Las parejas de un ave migratoria islandesa regresan a la vez a su lugar de origen para aparearse

De alguna forma se coordinan, desde diferentes países a más de 1.000 kilómetros de distancia, para volver a sus campos de cría en Islandia
Por EROSKI Consumer 11 de octubre de 2004

Aunque pasan los inviernos en diferentes países y no se comunican durante largos periodos de tiempo, las parejas de una especie de ave migratoria de Islandia conocen exactamente cuándo coincidir «en casa» para la época de cría. La revista «Science» publica un artículo que revela que las parejas de aguja colinegra («Limosa limosa») islandesa de alguna forma coordinan sus viajes, desde diferentes países a más de 1.000 kilómetros de distancia, para regresar a sus campos de cría en Islandia con una diferencia entre ellos de tan sólo tres días.

Hasta ahora, los científicos pensaban que el macho y la hembra de una pareja permanecían juntos durante el invierno y después regresaban también juntos para criar. «En esta especie en particular, machos y hembras viajan a lugares completamente diferentes, así que invernan incluso a 1.000 kilómetros de distancia», explica Jill Gill, de la Universidad de East Anglia, autor principal de este estudio.

Los mecanismos para esta sincronización no se conocen, aunque los investigadores apuntan tres: que los miembros de la pareja invernen en lugares con características similares a pesar de la separación geográfica; que compartan un factor genético o psicológico de medida del tiempo, o que sincronicen su llegada con la situación óptima del lugar donde crían, por ejemplo para aprovechar las épocas punta de abundancia de recursos.

Lo que sí se conoce es que esta sincronización es muy importante para mantener los vínculos de pareja de estas aves. Las aves migratorias generalmente presentan altos niveles de fidelidad, y el «divorcio» normalmente trae consigo una caída en la reproducción. Los investigadores creen que la sincronización en el tiempo de llegada a los campos de cría es crucial para retener a la pareja del año anterior, evitando así un costoso divorcio en términos reproductivos.

En las parejas marcadas y estudiadas durante 1999 y 2004, los científicos tuvieron dos casos de separación entre las tres parejas cuyos miembros llegaron con más de ocho días de diferencia. En ambos casos fueron las hembras las que llegaron antes y, cansadas de esperar, abandonaron a sus parejas por otros machos.

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