La Navidad es un tiempo de encuentro, de celebración, de alegría… como también de excesos para nuestra salud y la del medio ambiente. Con los envoltorios de los regalos y las cajas de los envíos de compras online crecen los desechos. Según estimaciones de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (ASPAPEL), en diciembre y enero se depositarán en los contenedores azules 873 millones de kilos de papel y cartón, un 20 % de lo recogido en todo el año. Pero no solo los obsequios, los viajes o el consumo excesivo de productos con una gran huella ambiental hacen que durante las Navidades se disparen los comportamientos poco sostenibles. Con la decoración navideña, y en concreto con los árboles que adornan nuestras casas, también. Pero en este caso podemos contribuir a hacer unas fiestas más respetuosas con el medio ambiente. Lo vemos en las siguientes líneas.
Gracias a las luces navideñas que copan las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades y hasta las fachadas de nuestras casas, la contaminación lumínica es una realidad visible desde la NASA. Y su uso va en aumento, por lo que esta polución tan deslumbradora también. Ya en 2019 las grandes urbes invirtieron un 40 % más en este tipo de iluminación, sobre todo debido a la sustitución de las antiguas bombillas incandescentes por luces led, que gastan un 80 % menos de energía. Pero como consumen menos, también ocurre que se ponen más. De hecho, la transición a este tipo de tecnología ha incrementado la contaminación lumínica un 49 % en los últimos 20 años.
Para reducirla, y a la vez no perder el espíritu navideño en las localidades, se pueden apagar las luces de las farolas o disminuir su potencia. Pero ¿y en nuestras casas? Podemos no iluminar nuestros balcones y terrazas, y que la decoración se limite a poner guirnaldas de exteriores o muñecos trepadores de Papá Noel o los Reyes Magos, por ejemplo. De esta manera, contribuiremos a rebajar la contaminación lumínica en Navidad y, de paso, la factura de la luz que en este tiempo tradicionalmente sube de manera considerable en los hogares españoles: según un estudio de la Asociación de Consumidores de Energía (ANAE), aumenta un 28 % el consumo eléctrico.
Cómo evitar contaminar con el árbol de Navidad
Y es que donde también utilizamos muchas luces es en el árbol de Navidad, de forma que se convierte en otro de los obstáculos para unas fiestas más ecológicas. ¿Cómo hacer para que consuma menos energía y el impacto en el medio ambiente sea menor?
- Lo más sencillo: sin luces. Sé original y prescinde de las luces en el árbol de Navidad. Además de suponer un gasto energético, pueden tener metales como el aluminio que permanecen en el planeta sin biodegradarse durante más de 60 años. Así que el bien es doble. Pero no pongas velas en su lugar. Decóralo adornos de cartón o de tela, pues si son de plástico, tardarán años en biodegradarse.
- Árbol de Navidad con luces led. Este tipo de bombillas consumen menos energía, por lo que no aumentarán de forma significativa la factura de la luz mientras crean un ambiente envolvente en el hogar: encendidas durante tres horas al día, una bombilla incandescente de 40 vatios (W) gasta unos 7,9 euros anuales en electricidad, mientras que una led de 5 W, que proporciona una luz similar a dicha incandescente, un euro. Pero la mayor ventaja de esta clase de iluminación es su duración. Mientras una bombilla de bajo consumo puede llegar a durar hasta 15.000 horas, la tecnología led ha permitido que algunas superen las 50.000 horas de duración.
- Apaga las luces del árbol si nadie las ve. Una forma efectiva de ahorrar energía es apagar las luces navideñas cuando no se esté en casa o cuando se duerma. Hay gadgets que pueden ayudar a aumentar la eficiencia energética. Entre ellos destacan los temporizadores que permiten regular el horario de encendido y apagado de la decoración navideña; de esta manera, contribuyen a evitar el consumo fantasma de energía, que puede alcanzar hasta un 10 % en un hogar medio.
- ¿Usar enchufes “energy savers”? Estos dispositivos cuentan con un pequeño condensador que captura la energía reactiva (la que se desperdicia) y la devuelve a la red para que pueda ser consumida. Pero cuestan entre 15 y 30 euros.
- ¿Árbol artificial o natural? Los artificiales son menos sostenibles que los de verdad porque se fabrican a partir de policloruro de vinilo (PVC), un plástico derivado del petróleo que puede contener plomo y otras sustancias tóxicas. Los de verdad (los abetos y otras pináceas; no los acebos, que están en peligro de desaparición) son completamente reciclables, aunque algunas ONG, como Ecologistas en Acción, denuncian que más de dos millones de árboles acaban en los vertederos tras su uso decorativo. Por eso, cada vez más empresas y organizaciones se dedican al cultivo, la venta y el reciclaje de este tipo de árboles, como la Escuela de Ingenieros de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid, que ofrece árboles solidarios y respetuosos con el medio ambiente.
- Árboles creativos. Pero podemos ser mucho más ecológicos. ¿Cómo? Deja los naturales y hazte con materiales tan habituales en casa como son los rollos de cartón, corchos o envases de huevos. Sigue estas ideas para hacer un árbol de Navidad original y casero con los niños.