Embarazo después de un cáncer de mama, ¿qué hay que saber?

El diagnóstico precoz del cáncer de mama y el aumento de la edad en la que se decide ser madre hace que haya cada vez más mujeres que, tras vencer la enfermedad, deseen tener un hijo
Por Cristian Vázquez 23 de enero de 2017
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Imagen: kjekol

Como en la actualidad el cáncer de mama se detecta más pronto en la mujer, cada vez son más las que, tras superarlo, desean ser madres. En este sentido, los científicos son todavía bastante cautelosos, pero se han dado pasos importantes en este tema. De todos modos, cada caso es distinto y debe ser analizado de manera particular. Este artículo ofrece detalles acerca de lo que significa ser madre después de un cáncer de mama, qué ocurre con la fertilidad de la mujer durante y después del tratamiento y cuáles son los riesgos tanto para ella como para su bebé.

Ser madre después de un cáncer de mama

Cada vez son más las mujeres que quieren ser madres después de haber sufrido un cáncer de mama. Las causas de este fenómeno son dos. Por un lado, la edad de detección del cáncer ha bajado de forma notoria en los últimos años, gracias a los programas de diagnóstico precoz. Y, por otro, con la decisión de tener hijos ha ocurrido lo contrario: se ha ido retardando cada vez más.

Además, las tasas de incidencia del cáncer de mama aumentan -aunque a un ritmo más bien bajo- en España y también a nivel global. Según datos de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), el número de afectadas cada año en nuestro país por este tipo de cáncer (el más frecuente entre las féminas) supera los 25.000, y las estimaciones arrojan que una de cada ocho mujeres sufrirá la enfermedad en algún momento de su vida.

Más allá de este contexto, cada vez que una mujer que se ha recuperado de un cáncer de mama siente el deseo ser madre, lo normal es que se plantee muchos interrogantes: ¿puedo hacerlo?, ¿qué condiciones debo cumplir?, ¿a qué riesgos me expongo durante la gestación?, ¿y mi hijo? A continuación se ofrece la información más importante que se debe tener en cuenta en esas circunstancias.

La fertilidad después de un tratamiento contra el cáncer de mama

Los expertos de la AECC son cautelosos al referirse a estos temas: «Los datos científicos que se tienen hasta la actualidad son limitados». Sin embargo, explican que «se ha observado que el embarazo no parece afectar de forma negativa al pronóstico en mujeres con cáncer de mama previo».

Pero ¿qué pasa con la fertilidad durante el tratamiento contra el cáncer? Hasta hace unos años, los efectos de la quimioterapia y la radioterapia hacían que, en la mayoría de los casos, las mujeres que habían pasado por esa experiencia no pudieran ser madres, al menos no con sus propios gametos.

En 2007, el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) puso en marcha un programa gratuito de preservación de fertilidad por motivos oncológicos, llamado Padre después del cáncer y Madre después del cáncer. Desde entonces, unas 800 pacientes oncológicas han podido preservar su fertilidad, dos tercios de las cuales han sido diagnosticadas con cáncer de mama. Javier Domingo, coordinador del programa y director de IVI Las Palmas, apunta que «esta realidad ayuda a las pacientes oncológicas a mirar hacia delante con optimismo, conscientes de su posibilidad no solo de curación sino también de ser madres». Y cabe destacar que, como el nombre del programa indica, también está destinado a hombres quienes, por un tratamiento contra el cáncer, también podrían ver afectada su fertilidad.

El embarazo y el riesgo de una recidiva de cáncer

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Imagen: Giorgio Montersino

Existe una creencia bastante extendida de que el embarazo es un factor de riesgo que aumenta las probabilidades de recidiva, es decir, que el cáncer reaparezca. En palabras de la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer (ACS), «hay una inquietud en cuanto a que los niveles hormonales elevados que surgen como resultado del embarazo podrían aumentar la probabilidad de que el cáncer regrese en una mujer que ha padecido cáncer de seno».

Los especialistas admiten que es posible que esos cambios a nivel hormonal, sobre todo durante el primer trimestre de la gestación, aceleren el desarrollo de un tumor incipiente o de metástasis hasta ese momento ocultos. En cualquier caso, el efecto del embarazo no sería la reaparición del cáncer, sino el adelantamiento de un proceso preexistente. Como contrapartida, está demostrado que ser madre (sobre todo antes de los 30 años) y amamantar al bebé son factores que reducen el riesgo de cáncer de mama.

Otro elemento importante que hay tener en cuenta es el tiempo que se debe dejar pasar desde el final del tratamiento contra el cáncer de mama hasta el comienzo de la búsqueda del embarazo. Los médicos no tienen una respuesta exacta para esta cuestión, aunque en general hablan de un mínimo de entre uno y dos años, que es el periodo durante el cual el riesgo de recaída es mayor. Pero, como recomienda la AECC, conviene que cada mujer «consulte con su oncólogo para que valore su caso de forma individual».

¿Hay riesgos para el futuro bebé?

En muchas mujeres que se han recuperado de un cáncer de mama y desean convertirse en madres, también genera temor la posibilidad de que la enfermedad o su tratamiento tengan consecuencias negativas para el bebé.

Uno de los miedos principales es transmitir al niño, como rasgo hereditario, la predisposición a padecer cáncer. Sin embargo, según la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer, “no existe prueba de que un historial de cáncer de seno en una mujer tenga algún efecto directo en su bebé”. Según este organismo, no se registra ningún aumento en la tasa de defectos congénitos, ni problemas de salud a largo plazo, entre los pequeños que nacen de madres que han sufrido cáncer de seno.

Con relación a los tratamientos, la AECC explica que “se desconocen los efectos sobre el feto de los tratamientos antitumorales que la madre haya recibido previamente por cáncer de mama”. Y apunta los resultados de un estudio realizado sobre mujeres con cáncer en la sangre (leucemia): tras recibir altas dosis de quimioterapia, experimentaron un 25% de partos prematuros y retraso en el crecimiento intrauterino del feto.

Una preocupación más tiene que ver con las probabilidades de una recaída, con las expectativas de supervivencia de la mujer y, por ende, con la posibilidad de que el niño pierda a su madre en un futuro relativamente próximo. En este sentido, se trata de una decisión, por supuesto, muy personal.

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