Salsas para pasta listas para consumir: hay muchas opciones más allá del tomate

La variedad de salsas que se venden listas para consumir es muy amplia y permite elaborar unos platos de pasta con sabores y texturas diferentes, pero hay que leer las etiquetas
Por EROSKI Consumer 3 de febrero de 2022
salsa para pasta italiana
Imagen: RitaE

No todo es la salsa de tomate. Existe un sinfín de variedades listas para consumir con las que podemos acompañar los platos de pasta y de muchas otras preparaciones: boloñesa, pesto, napolitana… En este artículo desvelamos las claves de estos productos para hacer una buena elección.

La pasta es uno de los platos más socorridos en cualquier cocina: es muy asequible, gusta a casi todo el mundo y se prepara de forma fácil y relativamente rápida. Además, resulta muy versátil, de modo que combina bien con una gran variedad de ingredientes, como tomate fresco, aceitunas o atún –cuando va en ensalada–, o carne picada y queso, cuando se prepara en platos calientes.

La mayoría de las veces, la acompañamos de tomate frito, una salsa que en nuestra geografía está íntimamente asociada a estos platos. No es de extrañar que la utilicemos tanto, porque, más allá de los motivos gastronómicos, existe otra razón de peso: la facilidad de uso. Solo tenemos que abrir un tarro o un brik, con el ahorro de tiempo y esfuerzo que eso supone.

Se puede decir que la salsa de tomate es ya un clásico en nuestras cocinas. Pero quizá no ocurre lo mismo con muchas otras opciones listas para consumir que también se comercializan para acompañar a la pasta, como las salsas napolitana o pesto, y que aún no son muy populares en nuestro entorno. En este artículo explicamos cómo son y qué elementos conviene tener en cuenta a la hora de elegirlas.

Salsas de Italia, como la pasta

La pasta es un plato típicamente italiano, así que no es de extrañar que la gran mayoría de las salsas que la acompañan tengan ese mismo origen: arrabiata, puttanesca, carbonara, bolognesa, pesto… y un largo etcétera. Casi todas ellas se caracterizan por estar elaboradas principalmente a base de ingredientes sencillos, originarios de la zona mediterránea, como tomates, albahaca, ajo o queso.

Para nuestra ‘Guía de compra de salsas’ se han seleccionado varios tipos:

  • Salsa boloñesa o bolognesa. Se llama así porque procede de las comarcas cercanas a la ciudad italiana de Bolonia. También recibe el nombre ragú bolognese, tal como figura en el envase de la marca Rummo, dado que la palabra ragú se utiliza para denominar al estofado de carne. Esta salsa es bien conocida en España, aunque aquí nos limitamos casi siempre a mezclar carne picada con salsa de tomate y, quizá, algún ingrediente más, como el ajo. Sin embargo, su versión original contiene más ingredientes: carne picada de ternera, panceta de cerdo, hortalizas –sobre todo zanahorias, apio y cebollas– y salsa de tomate, a la que se añade vino blanco, caldo de carne, mantequilla y leche. Tres de las analizadas son de este tipo: Rummo, Gallo y Eroski.
  • Salsa napolitana. Es el nombre que se da fuera de Italia a varios tipos de salsas a base de tomate y que son comunes en el sur de ese país. Están elaboradas sobre todo con tomate, ajo, cebolla, aceite de oliva (o mantequilla), sal, pimienta y hierbas aromáticas, como albahaca, orégano y perejil. En este grupo entrarían las marcas Barilla y Eroski.
  • Otras salsas a base de tomate. En el grupo se pueden incluir infinidad de variantes; por ejemplo, con aceitunas, como Barilla Olive, o con quesos tradicionales italianos, como Parmigiano Reggiano, ingrediente característico en la salsa parmigiana, como las de las marcas Garofalo y Mutti.
  • Salsa pesto. Procede de la región italiana de Liguria y se elabora principalmente a base de albahaca, piñones, ajo, queso italiano curado –como el Pecorino Romano–, y aceite de oliva. Su nombre procede de la palabra italiana pestare, que significa moler en un mortero, ya que es el modo en que se prepara el pesto casero. Dos de las salsas elegidas son de este tipo: La Molisana y Gallo.

Salsas listas para consumir: qué leer en las etiquetas

En los envases de cada una se muestra en letras de gran tamaño el nombre tradicional que les corresponde, por ejemplo, “pesto”, “napoletana” o “bolognesa”. Esto puede darnos una pista de sus características en caso de que las conozcamos, pero siempre conviene consultar el etiquetado porque los ingredientes pueden variar de unas marcas a otras: la legislación no define las características ni los ingredientes que deben tener este tipo de salsas.

salsa pesto ingredientesImagen: Lyubov Kardakova

Para tener una idea aproximada de sus características hay que leer la denominación legal de venta, que encontraremos cerca de la lista de ingredientes. Ahí podremos ver una descripción del producto, como ocurre en la Salsa boloñesa Gallo (“salsa pasteurizada a base de tomate con carne”) o en la Salsa napoletana Barilla (“salsa de tomate con cebolla y plantas aromáticas”).

