La hipertensión o tensión arterial alta en perros, a diferencia de lo que ocurre en las personas, está desencadenada en general por otra enfermedad, como la diabetes o el hipertiroidismo. Los canes mayores, obesos y que padecen algún tipo de enfermedad de carácter endocrino son los mejores candidatos para padecer tensión arterial alta. Este artículo describe las causas de la hipertensión en el perro, los cambios de conducta que provoca y los tratamientos para paliar la enfermedad. Además, incluye curiosidades sobre la tensión arterial de los perros.
Causas de la hipertensión en el perro
No es habitual que un perro joven o adulto padezca hipertensión
La hipertensión en perros y gatos no es comparable a la enfermedad en las personas. En el caso de los animales, la tensión arterial alta es un síntoma asociado a otra enfermedad. «Puede haber algún perro que padezca hipertensión sin tener ninguna otra patología, pero no es nada habitual», asegura el veterinario Aitor Llamas.
La hipertensión canina es de manera habitual una patología secundaria o causada por otra enfermedad. Las patologías que con mayor frecuencia desencadenan hipertensión en los canes son las cardiovasculares (corazón), renales (riñón) y las relacionadas con el funcionamiento metabólico, como la diabetes.
En cuanto a su prevalencia, la hipertensión canina afecta al 10% de los perros de edad avanzada, según estima Ignacio Arija, veterinario y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. No depende de factores genéticos, pero otros aspectos, como el sobrepeso del can, sí pueden influir en que un animal la padezca. «Se sospecha que puede haber cierta relación entre obesidad canina e hipertensión, aunque no existen estudios científicos al respecto que avalen al 100% esta conclusión», según el veterinario Aitor Llamas.
La edad del perro influye en el hecho de que tenga mayor probabilidad de padecer hipertensión. A partir de los ocho años, sobre todo si el can padece alguna enfermedad, «aumenta de manera considerable el riesgo de padecer hipertensión», explica Llamas.
Cambios de conducta en el perro con tensión alta
Los síntomas o cambios de conducta derivados de una tensión alta en perros están asociados a la enfermedad que la provoque. En cualquier caso, el veterinario sospechará que el perro padece hipertensión si tiene síntomas como ceguera o desprendimiento de retina. Pero el estado anímico también es un indicador. En caso de detectar que el perro está más inquieto y nervioso de lo habitual, o bien sufre convulsiones, es posible que padezca hipertensión. Entonces será preciso acudir al veterinario con urgencia.
En cualquier caso, gracias a la constitución flexible de sus venas, «la hipertensión no es un problema de salud habitual entre los perros», apunta Ignacio Arija, veterinario y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. «Los perros no acumulan colesterol en las arterias, que además, son menos rígidas que en las personas», añade, por su parte, Llamas.
En cualquier caso, la hipertensión puede provocar la muerte del perro, como consecuencia de los problemas pulmonares y cardiovasculares que puede desencadenar.
Tratamientos para paliar la enfermedad en el can
Los veterinarios toman la tensión a los perros en un ambiente tranquilo y en diversas ocasiones para aumentar la precisión de las medidas
No es posible prevenir la hipertensión canina porque está asociada a otras enfermedades del perro, explica Llamas. Un can con hipertensión necesita un tratamiento para la enfermedad que la provoca, además de para la propia tensión arterial alta. Los medicamentos vasodilatadores, que actúan como relajantes de las paredes de las arterias y evitan su rigidez, ayudan a paliar la hipertensión. Ello previene daños en órganos vitales, como el corazón y los riñones. En cualquier caso, cuando comienza el tratamiento de la dolencia causante de la hipertensión, suele remitir la tensión arterial elevada.
Los controles periódicos de la tensión arterial del perro son fundamentales para tener la situación bajo control. A diferencia de las personas, a los canes se les mide la presión arterial en la pata (delantera o trasera) o bien en la cola. En cualquier caso, el protocolo de revisión de las consultas veterinarias puede no incluir la medición de la tensión arterial, a menos que el doctor canino sospeche que el perro puede padecer hipertensión.
Pero la medición de la tensión en el perro no es tan sencilla como en el caso de las personas. El veterinario Aitor Llamas explica: «Tenemos mucha dificultad para interpretar los resultados de las mediciones de presión en los perros porque se ponen muy nerviosos y las pruebas no siempre son fiables». Los veterinarios toman la tensión de los perros en un ambiente lo más tranquilo posible, además de llevar a cabo muchas mediciones para aumentar la precisión de las medidas. «Debido a estas dificultades, solo se les mide la tensión cuando hay indicios de que la pueden tener alta» explica Aitor Llamas.
Los baremos de tensión de los canes son similares a los de las personas (14/8).
El ictus en los perros provocado por la hipertensión prácticamente no existe.
Los canes viven menos que las personas y, por ello, no llegan a tener los problemas de colesterol que se desencadenan en las personas mayores.