Recuperarse de una cesárea

A las molestias habituales que se experimentan tras un parto normal, se suman los síntomas propios de una intervención quirúrgica abdominal
Por Marta Vázquez-Reina 16 de diciembre de 2011
Img cesarea
Imagen: Tammra McCauley

Después de nueve meses de espera y preparación para un parto natural, miles de madres ven sus expectativas frustradas cuando, por indicación médica durante el embarazo o por complicaciones durante el parto, se ven obligadas a someterse a una cesárea. Las evidentes desigualdades entre el proceso de alumbramiento por parto natural y por cesárea -que implica una intervención quirúrgica- afectan de forma significativa al proceso de recuperación y adaptación de la mujer después del nacimiento de su hijo.

Molestias adicionales tras una cesárea

El resultado es el mismo, pero el camino muy diferente. Alumbrar a un hijo por parto natural o por cesárea son dos procesos completamente distintos y el puerperio difiere asimismo de forma sustancial. Ambas tendrán que enfrentarse a las molestias habituales que causa un parto -los entuertos, las pérdidas vaginales, sensibilidad en los pechos, cambios hormonales o cansancio-, pero la mujer sometida a una cesárea sumará a estos síntomas los propios de una intervención quirúrgica abdominal. Estos son algunos de los más destacados:

  • Dolor en la incisión: cuando pasan los efectos de la anestesia, la mujer comenzará a sentir dolor más o menos intenso en el lugar de la herida. Hay que tener en cuenta que la cesárea implica dos incisiones, una externa en el abdomen y otra interna en el útero. Esta última intensifica los dolores de entuerto. Para mitigar en parte este dolor, es recomendable solicitar la administración de analgésicos compatibles con la lactancia.
  • Acumulación de gases y estreñimiento: son dos de los síntomas frecuentes de una cirugía mayor abdominal y causan importantes molestias posoperatorias a la mujer. La mejor recomendación para aliviar el dolor es incorporarse lo antes posible y dar pequeños paseos por la habitación para volver a poner en movimiento el tracto intestinal.

La estancia en el hospital

La estancia en el hospital de la mujer que da a luz por cesárea es, en general, más larga que cuando se alumbra por parto natural, ya que la intervención requiere de una vigilancia y un control más prolongado por parte de los profesionales de la salud:

  • A partir de las ocho horas después del nacimiento y una vez retirada la sonda vesical, es aconsejable iniciar los primeros movimientos de las piernas e incorporarse en la cama.
  • Cuando se sienta con fuerza (entre 8 y 24 horas después del parto), la madre debe levantarse. Primero hay que dar tan solo unos pasos y volver a sentarse en una silla y, poco a poco, prolongar el tiempo que se permanece de pie.
  • En cuanto camine sin dificultad, puede ducharse o asearse, pero debe procurar en los primeros días no mojar la zona de la incisión quirúrgica.
  • Cada día el personal sanitario revisa la evolución de la cicatriz y realiza las curas pertinentes. Es importante fijarse en este proceso para poder repetirlo en casa una vez que se abandone el hospital.
  • Es esencial contar con la ayuda del padre o de otros familiares durante la estancia hospitalaria para evitar que la madre realice esfuerzos perjudiciales para su recuperación.

La vuelta a casa después de una cesárea

La estancia en el hospital después de una cesárea depende de la evolución de cada paciente: puede oscilar entre tres y cinco días. Una vez recibida el alta, la madre debe continuar con los cuidados y atenciones necesarias para recuperarse en el hogar:

  • Durante las primeras cuatro o seis semanas, conviene contar con ayuda en casa para evitar esfuerzos importantes, sobre todo, si implican levantar peso.
  • Si continúan las molestias propias de la cirugía, se puede consultar con el ginecólogo la posibilidad de prolongar el tratamiento con analgésicos.
  • La madre debe descansar, pero tampoco es conveniente que esté totalmente inactiva. Después de la primera semana, puede comenzar a dar pequeños paseos e incrementar de forma gradual la duración y frecuencia.
  • Mientras permanecen los puntos, la cicatriz debe limpiarse con agua y jabón todos los días y, después de secarla bien, cubrirla con un apósito para evitar roces y posibles infecciones.
  • Durante el proceso de limpieza, hay que revisar bien la herida para verificar que no hay ninguna anomalía que evidencie una posible infección de uno o varios puntos. Si es así, es necesario comunicarlo al médico para que indique el tratamiento idóneo.
  • A partir de la retirada de los puntos, entre siete u ocho días después de la intervención, la cicatriz se limpia del mismo modo, pero ya no es necesario cubrirla.
  • En algunos casos, es recomendable el uso de una faja de sujeción en el abdomen, que ayuda a mitigar el posible dolor en la herida con los movimientos y que proporciona mayor seguridad a la madre.
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