Inexorablemente se acercan las Navidades y los preparativos ornamentales y gastronómicos empiezan a cumplimentarse en todos los hogares. Centrándonos en la tarea propia que supone la decoración, el tradicional árbol de Navidad lucha con el Belén por convertirse en el protagonista de cada casa.
Sea cual sea la elección de cada uno de nosotros, lo que nunca puede faltar es el Nacimiento, es decir, la Virgen María, San José y el Niño Jesús. A este trío se le pueden añadir los populares buey y burro, pero son figuras complementarias que también se pueden preparar.
Las figuras podemos adquirirlas o elaborarlas nosotros mismos de diferentes materiales, escayola, marmolina, papel maché, etc., pero en esta ocasión nos vamos a decidir por la marmolina puesto que es un material sencillo de trabajar, que ofrece un acabado realista a la par que elegante.
Si disponemos ya de las figuras, trataremos de hacernos con médium incoloro, con acuarelas sintéticas de los colores que queramos pintar el Nacimiento, además de barniz cerámico satinado y de pinceles entre los cuales debe haber un liner para colorear los rasgos faciales y una esponja que nos ayude a difuminar y homogeneizar la pintura aplicada.
Una vez que tenemos preparados todo los materiales, nos ponemos manos a la obra. El primer paso será el de aplicar una mano de médium incoloro a todas las piezas con el fin de otorgarle una base transparente para obtener así una presencia mate a las figuras. Leeremos las instrucciones de uso de este producto para conocer exactamente el tiempo que precisa para que se seque y así poder comenzar a dar color a cada uno de los elementos que conforman el Nacimiento.
Si trabajamos con cierto orden lograremos ahorrar tiempo y pintura. Esto es así si cuando utilizamos un pincel y un color en concreto lo aplicamos sobre todas las figuras que requieran esa misma pintura, en vez de derrochar y limpiar el pincel cada vez que se cambia de pintura en una misma figura. A su vez, estamos dando tiempo a que la primera capa de pintura se seque (tarda casi media hora) hasta que tengamos que aplicarle la segunda.
Podemos empezar a trabajar por los ropajes de las figuras. A esta parte siempre le daremos dos capas de pintura. El truco para lograr un buen acabado está en conseguir acompañar el efecto de los pliegues de las túnicas y vestidos, matizando y mezclando los colores de tal manera que logremos cierto realismo.
Una buena técnica para pintar los ropajes, además de la mezcla de tonos es el ponceado. Para llevarla acabo necesitaremos una esponja, con la que aplicaremos con toques suaves, la segunda capa de un color más oscuro o más claro que el dado como base.
El siguiente centro de atención será el rostro de los personajes. Tal vez esta es la labor que requiere una mayor atención y delicadeza, puesto que las líneas han de realizarse con precisión y ha de darse una sensación muy natural.
Primero damos una base rosácea aplicada con la esponja para que la pintura no se escurra y una vez seca pintamos las líneas más finas (cejas, ojos, labios y pelo) para lo que usaremos un pincel liner y colores lo más naturales posibles.
Cuando tengamos todas las figuras secas, algo que tardará al menos dos horas en producirse, daremos una última capa, en esta ocasión de barniz cerámico satinado, que protegerá las figuras y le dará un brillo nuevo.
Así tendremos nuestro Nacimiento listo para disfrutar de él en estas Navidades, y que en próximos años podemos ir añadiendo figuras hasta convertirlo en un Belén.