seguridad y piensan más en los servicios y en la comodidad que se van a encontrar al llegar a destino, en la existencia de recursos médicos o en la gastronomía”.

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