Cuando un perro empieza a beber más agua de lo habitual, y también necesita orinar con mayor frecuencia, puede ser la señal de que algo va mal. Aunque una sed excesiva y hacer pis en abundancia son síntomas de otras enfermedades, desde diabetes hasta un problema renal, también pueden ser alertas de que el amigo de cuatro patas padece el síndrome de Cushing, también llamado hiperadrenocorticismo. En las siguientes líneas aclaramos qué es esta enfermedad, qué indica que el can puede padecerla, por qué surge y cuál es su tratamiento.
¿Qué es la enfermedad de Cushing en perros?
El síndrome de Cushing debe su nombre al neurocirujano Harvey Cushing, que fue el primero en descubrir esta dolencia en humanos en 1912. En animales, es un problema endocrino común en perros mayores, sobre todo a partir de ocho años o más. De hecho, «tras el hipotiroidismo, el síndrome de Cushing es la segunda enfermedad endocrina más frecuente en perros», dice el veterinario Juan Antonio Zaldívar.
La alerta más llamativa de que la mascota puede padecer la enfermedad de Cushing es que empiece a beber mucha más agua y necesite hacer pis con mucha frecuencia
Esta dolencia, también conocida como la enfermedad del exceso de cortisol, aparece cuando las glándulas adrenales de la mascota producen hormona cortisol en una cantidad excesiva. Estas glándulas son dos pequeños sacos localizados en cada uno de los riñones y las encargadas de producir hormonas importantes dedicadas a regular funciones corporales esenciales para la mascota, entre otras, el cortisol.
Cuando el equilibrio hormonal se rompe, empiezan los problemas. Y eso es precisamente lo que le sucede a los canes con la enfermedad de Cushing. Sus glándulas adrenales secretan una cantidad excesiva de cortisol, y esto hace que su metabolismo se ponga patas arriba.
Estas son las señales del Cushing en el perro
La alerta más llamativa de que la mascota puede padecer la enfermedad de Cushing es que empiece a beber mucha más agua de lo habitual y, en consecuencia, necesite hacer pis con mucha frecuencia. «Casi todas las personas acuden a la clínica cuando detectan que el perro bebe más agua y orina más y, en muchos casos, porque la mascota no puede aguantarse e incluso orina en casa o por la noche», explica el veterinario Carlos Melián.
Pero además, a medida que la enfermedad se agrava, el perro puede perder músculo, su estado físico general se debilita y hasta puede ser que su piel se haga más fina y, por tanto, menos capaz de protegerle. También es frecuente que la mascota tenga más apetito y pierda pelo, en especial por los costados, así como por el cuello y la zona del perineo (el área que rodea sus genitales y ano). «También el jadeo en un signo característico del síndrome de Cushing en perros, un síntoma frecuente y especialmente significativo cuando jadea incluso en reposo«, añade el experto.
El problema es que estos signos suelen aparecer de forma lenta, lo que hace que se confundan con otras dolencias y pasen desapercibidos como síntomas normales del envejecimiento del can. Por eso, el consejo, recuerdan los veterinarios, es acudir a los controles veterinarios rutinarios, que son cada seis meses en perros mayores.
¿Por qué aparece la enfermedad de Cushing?
La enfermedad de Cushing es más común cuando la mascota es mayor, y también cuando el perro es de raza pequeña, como es el caso del beagle, los terrier pequeños, los llamados perros salchicha y los yorkshire.
La causa más frecuente de este síndrome en estos animales es la aparición de un tumor benigno en su glándula pituitaria que dispara la producción de la hormona. Otras veces, aunque es menos frecuente, también puede ocurrir que crezca un tumor en una o ambas glándulas adrenales, y que este engrosamiento sea el que directamente desarrolle la hormona cortisol. Y hasta hay veces que puede surgir cuando la mascota está siendo medicada. Por eso, los expertos insisten: para detectar con claridad el origen de esta enfermedad, es esencial acudir al veterinario.
El tratamiento del síndrome de Cushing
Los tumores benignos responsables del síndrome de Cushing por lo general son bastante pequeños y no es frecuente que se extiendan, por eso, no suelen causar problemas físicos de mayor calado. El tratamiento más habitual consiste en una medicación que ayude a reducir la producción de cortisol y devolverla a sus niveles normales.
Los expertos explican que, una vez que el tratamiento comienza, lo normal es que los síntomas desaparezcan poco a poco y que el perro recupere su sed habitual.