A pesar de los esfuerzos de los fabricantes de pinturas y esmaltes por mejorar sus productos para lograr que los consumidores consigan, con el mínimo esfuerzo, acabados espectaculares, no siempre consiguen su objetivo. De todas formas, algunos problemas, de los que se plantean pueden solucionarse con trucos «profesionales».
En la mayoría de las ocasiones, la falta de conocimientos sobre cuál es el mejor material para emplear sobre una determinada superficie o sobre la mejor forma de aplicación de un producto puede hacer que el resultado final no sea tan bueno como sería deseable. Un claro ejemplo lo tenemos cuando aplicamos esmalte blanco sobre, por ejemplo, las paredes y nos damos cuenta que con el paso del tiempo comienzan a amarillear. Para solucionar este típico y desastroso inconveniente, lo más recomendable es añadir cuatro gotas de pintura negra por cada litro de esmalte blanco. De esta manera conseguirá un acabado resplandeciente y duradero.