Hongos para producir biocombustibles

Los científicos trabajan con diversas especies de hongos para fabricar biocombustibles más eficaces y ecológicos que los actuales
Por Alex Fernández Muerza 1 de junio de 2009
Img biodiesel hongos listado
Imagen: MSU

Una de las razones importantes para defender la biodiversidad es muy práctica: la naturaleza esconde recursos útiles para el ser humano. Un ejemplo de ello son los hongos, de los que se pueden extraer numerosas aplicaciones. Una de ellas podría ser la producción a gran escala de biocombustibles de segunda generación, que evitarían así las desventajas medioambientales de los actuales. Diversos equipos científicos de todo el mundo trabajan en esta prometedora línea de investigación, aunque reconocen que todavía necesitarán tiempo para lograr un sistema competitivo.

El Gliocladium roseum podría ser uno de los candidatos a la producción de estos nuevos biocombustibles. Se trata de un hongo hallado en la selva tropical patagónica, en el interior de unos árboles denominados ulmos. Según sus descubridores, unos investigadores de la Universidad estadounidense del Estado de Montana, explican que muchos organismos son capaces de generar hidrocarburos, pero este hongo produce en forma de vapor hasta 55 compuestos diferentes. Al hacerlo crecer en laboratorio, los científicos consiguieron un combustible similar al utilizado en los vehículos.

El uso de un hongo para transformar la celulosa de los árboles en biocombustibles supondría ventajas medioambientales
La ventaja añadida de este hongo, según sus descubridores, es que permite una producción de los biocombustibles más sencilla. El proceso convencional conlleva que los cultivos tienen que procesarse por microbios, mientras que este hongo puede aprovechar directamente la celulosa, el principal componente de las plantas y el papel, además del azúcar. En este sentido, los árboles, ricos en celulosa, tienen componentes de glucosa, pero obtenerla para producir el alcohol, base del combustible, es complicado.

Por ello, la utilización de un hongo para transformar esta celulosa en biocombustibles supondría una ventaja medioambiental más, ya que la biomasa podría ser también aprovechada. Asimismo, destacan sus defensores, supondría una lucha contra el cambio climático, ya que se obtendría un balance cero entre el dióxido de carbono (CO2) fijado por las plantas y el liberado durante la utilización industrial de su biomasa.

El G. roseum no es el único hongo con posibilidades para su transformación en biocombustibles. En el Instituto de Química Tecnológica de la India, un grupo de científicos ha desarrollado un método que podría incrementar la eficiencia del biodiésel y rebajar el coste de su producción.

ImgLos ingenieros químicos indios pasan aceite de girasol y metanol a través de un lecho de pellets con esporas de hongos, en concreto el Metarhizium anisopliae. Una enzima producida por el hongo, denominada lipasa, se encarga de producir biodiésel con una eficiencia mucho mayor que en un sistema convencional, donde se pierde mucho tiempo y energía en realizar el proceso de transformación.

La investigación genética también es otra área que puede resultar esencial en el camino hacia estos «micocombustibles». Por ejemplo, un equipo de científicos franceses y estadounidenses ha secuenciado el genoma del Trichoderma reesei. Las enzimas de este hongo, denominadas celulasas, poseen una gran capacidad de degradación. De hecho, fueron la pesadilla de uniformes y tiendas de lona del ejército estadounidense en el Pacífico Sur, donde fueron descubiertas durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora, los investigadores podrían darle una utilidad positiva: el T. reesei denota una gran capacidad para convertir biomasa en azúcares simples, lo que podría permitir la producción de biocombustibles de segunda generación.

La investigación genética puede resultar esencial en el camino hacia estos «micocombustibles»
En concreto, los investigadores aseguran que las propiedades de este hongo hacen de él un candidato ideal para convertir materia de biomasa en etanol combustible, así como productos químicos industriales que en la actualidad se derivan de recursos no renovables. El trabajo forma parte del proyecto FungWall, financiado por la Unión Europea.

¿Y qué tienen en común los pañales, el papel y los biocombustibles? Gracias a investigadores de la Universidad de Göteborg y la Escuela Universitaria de Boras, en Suecia, mucho. Estos científicos han descubierto un hongo muy eficaz para convertir biomasa en etanol y que en el proceso deja además un residuo que permite fabricar materiales superabsorbentes y con propiedades antimicrobianas.

Los investigadores suecos seleccionaron el hongo, perteneciente al orden de los zigomicetos, entre más de 100 especies, y aseguran que es fácil de mantener, conservar y reproducir en todo tipo de biomasa. Asimismo, el hongo también es muy interesante para la industria papelera, ya que puede degradar el licor de sulfito, un residuo contaminante producido en la fabricación de papel.

Investigaciones españolas

Diversos grupos científicos españoles también trabajan en esta línea. Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) ha tomado parte en un proyecto internacional de secuenciación genómica del Postia placenta. Este hongo presenta también unas propiedades destacadas para degradar la celulosa y transformarla en bioetanol de segunda generación.

Los investigadores explican que este hongo ataca de forma directa a la celulosa, para lo que usa enzimas y oxidantes químicos, sin dañar la lignina, la sustancia que la protege del árbol. Este trabajo forma parte de un proyecto internacional, financiado por el Departamento de Energía de EE.UU. (DOE en sus siglas en inglés), para analizar varios genomas de microbios y plantas con los que poder desarrollar biocombustibles derivados de biomasa renovable.

Por su parte, investigadores de la Universidad de Murcia (UMU) y de la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid trabajan con el hongo Mucor circinelloides para obtener biodiésel. En concreto, estos científicos, que también participan en el proyecto del DOE, se centran en identificar productos industriales que podrían servir de alimento para el M. circinelloides. De esta manera, el hongo convertiría esos productos en grasa, generando lípidos convertibles en biodiésel. Por el momento, han logrado que el hongo concentre un 20% de lípidos, si bien su objetivo es aumentar esa cifra hasta el 70% para que pueda ser utilizado de forma comercial y masiva.

Desafíos

Las investigaciones con hongos para su aprovechamiento en la producción de biocombustibles todavía se encuentran en una fase inicial. Por ello, todavía habrá que esperar tiempo hasta que se obtengan resultados que permitan su utilización de manera comercial y a gran escala.

Para ello, los desafíos que tienen que afrontar los investigadores son varios. Los responsables del proyecto Fungwall reconocen que se necesitará un mayor conocimiento de la dinámica del crecimiento celular y la producción de enzimas de estos hongos. Por su parte, los investigadores de la UMU recuerdan que no sólo hay que optimizar el proceso de producción, sino que éste sea posible. En cualquier caso, los investigadores de este campo confían en que el trabajo y los avances científicos, como por ejemplo en tecnologías para la fermentación o la ingeniería genética, puedan servir para lograr su objetivo.

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