El consumo habitual de pescado protege frente a los desórdenes mentales, según un estudio

Sin embargo, una ingesta excesiva se asocia con una mayor probabilidad de sufrir depresión
Por EROSKI Consumer 4 de marzo de 2008

El consumo habitual de pescado ejerce un efecto protector frente a los desórdenes mentales por ser este alimento rico en ácidos grasos Omega-3 (https://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/complementos_dieteticos/2006/03/30/150586.php). Según un estudio de la Universidad de Navarra, las personas que ingieren moderadamente pescado reducen en más de un 30% el riesgo de padecer este tipo de trastornos.

Hasta ahora, se sabía que el pescado era beneficioso para pacientes con patologías coronarias o con niveles altos de triglicéridos. Este estudio confirma que también resulta beneficioso para prevenir patologías psiquiátricas como los trastornos de ansiedad, desórdenes bipolares o depresión.

Para llegar a esta conclusión, investigadores de la Universidad de Navarra y de la Universidad de Las Palmas realizaron un seguimiento de 7.903 licenciados universitarios a lo largo de dos años, periodo en el que se detectaron 173 casos nuevos de depresión y 335 cuadros de ansiedad.

El estudio explica la relación inversa entre el pescado y el riesgo de padecer trastornos mentales a través de algunos mecanismos biológicos, ya que los ácidos grasos Omega-3 se encuentran presentes en el sistema nervioso central e intervienen en procesos relacionados con la comunicación interneuronal y el impulso nervioso.

Riesgo de depresión

Los investigadores observaron además que así como el consumo moderado de pescado reduce el riesgo de sufrir una patología psiquiátrica, una ingesta elevada se asocia a una mayor probabilidad de padecer depresión. Este riesgo reside en el mercurio (http://www.consumaseguridad.com/ciencia-y-tecnologia/2007/03/27/27205.php) presente en el pescado, que puede provocar un daño neurológico, afirman los científicos, que recuerdan que los componentes de esta sustancia tienen efectos negativos en el Alzheimer, pérdida de memoria o autismo.

En cualquier caso, esta hipótesis, dicen, requiere futuros trabajos para confirmarla. Así, explican que las personas con un desorden mental en fase subclínica al principio del estudio, pero sin haber recibido un diagnóstico de depresión o ansiedad, pueden haber aumentado la ingesta de pescado porque la alteración en su comportamiento les haya hecho cambiar sus hábitos alimentarios.

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