Sufrir una depresión tras el aborto

El dolor psíquico después de una interrupción del embarazo puede ser tan intenso como el que se experimenta tras la pérdida de un ser querido
Por Montse Arboix 27 de octubre de 2011
Img mujer triste
Imagen: Glenda Otero

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo hay un tipo de depresión, aquella entidad con más de seis meses de duración caracterizada por síntomas como el sufrimiento, la tristeza o la baja autoestima. Se confunde porque es reactiva, es decir, se activa a consecuencia de algún suceso, como la pérdida de una pareja, del trabajo y, en este caso, después de un aborto. Sin embargo, la literatura médica describe el “síndrome posaborto”, que se desencadena después de la pérdida del feto, sea por interrupción espontánea o procurada.

La OMS no lo cataloga como una entidad propia, pero la literatura médica se refiere al «síndrome postaborto» (también denominado con el acrónimo PAS) como un cuadro patológico que comprende un complejo de síntomas fisiológicos, psicológicos y espirituales, desencadenados tras la realización de un aborto voluntario.

Por lo tanto, afecta sobre todo a las mujeres que han abortado, pero también se han descrito, en distintos grados, en todas las demás personas que intervienen en el proceso. Sus síntomas están en relación directa con las razones por las cuales se aborta, el tiempo de gestación, la relación entre los progenitores, los pasos que se han dado para tomar la decisión y las influencias que se hayan tenido a lo largo del período que ha precedido a la toma de la decisión.

Marc Planella, psiquiatra adjunto de la Unidad de Agudos del Parc Sanitari Sant Joan de Déu, de Sant Boi (Barcelona), aclara que no es que no exista la depresión postaborto o posparto, «lo que sucede es que no se clasifican como un tipo de entidades ‘especiales’. Se incluyen dentro de los trastornos depresivos mayores dado que, más allá del factor desencadenante, los síntomas clínicos (elementos que permiten clasificar cualquier tipo de enfermedad) son los mismos en todos ellos».

Problemas de concentración, ansiedad, irritación, cambios en el patrón del sueño, alteraciones de los hábitos alimentarios, cansancio extremo, pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban, tristeza, ganas de llorar, son algunos de los síntomas más característicos de estos trastornos. En cualquier caso, como en todo tipo de pérdidas, se genera un estado de duelo. Y parece que es más difícil superar el dolor de un aborto provocado que el de uno espontáneo producido por la misma naturaleza. Las razones que se esgrimen son varias. Entre ellas, que la persona se sabe culpable de la pérdida y que se ha autoconvencido de que no es un ser humano. Cuando este dolor no se supera, conduce a la depresión.

El proceso de duelo

En todo tipo de pérdidas de seres queridos, hay un grupo de pensamientos que se comparten, sea un aborto o el fallecimiento de un allegado. Es el duelo, consecuencia de los apegos afectivos, un acontecimiento vital estresante que, tarde o temprano, deben afrontar todos los individuos. A pesar de que no está considerado como una enfermedad, comparte algunos pensamientos con la depresión. No obstante, Planella es de la opinión que no hay que «considerarlo una enfermedad a tratar», ni tampoco «medicalizar el proceso», ya que son etapas normales que hay que ir superando.

Después de la pérdida de un ser querido, incluido el feto, es normal manifestar un cierto grado de malestar anímico durante algúntiempo

Las personas afectadas por la muerte de un ser querido muestran síntomas característicos y siguen una serie de etapas: negación, ira, depresión y aceptación. A veces, hay dificultades añadidas que frenan el proceso y lo hacen más arduo, pero esta sensación sobredimensionada puede superarse con un apoyo adecuado. Una correcta elaboración del duelo permitirá al afectado volver a su vida diaria con la energía necesaria.

El psiquiatra explica que «después de la pérdida de un ser querido, incluidos los fetos, es ‘normal’ manifestar cierto grado de malestar anímico durante algún tiempo». Después de un aborto, es fácil que surja un sentimiento de culpabilidad derivado de la reacción del entorno de la mujer antes, durante y después de la interrupción del embarazo. Ya sea un aborto espontáneo o programado, su estado de ánimo es vulnerable a la opinión de los más allegados. Es fundamental, pues, impedir cualquier tipo de reacción punitiva.

Los datos estiman que un 5% de personas que sufren una pérdida de un ser querido manifiestan síntomas graves que se asocian a un trastorno denominado «duelo patológico». Cuando la tristeza persiste más allá de los doce meses, puede que la persona sufra un cuadro depresivo grave y, entonces, sí que se hace necesario una intervención.

Más riesgo de sufrir PAS

¿Qué factores predisponen a desarrollar un trastorno depresivo después de un aborto? Los más notables, son:

  • El factor genético hace que haya mujeres más susceptibles que otras a manifestar este cuadro ante la misma pérdida
  • la personalidad de cada uno, de la que deriva la manera y la capacidad de enfrentarse a estas situaciones
  • la duración de la gestación
  • antecedentes de trastorno depresivo
  • el soporte del entorno más próximo.

Para el especialista, «no hay diferencia en el proceso de duelo según sea una interrupción espontaneo o una programada», sino que estaría más asociado a los factores de riesgo citados con anterioridad.

Los datos disponibles señalan que las mujeres que han sufrido un aborto tienen el doble de riesgo de caer en una depresión, respecto a quienes no lo han sufrido. Hay estudios que revelan una tasa del 10,9% de depresión en mujeres que abortaron de manera espontánea, mientras que un 4,3% se vieron afectadas de algún modo por esta experiencia. En general, los cuadros de depresión se dan en el primer mes postaborto y afectan más a aquellas que no tienen hijos.

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