Los técnicos encargados de la vigilancia de los cachorros nacidos en cautividad en el centro «El Acebuche», en el Parque Nacional de Doñana, han identificado hasta una decena de sonidos diferentes que «Brezo» y «Brisa» utilizan para comunicarse entre sí o con su madre «Saliega» o, simplemente, para manifestar sus emociones.
«Ante todo, el lince es un animal silencioso, aunque ronronea, gruñe, maúlla y bufa como todos los gatos. No es un león ni una pantera, pero le hemos oído rugir. También sabe aullar y posee un variado repertorio acústico», explica Astrid Vargas, responsable del programa de cría en cautividad de «El Acebuche».
Los linces chasquean (sonido intenso ante una amenaza), bufan, gargarean (en el celo, durante el apareamiento o cuando la hembra se encuentra con sus cachorros), maúllan, gruñen, aúllan y resoplan. El equipo de Astrid Vargas ha podido documentar también que los linces ibéricos castañetean los dientes al hacer chocar sus mandíbulas (cuando están cerca de una presa a la que no pueden alcanzar, por ejemplo), ronronean y producen también un sonido ronco, de baja frecuencia y que podría interpretarse como una manera de amenazar a otros ejemplares.