🍝 Ingredientes: ¿se parecen en algo a las tradicionales?

El siguiente paso consiste en leer la lista de ingredientes. Así sabremos los elementos que las componen y la cantidad en la que se hallan, ya que deben enumerarse en orden decreciente, según su peso. Así, si el primer ingrediente es aceite de girasol, sabremos que es el que se encuentra en mayor proporción.

Si alguno de los ingredientes se destaca de algún modo en el envase, con palabras o imágenes, debe especificarse su proporción. De este modo lo tendremos mucho más fácil para conocer la composición del producto. Por ejemplo, en la etiqueta de la Salsa napoletana Barilla se muestran imágenes de tomate, zanahoria, tomillo y cebollino, así que también indica la proporción de cada uno (76 % de tomate, 3,5 % de zanahoria, 0,4 % de tomillo y 0,2 % de cebollino).

A la vista de toda esa información podemos observar que, por lo general, las salsas analizadas son bastante fieles a las recetas originales, aunque con algunas salvedades que se deben casi con toda seguridad a motivos económicos, dado que se sustituyen ingredientes de elevado coste por otros más asequibles. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el aceite, que en las recetas tradicionales normalmente es de oliva, mientras que en sus versiones comerciales suele ser de girasol.

🍝 Información nutricional y calorías de las salsas

Otro elemento que debemos considerar es la información nutricional. A menudo es casi lo único que solemos leer, sobre todo para saber si el alimento aporta muchas calorías o si tiene mucha grasa o mucho azúcar. Pero si solo observamos esos datos de forma aislada, no nos dirán gran cosa. Para interpretarlos de forma adecuada es necesario contextualizarlos, ya que no es igual obtener 5 g de grasa a partir de panceta de cerdo que hacerlo a partir de aceite de oliva. Así, esta información es en realidad un complemento.

  • Las salsas pesto aportan más calorías que el resto. En concreto, 450 kcal/100 g, o lo que es igual, 225 kcal por cada ración de 50 g; una cifra bastante considerable si tenemos en cuenta que consumida junto a un plato de pasta (350 kcal/100 g, aproximadamente) sumarán unas 575 kcal. Esto significa que con tan solo ese plato obtendremos más de la cuarta de las calorías diarias recomendadas para un adulto medio, por lo que es posible que las sobrepasemos con el resto de los alimentos que comamos a lo largo del día.
  • En el resto de las salsas, las calorías se encuentran en torno a las 110-130 kcal/100 g para las de tipo boloñesa y Garofalo parmigiana, y en torno a las 65-90 kcal/100 g para las demás. Es decir, si añadimos una ración (50 g) de alguna de estas salsas a un plato de pasta, sumarán unas 385-410 kcal aproximadamente, una cifra más moderada que la obtenida cuando utilizamos salsa pesto.

Las diferencias en las calorías se deben al contenido graso, ya que este nutriente aporta una cantidad considerable de energía: cada gramo de grasa supone 9 kcal, frente a las 4 kcal de cada gramo de proteínas o de hidratos de carbono. Así, las salsas pesto, que están compuestas por una importante cantidad de aceite de girasol y una proporción considerable de queso, contienen un 40-46 % de grasas, mientras que en el resto el contenido graso está comprendido entre el 4 % y el 10 %.

En estas últimas, las diferencias se deben principalmente al contenido de queso o de carne y a la proporción del aceite de girasol. Así, las que más grasa contienen son Rummo ragú bolognesa y Garofalo parmigiana (9,5 % y 8,7 %, respectivamente), mientras que las que aportan menos grasa son Barilla napoletana y Barilla Olive (3,7 % y 4,5 %, respectivamente).

🍝 Diferencias en las proteínas

También existen diferencias en cuanto al contenido de proteínas, que obviamente es mayor en las salsas que contienen carne o queso. Así, en estos productos las proporciones de este nutriente se encuentran entre el 3,1 % y el 7 % de Garofalo parmigiana y Rummo ragú boloñesa, respectivamente. En las salsas que solo contienen vegetales no alcanzan el 2 %, como en Barilla o Eroski napolitana. En cualquier caso, no se trata de un producto que destaque por su contenido proteico.

🍝 ¡Cuidado con la sal!

Es importante prestar atención al contenido de sal, porque en algunos productos puede ser excesivo, es decir, su valor supera el 1,25 %. Destacan de nuevo las salsas pesto, con cifras de entre el 3,3 % y el 3,7 % (Gallo y La Molisana, respectivamente), debido probablemente a su contenido en queso curado. También la salsa Garofalo parmigiana supera ese valor (contiene un 1,3 % de sal), debido al mismo motivo.

En el extremo opuesto se encuentran las salsas Barilla napoletana, con un 0,96 % de sal, y Mutti parmigiano, con un 0,8%. Estas cantidades están referidas a 100 g de producto, por lo que podemos pensar que cuando consumimos una ración (unos 50 g) no ingerimos mucha cantidad de sal, pero no es así. Por ejemplo, una ración de La Molisana aporta 1,85 g de sal, lo que sigue siendo una cantidad considerable si tenemos en cuenta que la recomendación de ingesta máxima diaria es de 5 g/día.

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