Advierten del aumento de los casos de ludopatía en jóvenes de entre 18 y 20 años

Su tratamiento es más complicado, pues no suelen reconocer su dependencia
Por EROSKI Consumer 29 de agosto de 2003

La ludopatía era hasta hace bien poco un trastorno mental que sólo afectaba a los adultos. Sin embargo, ahora los expertos empiezan a detectar un «preocupante» incremento de los casos entre los jóvenes de 18 a 20 años. Enrique Etxeburua, catedrático de Personalidad de la Universidad del País Vasco (UPV), afirma que entre un 2% y un 5% de la población tiene problemas graves con el juego y alerta de la existencia de una «bolsa oculta» de mujeres ludópatas que no reciben ayuda médica.

El perfil del jugador era hasta una década el de un adulto de entre 30 y 40 años, de una clase social media-baja, y un nivel cultural no excesivamente alto. Al hilo de la difusión de las máquinas tragaperras más allá de los lugares de juego, el profesor Etxeburua y su equipo comienzan a detectar en la actualidad «un corrimiento» hacia los jóvenes de entre 18 y 20 años. El tratamiento en estos casos implica, además, mayores complicaciones, al tratarse de personas que no reconocen su dependencia.

La otra gran preocupación de los especialistas es la existencia de un gran número de mujeres que tienen problemas con el juego y, sin embargo, no acuden a los centros de tratamiento. «En lugar de pensar que tienen un trastorno mental, piensan que están afectadas por un vicio», explicó el profesor Etxeburua en los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander. La ocultación del problema por parte de las mujeres supone que no puedan ser tratadas pronto y adecuadamente.

En este sentido, destacó la importancia de utilizar una categoría clínica y no moral para referirse a este trastorno. «A los viciosos se les margina y a una que persona que tiene un trastorno se le ayuda», indicó Etxeburua.

Su experiencia con más de 1.200 jugadores le ha demostrado que los ludópatas tardan entre 6 y 10 años en ponerse en manos de un especialista. Etxeburua identificó algunos de los principales síntomas de esta dependencia, como los problemas económicos, las salidas de casa sospechosas, la pérdida de aficiones o los problemas laborales, que podrían ayudar a los familiares a canalizar al enfermo hacia un psicólogo.

En el tratamiento de este tipo de trastornos, el primer objetivo terapéutico es la abstinencia. Se empieza por controlar los estímulos (no llevar dinero, no andar por los circuitos de riesgo, no contactar con amigos jugadores) y después se les enseña a vencer el ansia de jugar, llevándoles a los lugares donde jugaban.

Una vez se ha dejado de jugar, se abordan los múltiples problemas que lleva asociado el juego. Suelen darse trastornos de ansiedad grave, tentación de suicidio y, sobre todo, alcoholismo.

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