El cactus de pascua es una planta epifita con apariencia de planta colgante que posee varios tallos carnosos al final de los cuales se desarrollan numerosas flores ligeramente tubulares en su base. Los pétalos de sus flores son abiertos y acabados en punta. Este cactus florece en primavera, con el rojo como color predominante de los pétalos de las flores de esta planta perteneciente a la especie de las cactáceas.
A pesar de ser una especie oriunda de las regiones tropicales de América no requiere ningún tipo de cuidado especial para lograr adaptarse y sobrevivir en climas más fríos. Esta planta es de fácil cultivo, por lo que requiere pocas atenciones, basta con situarla en un ambiente húmedo y cálido, donde las temperaturas mínimas no sean inferiores a los 12 grados centígrados y las máximas ronden los 22. El sustrato en el que se desarrollará el cactus de pascua debe contener turba y deberá de ser abonado mensualmente con un fertilizante especial para cactus.
Respecto a sus necesidades de riego, al tratarse de un cactus, la única época del año en la que sólo precisa de un riego al mes es durante el invierno, ya que se encuentra en periodo de reposo, mientras que a partir de abril debe proporcionársele agua blanda una vez a la semana. Es completamente incorrecta la creencia popular que asegura que los cactus no necesitan ser regados, porque aunque sus espinosas hojas evitar que se evapore el agua que recogen por sus raíces sí que necesitan del líquido elemento para poder sobrevivir, más aún si se desarrollan en una maceta a la que no llega ningún tipo de humedad.
Asimismo debemos evitar someter a los cactus de pascua (Rhipsalidopsis) a temperaturas extremas, puesto que les perjudica tanto el sol fuerte del verano como las heladas invernales. Éstas últimas son especialmente perjudiciales porque provocan que en su superficie aparezcan unas feas grietas que, aunque pueden curarse, no desaparecen.
