La vida en cautividad perjudica a los carnívoros habituados a cubrir grandes distancias, según una investigación

Los efectos para estos animales son estrés, problemas psicológicos y mayor mortalidad en sus crías
Por EROSKI Consumer 6 de octubre de 2003

Especies como el lemur de cola anillada y el leopardo de las nieves progresan en cautividad, mientras que otros, como el elefante asiático y los osos polares, son propensos a tener problemas que incluyen una salud debilitada, un comportamiento repetitivo y dificultades de alimentación. Esta situación ha sido el punto de partida para un estudio elaborado por miembros del Grupo de Investigación del Comportamiento Animal de la Universidad de Oxford publicado en «Nature», que estudiaron esta variación en el bienestar de los animales en cautividad centrándose en los carnívoros. Hasta ahora se pensaba que algunos carnívoros no se adaptaban bien a su vida en los zoológicos porque añoraban la caza. Tras analizar la información sobre cuestiones como el tiempo que pasan caminando y la frecuencia de mortalidad en las crías en 35 especies, Ros Clubb y Georgia Mason concluyen que los animales que recorren largas distancias en su medio natural tienen más problemas para adaptarse a su vida en cautividad.

El oso polar, por ejemplo, es uno de los más afectados, pues su cercado típico en zoológicos e instalaciones similares es una millonésima parte de lo que es su área mínima de movimiento en libertad. Los carnívoros de más amplio dominio son propensos, por tanto, a tener disfunciones de estrés y psicológicas en cautividad. Es el caso de leones, osos, tigres y guepardos, que normalmente cubren distancias mucho más largas en su hábitat natural, pasan más tiempo caminando de un lado a otro y tienen índices más altos de mortalidad de crías. Por el contrario, el oso gris, el lince euroasiático, el visón americano, la zorra roja y la zorra del Ártico, que son los tipos de menor dominio desde su madriguera, se adaptan mejor a los zoológicos.

Este estudio, financiado en parte por zoológicos y grupos de veterinarios y bienestar animal, debe servir, según sus autores, para que la conservación «in situ» de estas especies se haga atendiendo a todas estas cuestiones, por ejemplo, ampliando sus lugares de encierro y dándoles mayor variedad de elementos que se parezcan lo más posible a su hábitat natural. En los casos en que esto no sea posible, habrá que ir abandonando el empeño de que ciertos animales cambien la sabana, la selva, los bosques, las masas heladas o cualquiera que sea su hábitat por vivir en la gran ciudad.

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