Estrés laboral

La enfermedad de la clase trabajadora del siglo XXI

El estrés se ha convertido en una patología que acompaña a gran parte de la población trabajadora.
Por EROSKI Consumer 1 de enero de 2002

La insatisfacción con el puesto, el sueldo o las tareas a realizar, junto con la falta de comunicación entre compañeros y otros inconvenientes físicos del entorno laboral son caldo de cultivo para una patología, el estrés, que puede llegar a disminuir el rendimiento y la motivación, y puede ser el origen de accidentes de trabajo.

Profesiones de riesgo

La mejor manera de hacerle frente es saber en qué consiste, reconocerlo cuando nos esté afectando e identificar que es lo que produce ese estrés, para así eliminarlo o paliar sus efectos.

Profesiones de riesgo

Aunque no existe un perfil del trabajador “estresado” definido como tal, porque nadie está a salvo de este síndrome, en todas las profesiones existen dos tipos de personas que tienen más probabilidades de estresarse, y que se corresponden con los prototipos extremos: los inseguros y los muy competitivos, aunque en realidad estos últimos no son más que rasgos compensatorios de la inseguridad.

La lista de profesiones en las que el tipo de trabajo, la responsabilidad, o el ritmo laboral conllevan un nivel de estrés adicional al del resto de los trabajadores es larga. Sin embargo, todos los trabajadores pueden sufrir en un momento determinado de estrés ocupacional. Médicos y enfermeras, especialmente los que trabajan en la UVI, junto con profesores, periodistas, policías, mineros, ejecutivos, controladores aéreos e, incluso, los opositores, son los profesionales con mayor con mayor índice de estrés.

desencadenantes

Diversos estudios identifican como elementos que desencadenan el estrés a una serie de factores que van desde el ambiente de trabajo, hasta las relaciones personales.

Como elementos que distorsionan el trabajo de un individuo, podemos encontrar desde el ambiente físico (ruido, higiene, luz), hasta el contenido de la tarea.

Para un trabajador resulta un motivo de estrés el trabajo rutinario o el desconocimiento de su rol. Cualquier miembro de un equipo de trabajo debe conocer de forma concreta y sin ambigüedad qué tareas debe desempeñar. Dentro del estrés proporcionado por el contenido de la tarea es importante el que se desencadena por la introducción de nuevos factores tecnológicos. El desconocimiento de las nuevas tareas, o el temor a que una innovación técnica sustituya a un puesto de trabajo puede generar elevados niveles de estrés. La sobrecarga de trabajo es también un factor habitual.

Un elemento más que puede provocar estrés laboral es el que se deriva de las relaciones personales y del tipo de comunicación que existe entre la jerarquía directiva y los compañeros. En este nivel de actuación, se ha identificado recientemente un nuevo comportamiento, detectado tanto en directivos como entre compañeros, denominado mobbing, y que se basa en el hostigamiento psicológico o escaso de moral, para conseguir a cualquier precio unos objetivos a través del trabajo de otras personas. Este comportamiento implica una comunicación hostil y amoral, dirigida de manera sistemática por una o varias personas, casi siempre contra una persona que, finalmente, se siente acorralada y en una posición débil y a la defensiva. Este nuevo factor tiene su origen en la dinámica de la relación interpersonal.

Otros motivo que puede causar una situación de estrés es la organización temporal del trabajo. Es frecuente niveles de estrés en personas que desarrollan su trabajo por turnos o por la noche, o que tienen un ritmo de trabajo elevado, con incorporación de horas extras. Por último es importante no olvidar factores como la inestabilidad laboral, las políticas de ascensos y de desarrollo de la carrera profesional o la formación del trabajador. En el caso de las mujeres trabajadoras se dan niveles de estrés cuando, como se da en la mayoría de los casos, realizan su tarea laboral, junto a las tareas domésticas y de responsabilidad de los hijos. Para Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y del Estrés, y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, el estrés “es un proceso en el que todos estamos en nuestra vida cotidiana. Es la respuesta a una situación, que puede ir desde comer, hasta salvaguardar la seguridad o la salud”. En psicología se habla de estrés laboral cuando el individuo se ve desbordado por una situación. El profesor Cano pone como ejemplo al trabajador que se ve obligado a “realizar más horas de lo habitual”. “Al principio el trabajador se encuentra dinámico, pero tiempo después su rendimiento baja y aumentan los niveles de errores y aumenta el cansancio, con lo que la tarea se alarga más”.

