La robustez del Espino de Fuego

Las bayas rojas que brotan en invierno son su principal característica
Por EROSKI Consumer 6 de agosto de 2003

Durante el invierno siempre hay especies que soportan los rigores propios de la época y que aportan el color que hace falta en los meses más grises del año. Este es el caso del espino de fuego, un arbusto originario del noreste de la Península Ibérica y de toda la Itálica.

Para conocerlo un poco mejor, o para aquellos que lo desconocen, se puede decir que este arbusto perteneciente a la familia de las rosáceas, es perenne, se ramifica desde su base y presenta unas hojas oblongadas de color verde oscuro. Pero sin duda alguna, lo más característico del espino de fuego son las bayas rojas o anaranjadas con las que adorna en la época invernal cualquier espacio o jardín en el que se encuentre. Estos frutos no dejan de ser las flores que aparecen en ramilletes durante los meses de verano y otoño.

Este vigoroso arbusto no requiere demasiadas atenciones, puesto que crece bien en suelos duros, aunque siempre dará mejores resultados, si se planta en un terreno fértil y bien drenado. En cuanto al agua que hay que proporcionarle, es conveniente realizar riegos constantes y generosos, especialmente cuando se encuentre en época de floración y fructificación.

Además del riego, es recomendable controlar especialmente el alocado crecimiento del espino de fuego. Éste tiende a desarrollarse y expandirse de forma incontrolada, así que para contener este impetuoso crecimiento se aconseja una poda regular, dos veces al año, de los extremos de las ramas, siendo conveniente realizarla después de la brotación primaveral, y en verano al término de la floración.

En lo referente a la temperatura o clima, las variaciones en el termómetro no influyen a este robusto ejemplar, que puede crecer en áreas bien iluminadas preferiblemente, aunque algunas variedades soportan una sombra densa e incluso la ausencia total de luz solar directa.

Sabiendo esto, si se tiene pensado cultivar en el jardín algún arbusto que conlleve poco trabajo y que no sea especialmente exigente con las condiciones del terreno y la luz, el espino de fuego se presenta como la mejor elección.

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