Unos tres mil alumnos riojanos reciben un mal servicio en los comedores escolares de la región. Esta es una de las conclusiones de las XX Jornadas de la Asociación de Padres de Alumnos sobre «La alimentación en edad escolar», organizadas por la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA) de Centros Públicos de La Rioja.
Esta asociación advierte de que si no se llevan a cabo acciones que tiendan a solucionar la situación actual o persisten las deficiencias actuales en el servicio, «pueden llegar a adoptarse medidas de presión que podrían alterar el normal funcionamiento de los comedores, de las empresas y de los centros».
Según FAPA, la Administración educativa «ha abandonado el importantísimo papel educativo de los comedores, relegándolos a una mera función asistencial»; además cree que hay colegios nuevos que se construyen sin comedores.
Asimismo, afirma que el número de cuidadores en las comidas en muchos casos es insuficiente para una debida atención, situación que se agrava porque algunos de ellos no tienen la preparación ni la actitud necesarias para esta «complicada» función.
FAPA ha detectado además que hay comedores que dan servicio a cuatro veces más alumnos de lo que aconsejan sus instalaciones y que permiten a empresas de «catering» utilizar cocinas centrales para elaborar más comidas que para las que están preparadas, por lo que hay alimentos cocinados muchas horas antes de la hora de la comida.
Regulación
Desde esta entidad exigen a la Administración riojana que legisle, «lo más rápido posible», la regulación de los comedores escolares de La Rioja con el consenso previo de la comunidad educativa y de otros sectores afectados.
Además, pide la comparecencia del Gobierno regional para que explique la situación de este servicio educativo y aboga por la creación de una comisión específica para que elabore un estudio exhaustivo de la situación de los comedores, con propuesta de soluciones.
Finalmente, demanda un aumento de recursos para becas de comedor por el incremento del alumnado inmigrante y que se contemple, en la adjudicación del servicio, la valoración de una calidad culinaria mínima y de atención a menús especiales por enfermedades, trastornos alimentarios o limitaciones religiosas.
