Los acabados metálicos o metalizados suelen emplearse para resaltar o decorar determinados objetos sin necesidad de que sean macizos, sobre todo si se trata de oro, debido a su carestía. Para dotar a los elementos que construyamos, o a nuestros trabajos manuales, de un aspecto más vistoso podemos utilizar finas láminas de pan de oro.
Otra opción estriba en emplear tiradores u objetos de latón, para dotar de antigüedad al ambiente. Para lograr un toque de distinción, pueden utilizarse con un baño de oro o plata. La plata ofrece espectaculares resultados en la decoración, sobre todo en los salones, aparte de ser un metal precioso mucho más barato que el oro.
Uno de los principales inconvenientes de emplear metales en la decoración es la necesidad de limpiarlos a conciencia de vez en cuando, y tratarlos para evitar su oxidación o que aparezcan manchas sobre ellos.
Tras limpiarlos resulta conveniente aplicarles una capa de barniz transparente que los proteja frente a la humedad. No obstante, esto no exime de la tarea de limpiar los metales y vigilar su estado.