Cómo reconocer el estrés

Sus síntomas pueden ser tanto físicos como psicológicos. Entre los primeros destacan dolor de cabeza, palpitaciones, pérdida de apetito, dolor de espalda, fatiga, problemas respiratorios, dolor en las articulaciones, boca seca, aumento de la transpiración. Los indicios psicológicos son, entre otros: dificultad de concentración, baja autoestima, irritabilidad, depresión, pensamientos negativos, ansiedad, apatía, sensación de frustración e impotencia, falta de capacidad para tomar decisiones…

Consecuencias del estrés ocupacional

Las consecuencias que produce son amplias y de distinta índole. Los sentimientos de frustración, apatía, falta de concentración, etc., pueden trasladarse a comportamientos como propensión a sufrir accidentes, drogadicción, arranques emocionales, excesiva ingestión de alimentos o pérdida del apetito, consumo de sustancias perjudiciales (alcohol, tabaco), inquietud, habla afectada.

El estrés impide tomar decisiones y concentrarse. Se suceden los olvidos y se incrementa la sensibilidad a la crítica. Si tenemos en cuenta que el estrés es la preparación del cuerpo para un peligro incierto, el cuerpo comienza a segregar sustancias que facilitan esa alerta, como es el caso de las catecolaminas (mediadores que el organismo activa ante una situación de alerta y que pone a trabajar al resto del organismo) o los corticoides que incrementan las defensas del organismo y lo preparan para un ataque. Ambas sustancias alertan al corazón y elevan su ritmo cardiaco y la presión sanguínea, se eleva el nivel de glucosa en la sangre, se produce dilatación de pupilas, exudación, sequedad de boca, dificultad para respirar, escalofríos, nudos en la garganta, etc,…

Soluciones

Para paliar estos problemas del ambiente laboral existen dos tipos de soluciones, según Antonio Cano. “Las soluciones a los problemas de estrés ocupacional pasan por el individuo y por la organización, por la empresa. Si la organización detecta que existe un problema de estrés entre sus trabajadores puede crear una comisión compuesta por representantes del staff y de los trabajadores para que evalúen los problemas. Debe ser una comisión dialogante y con capacidad de decisión”.

Este profesor recuerda que el estrés ocupacional está recogida en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales del año 1995 y como tal las empresas “están obligadas a prevenir estas situaciones. Como es un factor que puede alterar la salud están obligadas por ley a solucionar los problemas de estrés”.

Sin embargo el profesor Cano reconoce que, actualmente, es muy difícil denunciar a una empresa por provocar y no solucionar el estrés de sus trabajadores, pero sí se puede denunciar el hecho de que una empresa carezca de Plan de Prevención Laboral. “La sanción, de entrada, a una empresa por no tener la ley de Prevención en vigor es de 500.000 pesetas”.

Antonio Cano también identifica las soluciones que cada individuo puede aportar para prevenir o atajar una situación de estrés ocupacional. El trabajador puede “tratar de conseguir más recursos para poder trabajar con menos tensión, o en algunos casos, entrenarse para soportar la tensión”. Es lo que hace Cano y su equipo de psicólogos con hospitales con los que la Universidad Autónoma de Madrid tiene firmados convenios de colaboración. Los profesionales de estos centros (médicos y sobre todo enfermeros) aprenden a afrontar mejor su trabajo. Según Cano “en quince sesiones, con técnicas de solución de problemas, técnicas de conducta que implican ocio, deporte, cambio de las dietas, … conseguimos un cambio de actitud en los profesionales. A partir de la última sesión se producen cambios en las actitudes de estos médicos, enfermeros, auxiliares y administrativos. Existe menos tendencia a los enfados, a la ira, están menos tristes, menos deprimidos, y en algunos hemos conseguido que nazca una rutina de ejercicio físico y de cuidado de la dieta”.

Decálogo anti-estrés

  • Haga una pausa de cada hora y media de actividad.

  • Huya de lo que le agobia.

  • Evite el exceso de trabajo. Delegue parte de sus tareas, y no dude en pedir ayuda cuando lo necesite: no es un signo de debilidad sino de madurez.

  • Planifique su tiempo. Haga un cálculo del tiempo que le ocupará cada una de las tareas que deba realizar, añádale un 20% más para imprevistos, y reserve unas horas libres cada día.

  • Realice las tareas más duras y complicadas en las primeras horas del día.

  • Si objetivamente se encuentra poco preparado, acuda a cursos de formación. Pero considérelos una actividad complementaria placentera: no deben incrementar su estado de ansiedad sino disminuirlo.

  • No se lleve trabajo a casa.

  • Realice técnicas de relajación que le permitan controlar la respiración y los músculos.

  • Aumente el consumo de alimentos con vitaminas, ácidos grasos esenciales, antioxidantes e hidratos de carbono no refinados. Reduzca el consumo de sal, azúcar, grasas, cafeína, nicotina y alcohol.

  • Si el estrés laboral le impide disfrutar de su trabajo y de su vida personal, quizá haya llegado el momento de replantearse su carrera.

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