En España viven alrededor de 68.000 inmigrantes que padecen la enfermedad de Chagas y unos 1.750 bebés también están infectados por este mal producido por un parásito llamado «Trypanosoma cruzi», presente en Sudamérica, según datos del Centro para la investigación de la Salud Internacional de Barcelona (CRESIB).
El insecto transmisor del citado parásito es la vinchuca o chinche picuda, que no se encuentra en España, por lo que el riesgo de contagio se reduce a las transfusiones de sangre y trasplantes de órganos, así como de madres a hijos, durante la gestación. Por eso, el CRESIB considera muy importante la detección precoz en las maternidades para la administración del tratamiento adecuado con una mayor eficacia.
La primera fase del contagio suele ser asintomática y puede durar de 10 a 25 años, de ahí que se la denomine como una enfermedad silenciosa. Se calcula que entre un 30% y un 40% de la población infectada alcanza la fase crónica del mal y para entonces ya han desarrollado lesiones irreversibles en el corazón, el esófago y el colon. De hecho, el fallo cardiaco es la causa de muerte más frecuente entre los jóvenes adultos afectados.
El doctor Joaquim Gascón, jefe de Sección del Servicio de Medicina Tropical y Salud Internacional del Hospital Clínic de Barcelona e investigador principal del CRESIB, dijo que el Chagas se ha convertido en un problema de salud pública que sólo se podrá atajar a través de la puesta en marcha de controles sanitarios en las maternidades.
«Si de las 700.000 mujeres latinoamericanas en edad fértil que viven en nuestro país, el 3,4% están infectadas, es decir, unas 24.000 mujeres, el 7,3% de los niños, unos 1.800, nacerán con esta enfermedad si no se detecta de forma precoz y se atajan sus síntomas», alertó.
