El síndrome del latigazo cervical afecta a más de 20.000 españoles cada año

Esta patología es consecuencia de un fuerte impacto desde atrás, como sucede en los accidentes de tráfico
Por EROSKI Consumer 12 de abril de 2004

Más de 20.000 españoles sufren cada año el síndrome del latigazo cervical, según un estudio europeo sobre el nivel de protección y seguridad que ofrecen los reposacabezas de 10 vehículos diferentes. Bajo esta denominación se agrupa un conjunto de lesiones que son la consecuencia de padecer un fuerte impacto desde atrás, como sucede en los accidentes de tráfico, o una caída violenta que produce un acusado estiramiento del cuello. Este tipo de dolor comporta unos costes anuales en toda la Unión Europea (UE) de 9.700 millones de euros, como resultado de las bajas laborales y de las indemnizaciones que desembolsan las compañías aseguradoras.

El síndrome de latigazo cervical, también conocido como «whiplash», es una lesión provocada por una fuerte flexión forzada de cuello. Por lo general, este movimiento brusco hacia delante y después hacia atrás afecta a los músculos, los discos, los nervios y los tendones del cuello, lo que origina un síndrome temporo-mandibular. La mandíbula es el único elemento móvil en nuestra cabeza y, por tanto, el más vulnerable ante impactos directos.

«Esta lesión se halla tan olvidada que los muñecos que se utilizan en los simulacros de accidentes no tienen articulación temporo-mandibular e incluso ni siquiera tienen mandíbula móvil», comenta José Fontcuberta, director de la Clínica Armstrong Internacional en Madrid, quien asegura que «el 98% de los esguinces cervicales se produce precisamente por este tipo de choques».

Fontcuberta explica que «el índice de los pacientes que sufren esta dolencia cervical aumenta más en jóvenes que en mayores; más en mujeres que en hombres y especialmente en personas altas por la longitud del cuello».

El cuadro sintomático de esta patología es muy amplio y variado: dolores de cabeza en la frente y sienes, molestias alrededor o detrás de los ojos, trastornos visuales, zumbido en los oídos, insomnio y cansancio, entre otras molestias.

En el 80% de los casos, el síndrome se cura a los pocos días, aunque los más complicados requieren incluso dos años. El 20% restante de los pacientes permanece con dolores cervicales, cérvico-branquiales, cérvico-medulares o cérvico-encefálicos.

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