Préstamos preconcedidos: una alternativa a los créditos rápidos

La elevada tasa de morosidad complica su contratación, aunque se conceden cantidades poco elevadas y sólo a clientes seguros
Por José Ignacio Recio 8 de octubre de 2009
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Imagen: Dwonderwall

Los bancos y cajas de ahorros han rebajado la concesión de créditos debido a las elevadas tasas de morosidad. Pero los usuarios necesitan liquidez para hacer frente a sus gastos y una de las soluciones es acudir a los préstamos preconcedidos, a pesar de que no todos están en situación de contratarlos. Las personas que más los necesitan no pueden acceder a ellos porque las entidades financieras sólo los conceden a clientes de menor riesgo, es decir, con un historial bancario sin deudas ni demoras en los pagos y que disponen de una cantidad mínima en la cuenta corriente.

Para situaciones eventuales

Los créditos preconcedidos son un parche para una situación transitoria de necesidad. Los importes son poco elevados -dependen de la situación de cada cliente- y oscilan entre 10.000 y 25.000 euros. Funcionan como una línea de crédito para utilizarla como desee el usuario: un viaje, hacer reformas en casa, comprarse un televisor o invertirlo en Bolsa para rentabilizar el adelanto. El hecho de que esté concedido de antemano significa que antes de su adjudicación el banco o caja de ahorros habrá realizado un estudio del cliente. En él se examinan los saldos de sus cuentas corrientes, qué productos tiene contratados, la nómina, sus ingresos regulares, los gastos, etc. Tras un análisis exhaustivo, se concluirá si el perfil permite o no la concesión de uno de estos préstamos.

El plazo de amortización es de entre dos y cinco años, y los tipos de interés rondan el 10% de media

Se pueden suscribir sin ningún tipo de justificación ni formalidades por diversas vías: a través del teléfono, Internet y, en algunos casos, incluso en el cajero automático. La sencillez para contratarlos es otra nota dominante de este producto, que implica, sin embargo, cierto peligro. Incluso las economías saneadas corren el riesgo de endeudarse. Su devolución no resulta tan fácil como la suscripción, ya que el plazo de amortización se fija de dos a cinco años, y los tipos de interés -aunque no son tan abusivos como en los créditos rápidos- oscilan entre un 7% y un 11%.

Endeudarse más

Estos créditos son una buena oportunidad para dotarse de liquidez ante cualquier contingencia. Sin embargo, no todos sus efectos son positivos. Antes de contratarlos, los usuarios deben considerar la verdadera necesidad de este dinero o si un reajuste de los gastos familiares sería suficiente. Suscribir un crédito preconcedido puede agravar la capacidad de endeudamiento. Por ello, deben analizarse los pros y los contras de este producto:

Ventajas:

  • Permiten una inyección de liquidez que puede servir para realizar cualquier proyecto, compra o viaje.
  • A diferencia de los créditos rápidos, no incluyen tipos de interés abusivos, sino que están en torno al 10% de media.
  • No hay que hacer ninguna tramitación especial; se obtienen de forma rápida y ágil.

Inconvenientes:

  • Conlleva endeudarse más.
  • Hay otras alternativas más rentables de obtener crédito. Entre otras, las ofertas de préstamos específicos de bancos y cajas de ahorros, con mejores condiciones de suscripción.
  • Tienen unos plazos de amortización prefijados por cada entidad, aunque en algunos casos se pueden renegociar.
  • Están desarrollados para «vender dinero» sólo a los clientes que acrediten buenas ratios de liquidez.
PARA CLIENTES MODÉLICOS

El perfil al que van dirigidos este tipo de créditos está bien definido por parte de las entidades financieras que los otorgan. Los clientes más problemáticos, con deudas o con demora en los pagos, están excluidos. También los usuarios sin la liquidez mínima exigida por la entidad, es decir, los considerados “de riesgo”.

Tienen fácil la concesión de uno de estos préstamos los clientes que cumplan todas o gran parte de las siguientes premisas:

  • No dan problemas a la entidad por su morosidad o falta de pago.
  • No tienen contratado en ese momento un producto crediticio (préstamos al consumo o hipoteca).
  • Pueden avalar el crédito por medio de las nóminas o ingresos realizados de manera regular.
  • Disponen de una cuenta corriente con una liquidez suficiente como para asumir la deuda contraída.
  • Historial bancario impecable, en el que se contraten con frecuencia productos de ahorro o de inversión.
  • Disponibilidad de liquidez y muestra de que no hay movimientos de salida de capital importantes en las cuentas.
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