Investigadores británicos aportan datos reveladores sobre la evolución de la extinta águila gigante de Nueva Zelanda

Afirman que estaba emparentada con una de las especies de águilas más pequeñas del planeta
Por EROSKI Consumer 10 de enero de 2005

Nuevos datos genéticos de investigadores de las universidades británicas de Oxford y Canterbury, publicados en la revista «PloS Biology», aportan luz a la evolución de la extinta águila gigante que una vez surcó los cielos en Nueva Zelanda.

Antes de los primeros asentamientos humanos hace 700 años, Nueva Zelanda no tenía mamíferos terrestres, aparte de tres especies de murciélagos. En lugar de ello, unas 250 especies de aves dominaban el ecosistema terrestre. En lo alto de la cadena alimentaria estaba la extinta águila de Haast («Harpagornis moorei»). Con sus alas extendidas midiendo entre dos metros y medio y tres, y con un peso de entre 10 y 14 kilogramos, el águila de Haast era entre un 30% y 40% más pesada que la mayor y más poderosa ave de presa viviente, el águila arpía, que anida desde América central al norte de Argentina.

Los científicos británicos analizaron ADN extraído de fósiles de huesos de 2.000 años de antigüedad. La intención, según el director de la investigación, Michael Bunce, era demostrar la relación entre la extinta águila de Haast con el águila audaz de Australia, que mide de 81 a 100 centímetros de longitud. «Los resultados del análisis de ADN fueron tan radicales que al principio cuestionamos su autenticidad», afirma. Y es que el equipo investigador llegó a la conclusión de que esta ave estaba emparentada con una de las águilas más pequeñas del mundo, el águila australiana -su nombre en inglés es little eagle (águila pequeña) y es natural de Australia, Nueva Guinea y algunas de las islas de Indonesia-, que mide sólo de 38 a 48 centímetros y pesa menos de un kilogramo.

«Aún más sorprendente es cómo de cercanas genéticamente están ambas especies. Estimamos que su ancestro común vivió hace menos de un millón de años. Esto significa que un águila llegó a Nueva Zelanda e incrementó su peso de diez a quince veces en este periodo. Un cambio tan rápido en el tamaño es desconocido en vertebrados terrestres», asegura Bunce. «Este espectacular cambio evolutivo ilustra la velocidad potencial de alteración del tamaño en vertebrados, especialmente en islas», añade.

El paleobiólogo Richard Holdaway, que también formó parte del equipo investigador y que durante 20 años ha estudiado a esta águila gigante, cree que la explicación a estos tremendos cambios está en «el tamaño de las presas que tenía disponibles y la ausencia de predadores» sobre ella.

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