La proliferación de palizas, accidentes y otros tipos de violencia en los videojuegos motivó recientemente el acuerdo de dieciséis países europeos, entre ellos España, para establecer un código de autorregulación y una clasificación por edades de los distintos juegos.
Este código paneuropeo, denominado PEGI (Pan European Game Information ), ha clasificado desde abril de 2003 más de 2500 títulos. En España, la Asociación de Distribuidores y Editores de Software de Entretenimiento (ADESE) ha realizado varias campañas, en colaboración con el Instituto Nacional de Consumo o el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, entre otros, repartiendo folletos para sensibilizar a los padres y ayudarles en la compra responsable de videojuegos según la edad y madurez, tanto afectiva como psicológica, de sus hijos.
En el lateral de las cajas, el consumidor puede encontrar un recuadro negro con un número blanco muy visible. Hay cinco categorías: Más de 3 años, más de 7 años, más de 12 años, mayores de 16 años y mayores de 18, según el grado de violencia que contengan.
No se trata de una clasificación obligatoria. Son los propios fabricantes del videojuego los que voluntariamente pueden o no entregar sus títulos al Instituto Holandés de Clasificación de Material Visual, NICAM.
De los 2500 títulos clasificados en el PEGI, casi la mitad se declararon aptos para todos los públicos, por sus contenidos didácticos. Sólo un 2% han entrado en la categoría de mayores de 18 años.
España ocupa el décimo lugar entre los dieciséis países asociados al PEGI en cuanto a edición de videojuegos. Tres empresas han publicado un total de 21 títulos en 2004. La clasificación la encabeza el Reino Unido con el 54% de los títulos y 39 empresas en el sector y le sigue Francia, con 21 empresas que han puesto a la venta el 29% de los juegos electrónicos.
