Cómo se comunican el intestino y el cerebro
El eje intestino-cerebro se refiere a la comunicación que existe entre estos dos órganos. Esta conexión se establece a través de tres vías: el nervio vago, el sistema circulatorio (mediante la liberación de hormonas, como la serotonina o la dopamina, metabolitos y neurotransmisores) y el sistema inmune (por la acción de las citoquinas).
El nervio vago es el nervio craneal más largo y conecta nuestro cerebro con casi todos los órganos esenciales del cuerpo, entre ellos, el estómago y los intestinos. Por él pasa la mayor parte de la información que posibilita esta conexión.
Según detalla la revisión ‘El eje microbiota-intestino-cerebro y sus grandes proyecciones‘, el cerebro influye en:
- El movimiento intestinal
- Secreción de jugos
- Equilibrio microbiótico
Por su parte, la microbiota influye en:
- Neurotransmisores
- Estrés y ansiedad
- Humor
- Comportamiento
🟢 El origen de la relación intestino-cerebro
En 2004, un profesor del Departamento de Medicina Psicosomática de la Universidad de Fukuoka (Japón), Nobuyuki Sudo, publicó en ‘The Journal of Psysiology‘ un artículo en el que mostraban que ratones que no poseían flora intestinal reaccionaban al estrés de manera mucho más exagerada y producían menos factores neurotróficos (unas proteínas necesarias para la supervivencia de las neuronas) que aquellos que poseían una flora intestinal adecuada. Sin embargo, cuando a estos ratones se les administraba una especie bacteriana concreta, Bifi dobacterium infantis, la respuesta al estrés era más controlada.
“Este documento formulaba la hipótesis de la conexión entre el intestino y el cerebro. Posteriormente, como ocurre en la ciencia, diversos grupos científicos han empezado a investigar sobre esta cuestión, aumentando, desde hace 5 o 10 años, el interés por esclarecer cuál es la relación, las implicaciones que esto conlleva a nivel clínico y su posible potencial terapéutico”, analiza María Gómez Eguílaz, neuróloga en el Hospital San Pedro de Logroño (La Rioja).
Tanto es así que, en 2021, la Sociedad Española de Microbiota, Probióticos y Prebióticos (SEMiPyP), la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) y la Sociedad Española de Neurología (SEN) publicaron un documento de consenso sobre la microbiota y el uso de probióticos y prebióticos en patologías neurológicas y psiquiátricas, en el que se revisaba todo lo publicado hasta el momento y que sirviera de guía. Según este documento, todavía es necesario identificar las dianas de actuación en la microbiota, especialmente en la intestinal, para poder desarrollar probióticos y prebióticos específicos y eficaces para las diferentes alteraciones neurológicas y psiquiátricas, los cuales deben ser validados en estudios de intervención, bien diseñados, para grupos concretos de pacientes.
Prebióticos y probióticos, ¿una solución?
Existe abundante bibliografía sobre la utilización de probióticos y prebióticos en la mejora de la microbiota intestinal. Para Iván Guerra Marina, facultativo del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid), “los prebióticos y probióticos pueden promover las funciones beneficiosas para la salud de la microbiota intestinal. Sin embargo, de manera general, no es preciso su ingesta para mantener una correcta microbiota intestinal, solo en determinadas situaciones”. Para conseguir una microbiota sana, Guerra aconseja “mantener una dieta sana, evitar alimentos ultraprocesados y hábitos tóxicos, incluyendo el tabaco”. Antes de la utilización de prebióticos y probióticos, recomienda consultar con el médico para valorar la idoneidad de tomar estos productos.
En la utilización concreta de probióticos para combatir trastornos como la depresión o la ansiedad, el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, Manuel Martín, hace hincapié en que hay que tener en cuenta que “hay muchas cepas distintas, lo que hace que sea difícil encontrar una específica para combatir la depresión y, sobre todo, darlo con un grado de evidencia como la que existe cuando uno pone un tratamiento o una psicoterapia. Actualmente, disponemos de muchos datos que abren unas posibilidades muy interesantes, pero de una manera incipiente”.