La cala, al igual que todos los ejemplares que se siembran a partir de un bulbo, comienza a brotar y crecer tras desarrollar en los meses previos un sistema de raíces denso y abundante, a través del que absorbe los nutrientes que necesita para sobrevivir.
Si se cultiva los rizomas en tiestos demasiado estrechos, sus raíces no se desarrollarán completamente, dejando de crecer antes de tiempo para dar paso al crecimiento de los tallos, lo que impedirá su normal desarrollo.
Por lo tanto, para poder cultivar sus ejemplares de calas lo más recomendable es plantar sus bulbos en macetas bien drenadas y en un sustrato de turba. Entierre los bulbos dos dedos bajo el sustrato y coloque su ejemplar en un lugar fresco y seco.
Respecto al riego, es recomendable comenzar a irrigar los ejemplares en cuanto empiecen a brotar. Hay que en cuenta, que su necesidad de agua es mayor en su etapa de crecimiento y floración y menor a lo largo de la época de reposo, es decir, cuando sus flores se marchitan.
Una de las ventajas de esta planta es que es capaz de soportar incluso temperaturas bajo cero, siempre y cuando no sean extremas, aunque en climas cálidos puede cultivarse a lo largo del invierno, tanto en interior como exterior es mejor optar por la primera alternativa para evitar dañar el ejemplar.
