¿Por qué no entendemos lo que leemos?

Vivimos constantemente expuestos a mensajes que tenemos que leer e interpretar: instrucciones, señales, listas, mapas, carteles, recetas, folletos publicitarios, programas políticos, páginas web, revistas, libros… “Leer no es un tema que se pone de moda con cada informe Pisa o PIRLS, leer es lo que nos hace humanos”, afirma Elena del Pilar Jiménez-Pérez, presidenta de la Asociación Española de Comprensión Lectora (AECL).

Los niños, niñas y adolescentes españoles leen. O eso al menos dicen los datos del Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2022 del Ministerio de Cultura y Deporte. Según los mismos, el 85,6 % de los menores de entre 10 y 14 años lee en su tiempo libre de forma frecuente (78,2 %) u ocasional (7,4 %). Y estas ratios, aunque descienden, se mantienen en unos niveles altos durante la adolescencia: entre los 15 y los 18 años un 67,7 % de los jóvenes lee con frecuencia y un 12,2 % de manera ocasional.

Sin embargo, los informes internacionales ponen en duda, de alguna manera, la credibilidad de estas cifras, ya que los niños y las niñas españoles aparecen por debajo de la media europea en comprensión lectora, una habilidad que hace referencia a la capacidad para entender lo más objetivamente posible lo que un autor o autora ha querido transmitir con su texto.

Una habilidad que, como afirma Ester Trigo, profesora del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Cádiz, tiene relación directa con el éxito académico. No en vano, según datos expuestos en el Congreso Internacional de Comprensión Lectora de Infantil y Primaria de 2021, se estima que el 50 % de los problemas de aprendizaje se deben a una falta de comprensión lectora. “En muchas ocasiones, el fracaso en determinadas asignaturas está relacionado con este problema. Si los estudiantes no logran acceder al mensaje, difícilmente podrán afrontar de forma adecuada su proceso de aprendizaje”, argumenta la docente.

A mediados de mayo se hicieron públicos los resultados del último informe PIRLS, que analiza la capacidad de comprensión lectora en alumnos de 4º de Primaria (9-10 años). Según los mismos, los menores españoles retroceden siete puntos en comprensión lectora respecto al anterior informe (2016) y con 521 se sitúan por debajo de la media europea (528) y de la OCDE (533).

A las expertas consultadas no les pillaron por sorpresa los resultados. “Este no es un país lector, cada vez lo es menos, y leer es la forma natural de entrenar la competencia lectora”, sostiene Elena del Pilar Jiménez-Pérez.

Ester Trigo, por su parte, señala que el descenso español es parte de una tendencia observada en todo el mundo. “Hemos vivido una situación de alarma sanitaria que ha obligado al cierre temporal de las escuelas, lo que ha provocado que no se trabaje de forma sistemática la comprensión lectora día a día. Sin embargo, no debemos ser pesimistas, pues en los últimos años se había registrado una tendencia al alza en las evaluaciones. Este retroceso es lógico, pero recuperable con el trabajo realizado en el sector escolar”, afirma la profesora de la Universidad de Cádiz.

Coincide Marta López, directora de Lecxit, el programa de lectura para el éxito educativo de la Fundación Bofill, quien apunta también a otros factores, como la generalización de las nuevas tecnologías, la forma en que accedemos al conocimiento o la tendencia a un consumo rápido de información, algo que choca con lo que exige la comprensión lectora: una lectura más pausada que implica concentración.

Es de la misma opinión el filósofo y pedagogo José Antonio Marina. “El éxito de las nuevas tecnologías, de las redes sociales y sus mensajes cortos, está provocando un desinterés por los mensajes largos y una dificultad para comprenderlos. Esto es un problema, porque los argumentos son mensajes largos, así que estamos prescindiendo de los argumentos y acudiendo a los eslóganes, consignas, insultos, memes… Empieza a haber un movimiento para intentar proteger a los menores prohibiéndoles el uso de los móviles y creo que deberíamos trabajar en ese sentido”, explica.

Vivimos en un mundo de consumo rápido. Vídeos de 15-30 segundos, mensajes de 280 caracteres. Acostumbrados a esta velocidad, resulta cada vez más complicado bajar el ritmo a la cadencia lenta que requiere la lectura.

A esto hay que añadir que, según el informe del Estado Móvil 2022, publicado por App Annie, el uso del móvil creció un 30 % en 2021 hasta las 4,8 horas al día de media por persona, lo que supone un tercio del tiempo que pasamos despiertos. Con esta hiperconexión, conseguir la capacidad de atención que requiere la lectura es casi una utopía.

Para mejorar la comprensión lectora, las expertas coinciden en apuntar a una necesidad básica: una ley educativa de consenso que incluya un apartado que ponga a la lectura en el sitio que se merece. Tanto desde un punto de vista de su promoción y fomento, como de formación de los futuros maestros y maestras.

“Si ni siquiera el futuro profesorado es lector, difícilmente va a transmitir una pasión que no lo define. La nueva ley para el acceso a esta profesión debería ser más contundente. Lamentablemente, su última propuesta relegaba la lengua a una asignatura en toda la carrera. Que el futuro profesorado se prepare como lector de forma sólida y solvente es tan importante que es escandaloso que no se tenga asimilado”, reflexiona Jiménez-Pérez.

En el mismo sentido se pronuncia Ester Trigo, que reivindica la necesidad de incentivar la formación permanente del profesorado en esta materia, independientemente de la asignatura que impartan. “Es necesario que todos los docentes se formen en estrategias para favorecer la competencia comunicativa, en general, y la comprensión lectora, en particular. El trabajo de la lectura no es solo tarea de los docentes de áreas lingüísticas”, opina.

Aunque ocupa la novena posición en el ranking del informe PIRLS con 544 puntos, Suecia también ha visto descender los resultados de sus alumnos. La reacción del ejecutivo del país nórdico no se ha hecho esperar. La ministra de Educación, Lotta Edholm, anunció que dejaba en suspenso la estrategia de digitalización de las aulas. “El informe PIRLS es una señal de que tenemos una crisis de lectura en las escuelas suecas. En el futuro, el Gobierno quiere ver más libros de texto y menos tiempo de pantalla en los colegios”, afirmó tajante.

¿Hasta que punto la culpa es de las pantallas? “La pantalla no es el problema, el modelo de lectura está condenado a evolucionar de mano de las tecnologías. Además, las tecnologías pueden ser aliadas. El problema es que se ha entendido que los modelos de aprendizaje deben ser juegos cuando su soporte es tecnológico, y eso es un error. Una lectura es una lectura, requiere atención y esfuerzo sostenido en el tiempo exclusivamente sobre texto, no sobre imágenes en movimiento”, argumenta la presidenta de la AECL.

Como alternativa a las pantallas para niños y niñas que ya han crecido en un entorno puramente digital, Ester Trigo señala el atractivo de los libros ilustrados de no ficción (informativos): son álbumes en papel que se adaptan muy bien a estos tiempos, puesto que ofrecen información muy interesante sobre determinados temas presentada de una forma muy visual y atractiva.

“Estos libros pueden ser un complemento ideal para la lectura digital, pues proponen estrategias de lectura similares, están realizados por especialistas que divulgan el conocimiento y por artistas que, con ilustraciones, complementan la información aportada”, concluye Trigo.