Descubren una gran colonia de estrellas de mar en el pico de una cordillera marina de la Antártida

Este hallazgo contradice los conocimientos existentes sobre la formación de las montañas marinas
Por EROSKI Consumer 20 de mayo de 2008

El pico de una de las cordilleras marinas que rodean la Antártida alberga una gigantesca colonia de estrellas de mar, según ha descubierto un grupo de científicos, que ha bautizado este lugar como «Ciudad de las Estrellas». El hallazgo desafía los conocimientos tradicionales que se poseían en torno a las montañas marinas.

Los primeros resultados de la expedición a la cordillera Macquarie, que se extiende desde el sur de Nueva Zelanda hasta el continente antártico, fueron presentados el domingo por investigadores de Australia y Nueva Zelanda adscritos al Censo de la Vida Marina, un proyecto que recoge información sobre todas las formas de vida que existen en los océanos. Esta expedición capturó el pasado mes de abril las primeras imágenes de una gigantesca colonia de estrellas de mar formada por decenas de millones de ejemplares en el pico de una de las montañas de la cordillera submarina.

Este descubrimiento ha sido uno de los principales hallazgos de la expedición, señaló Ashley Rowden, del Instituto Neozelandés de Investigación Acuática y Medioambiental (NIWA). No obstante, la información recogida está empezando a ser analizada. «En algunos casos las primeras conclusiones empezarán a ser conocidas en un año. En otros, tardaremos hasta tres años», afirmó Rowden, que añadió que la cordillera Macquarie es una cadena montañosa que se extiende a lo largo de más de 1.400 kilómetros y es uno de los escasos lugares donde se desvía la Corriente Circumpolar Antártica.

Los investigadores constataron que la corriente circula a través de los desfiladeros y los picos de Macquarie a una velocidad de unos cuatro kilómetros por hora. Los miembros de la expedición creen que es la velocidad de la corriente lo que permite la existencia de una colonia tan masiva de estrellas de mar. Y es que para sobrevivir, los equinodermos «sólo tienen que extender los brazos y capturar los nutrientes que son empujados por la corriente», a la vez que la fuerza del agua les protege contra los depredadores, apuntó Rowden.

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