Capital natural: el valor económico del medio ambiente

Los países que no cuidan su capital natural ponen en riesgo su economía y la calidad de vida presente y futura de sus ciudadanos
Por Alex Fernández Muerza 27 de marzo de 2014
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Imagen: Roberto Verzo

El capital natural, como la biodiversidad, los bosques o los humedales, no se asume como un valor de la economía de un país. Por ello, si se destruye, no se concibe como una pérdida de riqueza. Este hecho pone en riesgo no solo la estabilidad económica del país, sino el medio ambiente y el presente y el futuro de sus ciudadanos. Diversos expertos e instituciones destacan la necesidad y los beneficios económicos y ambientales de darle al capital natural su verdadero valor. Este artículo explica que los países no valoran su capital natural y aporta las medidas para valorarlo.

Los países no valoran su capital natural

La potencia económica de un país se mide tradicionalmente por su Producto Interior Bruto (PIB). Como este indicador solo tiene en cuenta los ingresos, los países más ricos del mundo son quienes demuestran la mayor capacidad para lograrlos. Diversas instituciones y expertos defienden que el PIB no sirve para conocer la riqueza real de un país ni, sobre todo, para garantizar su desarrollo sostenible. El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz recuerda que las empresas privadas no solo se analizan por sus ingresos, sino también por su balance.

Al no tener en cuenta el medio ambiente en la economía, se contribuye a su destrucción
En este sentido, el PIB estaría dando una imagen engañosa de la situación económica mundial. El capital natural, como los recursos madereros, los humedales o la biodiversidad y su contribución en la producción de materias primas, de mitigación del cambio climático, o en el mantenimiento de las condiciones de vida de todos los seres vivos del planeta, se ignora por completo.

Al no tener en cuenta el medio ambiente en la economía, se contribuye a su destrucción. Un país que logra muchos ingresos, a costa de dañar su medio ambiente o el de otros países, puede lograr un PIB muy alto, pero pone en riesgo su futuro económico y el bienestar de sus ciudadanos. Cuando un país sobreexplota sus minerales, sus recursos pesqueros o hídricos, en realidad agota su riqueza.

La reducción de los bienes naturales no aparece en el PIB y, por tanto, no se mide. Así lo advierte la Alianza Mundial de la Contabilidad de la Riqueza y Valoración de los Servicios de los Ecosistemas (WAVES), una iniciativa del Banco Mundial para impulsar la incorporación del capital natural. La idea consiste en hacer un balance de los ecosistemas que producen un flujo renovable de bienes y servicios que sustentan la economía y proporcionan beneficios directos e indirectos a las empresas y a la sociedad.

El objetivo de incorporar el medio ambiente a la economía real de un país no es nuevo, pero su recorrido ha sido más bien escaso. El Comité sobre Capital Natural, una entidad independiente que asesora al Gobierno de Reino Unido sobre dicha cuestión, publicaba en fechas recientes un informe en el que recopila los avances hasta ahora. Sus responsables subrayan que «la integración del medio ambiente en la economía es obstaculizada por la ausencia casi total de una contabilidad ordenada de los activos naturales. En general, lo que no se mide es ignorado». Por ello, recomiendan al Gobierno británico que tenga en cuenta al medio ambiente en sus decisiones a largo plazo, que invierta en capital natural de manera sostenible y que compense las pérdidas «para garantizar que las futuras presiones que se ejerzan sobre él no le afecten de forma negativa».

La incorporación del capital natural en los análisis económicos puede ayudar además a lograr un planeta más justo. Los países ricos en capital natural suelen estar en vías de desarrollo y no contemplan sistemas sostenibles de gestión de sus recursos. El cuidado de la biodiversidad u otros servicios ambientales no solo favorecerá a dichos países, sino a todos los demás, y no solo en el presente, sino también en su devenir futuro.

Medidas para valorar el capital natural

La Declaración del Capital Natural (NCD), una iniciativa del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), recuerda que las instituciones financieras y las empresas están expuestas a los riesgos derivados del capital natural, y por ello se deberían tener en cuenta a la hora de evaluar los resultados. «No sugerimos monetizar una hectárea de selva tropical o un arrecife de coral, sino promover que las instituciones financieras incorporen el cuidado del capital natural como una oportunidad de negocio», sostienen sus responsables.

El grupo de trabajo de WAVES considera varias medidas necesarias para potenciar el capital natural e incorporarlo a las decisiones económicas fundamentales:

  • Ayudar a los países a adoptar y aplicar las cuentas relevantes para las políticas y compilar las experiencias.
  • Desarrollar una metodología de contabilidad de los ecosistemas.
  • Establecer una plataforma mundial para la capacitación y el intercambio de conocimientos.
  • Crear un consenso internacional sobre la contabilidad del capital natural.

Diversos países han empezado a incluir las recomendaciones de los expertos en capital natural. Madagascar, país rico en biodiversidad, estudia cómo financiar más de 60.000 kilómetros cuadrados de zonas protegidas; Costa Rica evalúa el valor de los usos de la tierra y la forma económicamente óptima de invertir a largo plazo en energías renovables; o Botswana mejora la administración de sus escasos recursos hídricos a medida que diversifica su economía.

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